El pasado domingo nos dejaba una de las figuras relevantes de la historia reciente de Mallorca a los 101 años. Antonio Fontanet (Felanitx, 1919-Palma, 2021) impulsó su imperio empresarial desde el contrabando, pero nunca renunció a sus raíces y siempre se definió como «un payés». Amasó su fortuna con sus empresas ligadas al sector primario y su papel fue fundamental en el mantenimiento de una agricultura que jugó un papel vital para la economía mallorquina de antes del boom turístico.

Nació en Felanitx en una familia de agricultores. De joven y en pleno apogeo del contrabando, «estraperlo» como le llamaban, inició su actividad entrando café y tabaco a Mallorca. Lo descargaban con sacas en las playas y calas del sur de la isla. Para su transporte hasta los escondrijos pagaba a los agricultores que, tras su jornada laboral, ponían a su servicio sus carros y mulas a cambio de un ingreso extra. Controlaba personalmente los cargamentos y sabía en todo momento quién trabajaban para él. De carácter discreto y callado, valoraba la lealtad y ayudaba a quienes se la demostraban.

Después del contrabando empezó a construir su conglomerado empresarial. Al contrario que su coetáneo Joan March, Fontanet tenía la idea clara de no extenderse hacia sectores que desconocía. Por ello, sus empresas siempre han estado ligadas a la agricultura. Don Toni, como se le conocía, decía que su objetivo era comercializar la producción agraria de los payeses mallorquines.

Sin embargo, su capacidad emprendedora le llevó a monopolizar la actividad agraria. Empezó comprando la inmensa mayoría de harineras de la isla y se convirtió en amo y señor de la producción. Así surgió Harinas de Mallorca, con lo que todos los panaderos debían de pasar por él para elaborar el pan.

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Muere el empresario mallorquín Antonio Fontanet a los 101 años Diario de Mallorca

Fue de los primeros en advertir el auge de la ganadería láctea, creando fábricas de piensos para alimentar al ganado. Auxam y Piema coparon gran parte del mercado. El cereal que producía Mallorca ya no cubría las necesidades de sus empresas y compró una naviera para importarlo que operaba desde Portocolom. Sin embargo, se dio cuenta que con los barcos no tenía ganancias y optó por la contratación externa. Poco después fundó otra empresa emblemática, Café Rico, volviendo a suministrar café a los mallorquines, ahora ya sin necesidad de esconderlo.

El inicio del declive de la ganadería, en los años 90, puso en marcha otra operación exitosa. Decidió que si los ganaderos ya no le compraban tanto pienso, sería él quien le daría salida. Allí nació la empresa Matisa, que producía carne y huevos con animales criados por ellos que consumían su pienso. Todo quedaba en casa y los beneficios eran mayores.

En sus inicios coincidió con Joan March. «En Verga (March) era el jefe» aseguró Fontanet en alguna de sus pocas entrevistas. Hicieron negocios y siempre se respetaron. Ambos sabían que estaban hechos de la misma traza.

Antonio Fontanet, pese al poderío económico del sector turístico, nunca quiso saber nada de él. Aseguraba que numerosa gente le invitó a invertir en la compra de hoteles, pero les decía que era payés y no entendía de hoteles.

Fue uno de los fundadores del polígono de Son Castelló y sus empresas se instalaron allí en sus inicios. Sí invirtió en promociones inmobiliarias pero siempre como inversor, sabía que su negocio era la harina y los piensos. En 2017 Diario de Mallorca le entregó uno de sus premios por su relevante trayectoria empresarial.