El aterrizaje de los fondos europeos Next Generation, que distribuyen los ministerios y gestionan las comunidades autónomas, «se antoja complicado», según se expuso ayer en Palma. Este año en España se han de distribuir 22.000 millones, pero a las empresas privadas apenas les han llegado 5.000 millones y solo queda un mes y medio para su reparto.
Para Baleares, las ayudas de la UE contribuirán a mejorar su resiliencia para no depender tanto del turismo y mejorar en retos como la sostenibilidad y la digitalización, señaló ayer Carlos Bofill, socio de Deloitte, durante una jornada de análisis organizada por la firma y APD. Bofill explica que finalmente no ha habido un PERTE (proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica) en turismo. Quizás porque los intereses del sector son «muy diferentes» al estar repartidos entre municipios, aerolíneas, hoteleras, etc., y «ha sido difícil aunar los intereses de todos» en proyectos, pero se destinarán 3.500 millones a esta industria. En el caso de España, el Gobierno ha decidido ser él quien decide a quién da los fondos, frente al caso de Italia, por ejemplo, donde se ha optado por un sistema de incentivos fiscales; «sin duda hubiera sido mejor», considera.
Ante el reto de los fondos, Catalina Alemany, gerente de Responsabilidad Social de RIU, afirma que «el tejido empresarial de Baleares no está acostumbrado a trabajar con subvenciones porque no nos ha hecho falta», y ahora hay que aprovecharlos. Cree que las manifestaciones de interés «generaron unas expectativas que no se han ido cumpliendo», al no haber significado un canal de diálogo con los ministerios.