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Menores trans: «¿Mamá, pero no ves que soy una niña y no un niño?»

Aunque el Gobierno aprobó el anteproyecto de la Ley Trans, con los menores «realmente estamos como antes» - «En siete años en Baleares se ha progresado mucho», afirma María Luisa Rosa

La pequeña Ensa Lucas con María Luisa Rosa, su madre. MANU MIELNIEZUK

Hace treinta años, el hecho de sentirse del género distinto al de nacimiento era algo que chirriaba, era totalmente extraño. Con el paso del tiempo se fue asentando en la sociedad, pero considerándose una patología, es decir, ser transexual se asimilaba a sufrir un trastorno mental. Sin embargo, en 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo despatologizó, y la Ley Trans aprobada por el Consejo de Ministros el pasado junio permitiría cambiarse el género en el DNI sin ninguna condición más que la propia voluntad de la persona, eliminando el requisito de un informe médico que lo acredite. En el caso de los menores, se establecen franjas de edad de dos años desde los doce hasta la mayoría de edad para que decida modificarse el género con autorización judicial, con un tutor o por sí solo, según se haga más mayor.

Aun así, en este último aspecto, la situación «es realmente la misma» que antes. «Las clasificaciones se quedan obsoletas, se solapan. El tránsito dura más de dos años, y dividirlo así no sirve de tanto», afirma Inés Machado, secretaria de Chrysallis Baleares, la delegación insular de la asociación estatal formada por las familias de menores trans. «Creemos que no se debería clasificar, sino tratar a todos por igual», añade.

Ensa Lucas tiene 13 años y fue la primera persona trans menor de edad de Baleares que se cambió el nombre en su documento de identidad, cuando apenas tenía seis años. «Asumimos que prácticamente hasta los 18 no podrá cambiarse el género», lamenta María Luisa Rosa, madre de la pequeña. Además, ya lleva un año con el tratamiento de bloqueadores de las hormonas masculinas.

Hay niños y niñas trans que, hasta que se dan cuenta de su situación, sufren internamente e incluso llegados al extremo pueden tener tentativas de suicidio. Este no fue el caso de Ensa. «No me di cuenta, no hubo un click en mi cabeza. Directamente ya me sentí una niña de manera inconsciente, lo naturalicé», relata. «Ella tenía claro que era una niña, pero éramos nosotros quienes no nos dábamos cuenta», recuerda la progenitora.

Una Navidad ‘diferente’

Uno de los momentos más ilusionantes para los niños pequeños es la llegada de los Reyes Magos, escribir la carta de los esperados regalos. Ese fue el momento en el que los padres de Ensa, con cinco años, supieron lo que le pasaba. «Dijo que quería ropa de niña, y le contesté que era un niño, que debía llevar ropa de ese estilo. Entonces dijo: ¿No ves que soy una niña, no un niño?», explica María Luisa. «Ahí se te enciende la bombilla y asimilas que todo lo que percibías era verdad. Era yo la que no lo veía», añade.

De primeras, los padres decidieron hablar con la tutora del colegio, quien ya les dijo que Ensa era una niña transexual. Ahí pidieron cita para el pediatra, que los derivó a Salud Mental. «Nos dijeron que estábamos locos, que siendo tan pequeña era imposible tenerlo tan claro», rememora la madre. «Yo no puse en duda en ningún momento lo que me decía mi hija, ya que cuando nos lo reveló me cuadraron muchas cosas», prosigue.

La secretaria de la asociación de familias de menores trans Chrysallis Balears, Inés Machado. Manu Mielniezuk

Chrysallis, la «salvación»

Después de «luchar y luchar», pudieron llegar al Hospital Clínic de Barcelona, donde «al fin nos confirmaron que era una niña trans de manual». Aun así, uno de los actores protagonistas de esta historia ha sido la asociación estatal de familias de menores trans Chrysallis. «Fue la salvación, nos dieron toda la información necesaria y nos guiaron en todo momento», destaca la madre.

A raíz de esto, los progenitores y otra madre se juntaron en 2015 para formar la delegación balear de esta asociación estatal. «No puede haber nadie que pase por nuestro proceso sin ayuda y sin saber qué hacer. Tuvimos problemas en el colegio, con el centro de salud y pasar esto solos es muy duro», subraya María Luisa. «Una vez que entras te realizan una formación básica a nivel jurídico, psicológica para el acompañamiento de familias, y burocrática para ayudar a hacer los trámites. Es un apoyo vital», añade por su parte Inés Machado.

Ensa, en los primeros años de escuela, se llegó a sentir «un poco rara». «Con nueve años tenía dos amigas, el resto me miraba de manera extraña», rememora. Sin embargo, con el paso de los años la situación fue cambiando, y hoy «ya está mucho más normalizada». El hecho de sentirse «rara» le supuso algún problema interno, pero su coraza la hizo más fuerte. «La opinión de los demás no debe importar. Quien te quiera aceptar que te acepte y quien no, no. Si son amigos, padres o quien sea, si quieren estar a tu lado perfecto, pero si no te aceptan, el problema lo tienen ellos. Siempre se puede», afirma de forma contundente.

Situación en Baleares

«La actitud del Govern con el colectivo trans es de diez, la puesta en marcha en 2019 del protocolo integral de atención sanitaria para personas trans fue muy positiva; en siete años se ha avanzado una burrada», remarca la madre de Ensa. «Es una comunidad totalmente avanzada. Quizás desde dentro no se tenga tanta conciencia, pero comparado con otras autonomías sí», prosigue por su parte la secretaria de Chrysallis. «Que estemos bien no significa que no podamos mejorar, ya que no estamos del todo contentos con la Ley LGTBI autonómica, pero sí se progresa en las mesas de diálogo con el Govern, y es importante», concluye.

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