Magín Fullana es mallorquín de nacimiento, pero ha vivido la mayor parte de su vida en Dinamarca, donde trabaja para una empresa de transporte. El sábado pasado vivió un episodio emocionante que le hizo recordar a su añorada tierra. Descubrió a una embarcación de la compañía Baleària navegando por aguas danesas. «El sábado estaba pescando con algunos compañeros del club, en el que llevo ya 25 años, cuando cerca de los castillos de Krongborg Slot, de pronto vi un barco de la compañía Balearia». A Magín no le sorprendió la dimensión del buque, ni tampoco le interesó el rumbo que llevaba. Lo que realmente le llamó la atención es el nombre de la compañía y el característico color de sus embarcaciones, porque de alguna forma le recordó su lugar de nacimiento, que nunca olvida pese a que vive a miles de kilómetros de Mallorca. «Me sentí mucho más cerca de mi isla». Este pescador aficionado se muestra muy orgulloso de sus orígenes en Mallorca y sobre todo de su infancia en el barrio del Molinar. Fue uno de los fundadores del equipo de fútbol del Rotlet Molinar, al que sigue llevando en su corazón, de tal manera que en la anterior Eurocopa presenció algunos encuentros de la selección nacional, a los que acudió con su bandera del equipo palmesano. «Gracias Baleària por haberme dado unos momentos de alegría», escribía Magín Fullana, por permitirle recordar «sa Roqueta».

El barco que navegaba por aguas tan lejanas a Balears es el Rosalind Franklin. Es una embarcación que la compañía naviera fletó, es decir, alquiló a una empresa finlandesa durante un determinado periodo de tiempo. El contrato terminó y se decidió no prolongar el alquiler, por lo que Baleària devolvió la embarcación a su propietario. Ello explica que el barco fuera visto navegando por aguas de Dinamarca, porque se dirigía rumbo a su base principal, que está en Finlandia.

Desde la compañía naviera se explicó ayer que este tipo de operaciones de alquiler son habituales en el mundo de la navegación. El barco Rosalind Franklin, que fue construido hace 21 años en el astillero de Cádiz, realizaba habitualmente la ruta entre Mallorca y Barcelona. Ahora la embarcación volverá a pintarse con los colores de la compañía que se haga cargo de su explotación. Mientras tanto, el mallorquín Magín Fullana tardará mucho tiempo en olvidar esta simpática anécdota.