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OPINIÓN

La quinta ola ha ido por su cuenta

No se escuchaba muy convencido a Iago Negueruela, al proclamar que las inexistentes restricciones se retiraban gracias al también inexistente esfuerzo colectivo. Con los tres aeropuertos descontrolados y abiertos de par en par, la quinta ola ha campado a sus anchas. Ha ido por su cuenta, así en la repentina explosión de julio como en la no menos vertiginosa retracción de agosto.

En el caso paradigmático de Ibiza capital, una incidencia que se medía en miles en lugar de cientos, con una tasa de positividad superior al veinte por ciento, no se traducía en un toque de queda, ni siquiera en un modesto cierre perimetral en plena temporada. Son los talibanes de la epidemiología quienes deben explicar qué se hizo del estado de alarma permanente de la primavera. A falta de alcanzar la normalidad, se ha normalizado al virus.

La quinta ola es la primera autónoma, su funcionamiento al margen de prohibiciones y vacunaciones cuestiona la efectividad de las drásticas medidas precedentes. Amparado ahora en la incidencia de la que renegaba unas semanas atrás, el Govern evoluciona del pasaporte obligatorio a una supresión neoliberal de limitaciones que asombraría a Díaz Ayuso. Por supuesto, no existe conexión entre el precipitado levantamiento de barreras ficticias y el auto en que el Tribunal Superior acusa al Govern de la nulidad de medidas aplicadas sin la preceptiva consulta judicial.

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