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Opinión

Opinión | Como si no hubiera mañana; por Matías Vallés

Black Friday en Palma B. Ramon

Predicar el carpe diem quedaba muy apañado cuando era opcional, pero atrapar cada día como si fuera el último se ha convertido en una obligación. No puede ser casualidad que el Black Friday haya coincidido con la proclamación de la variante más peligrosa del coronavirus jamás imaginada, con su correlato de hundimiento de las bolsas mundiales y retracción del turismo.

¿Cuál es la reacción correcta del humilde consumidor ante el recrudecimiento de la amenaza? Muy sencilla, compra como si no hubiera mañana. Carpe horam y apúntate la filosofía en la tarjeta de crédito. Qué bien decorados quedaban los comentarios feroces contra el consumismo, que se reproducían como setas en Navidad. Ahora sabemos que cualquier vacilación en una biela individual del mecanismo mercantil puede dar al traste con el artefacto al completo.

Tiene gracia que el carpe diem forzoso haya coincidido con una coyuntura en que no hay mucho que comprar. La pandemia no ha conllevado la inflación de stocks característica de las crisis económicas, sino el vaciado de los productos almacenados. El desabastecimiento se ha asimilado ya como un reto emocionante de la ruleta de la fortuna, ¿quedará algún producto que me interese entre los sobrantes? No lo dejes escapar, porque la inflación te roba cada mes un uno por ciento de tus ahorros, y subiendo.

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