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El futuro canciller alemán quiso prohibir las vacaciones en Mallorca

Olaf Scholz era vicecanciller de Angela Merkel cuando el pasado marzo se opuso a los viajes de placer a la isla durante la Semana Santa, alegando los preocupantes datos de la pandemia

Olaf Scholz fue el candidato más votado el pasado domingo y previsible canciller. | ANREU JEREZ/MAJA HITIJ

Mallorca ha tenido más suerte con los veraneantes alemanes que con sus cancilleres. Cada diez años desembarca en Palma el equivalente a la población íntegra del país centroeuropeo, pero su previsible gobernante tras las elecciones del pasado domingo tuvo un gesto en contra de los viajes a la isla en plena precampaña. El socialdemócrata Olaf Scholz, destinado a formar un gabinete de coalición, criticó en marzo las vacaciones mallorquinas de Semana Santa de sus compatriotas.

Scholz ocupaba por entonces la vicecancillería del ejecutivo de coalición entre los democristianos de la CDU y los socialdemócratas del SPD, además de desempeñar las funciones de ministro de Finanzas. Sus dardos se dirigieron sin confusión posible hacia Mallorca, por los elevados datos de contagios que se correspondían con el auge de la cuarta ola. El ahora primer clasificado en los comicios se alineaba con el sector del gabinete de Angela Merkel que deseaba restricciones adicionales a los viajeros. Fruto de su presión, se impuso el test obligatorio a los turistas antes de regresar a Alemania, una extraña medida en la que un Estado de decidida vocación paternalista se desentendía de sus ciudadanos en apuros. Así se puso en marcha un negocio boyante y muy poco controlado de test de antígenos, que pusieron en marcha empresarios germanos.

En anteriores elecciones alemanas, el candidato de los liberales del FDP, también llamados Demócratas Libres, efectuó su primer acto de campaña en Mallorca, sin importarle las acusaciones de colonialismo. Con la pandemia en vigor, la presencia en Mallorca de las elecciones alemanas se ha centrado en las vallas publicitarias. Los socialdemócratas de Scholz contrataron espacios en los que instaban a la vacunación, con la leyenda de «Un pequeño pinchazo para ti, y un gran paso hacia la normalidad». Tomaron la precaución de redactarlos en alemán y castellano, la mallorquina Laura Galmés ha sido decisiva en la modernización de la imagen del SPD que ha desembocado en una cancillería inminente.

Berlín calculó el efecto del veraneo mallorquín sobre las elecciones, antes de autorizar los viajes en la quinta ola

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Mallorca se enfrenta a un primer ministro que este mismo año se ha pronunciado contra la isla, pero la victoria de los Verdes de Annalena Baerbock hubiera repercutido con mayor dureza sobre el turismo. Incluso como miembros de la inevitable coalición, los ecologistas pugnarán para lograr la desaparición de los vuelos baratos a Son Sant Joan, dentro del combate contra el cambio climático. Ya lo intentaron en el 2000, con Gerhard Schröder en la cancillería. El penúltimo socialdemócrata alabó en campaña a sus compatriotas con casa en Mallorca, dejando que el legendario Helmut Kohl se dirigiera en sus mensajes a los habituales del Ballermann 6.

La rigidez de Scholz en Pascua se trocó en permisividad cuando llegó la temporada alta. Berlín sopesó la hostilidad del electorado ante otra prohibición, antes de autorizar los viajes a la isla durante la quinta ola, pese a que la incidencia acumulada llegó a multiplicar por veinte los datos que en 2020 propiciaron la retirada de viajeros. La BBC planteó como una cuestión científica a qué partido beneficiaría la relajación del tráfico estival a la isla.

El vínculo reciente más directo de la campaña electoral con Mallorca se estableció en 2017, cuando los liberales del FDP contrataron paneles para fomentar el voto por correo, con el mensaje inequívoco de que «También se puede votar en el decimoséptimo Land» o «Votamos donde otros pasan sus vacaciones».

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