El annus horribilis para el sector turístico y que para la aviación comercial ha sido y sigue siendo catastrófico ante la caída del tráfico y las restricciones que invitan a evitar desplazamientos no esenciales no lo ha sido tanto para los jets privados. Frente a la pandemia la aviación ejecutiva ha salido reforzada y ha logrado capear la crisis. El pasado diciembre las llegadas de jets desde Alemania con destino Son Sant Joan rozaron un crecimiento del 90%.

Hay que tener en cuenta que en diciembre la cifra de contagios de covid-19 ya estaba disparada y que los principales mercados emisores pedían restringir los viajes con el horizonte del incremento de los desplazamientos por el periodo navideño y el temor a la propagación del virus. Además de las cuarentenas en vigor y exigencias de pruebas diagnósticas para los viajeros. Aun así, los viajeros alemanes no renunciaron a trasladarse a la isla, con destino a sus segundas residencias para disfrutar de unas vacaciones.

Con todo, la aviación privada siguió al alza en los aeropuertos de Balears el último mes del año: en Mallorca, con un incremento de hasta el 40 % (con 691 vuelos), y sobre todo en Eivissa, donde crecieron las salidas un 96 % con un total de 413 aterrizajes y despegues, y también con movimientos hacia Menorca (80 operaciones), según datos de Europair, bróker especializado en la contratación y gestión de vuelos chárter.

Europair ha realizado un informe, a partir de la información de Aena y de la alemana Wingx, compañía de análisis de big data de aviación ejecutiva, que muestra que la caída de este tráfico en 2020 en Son Sant Joan ha sido de un 22 %, con 9.803 movimientos frente a los 10.532 de 2019. Es decir, el descenso es de 729 vuelos.

Sin embargo, con Alemania solo han disminuido un 9 % las operaciones con jets privados, finalizando el año con 2.078 vuelos.

En el lado contrario la aviación comercial cerró el año pasado en el aeropuerto de Mallorca con una caída de pasajeros del 79 % con 6,1 millones de viajeros, frente a los 29,7 millones de 2019. Las operaciones, 76.851, descendieron un 64,6 %.

Sin lugar a dudas, las cifras alcanzadas son «especialmente meritorias», destaca Gerardo Manzano, consejero delegado de Europair, empresa referente en la gestión y contratación de vuelos a medida en España. Manzano recuerda lo complicado que ha sido 2020, un año en el que se han tenido que ir sorteando cierres de territorios por el azote de la pandemia y restricciones. Pone como ejemplo que el pasado verano «hasta en dos ocasiones» un vuelo privado entre el Reino Unido y Palma fue desviado a Barcelona porque no se le permitía aterrizar en Son Sant Joan aduciéndose que no estaba permitido. Europair tuvo que intervenir para aclarar que no había restricciones en ese momento.

Verano récord

El gran boom de la aviación ejecutiva se produjo en julio pasado, cuando en Mallorca se alcanzaron 2.234 vuelos ejecutivos. Son Sant Joan registró 1.130 llegadas de jets (+20 % respecto a 2019) y 1.104 salidas (+17%). Alemania lideró los movimientos de vuelos privados (267, con un incremento del 92 %), seguida por otros destinos europeos (247), el Reino Unido (216, un 71 % más, país que instauró la cuarentena), España (138) y las operaciones interislas (135, con una subida del 39%).

Un mes antes, en junio, tan solo hubo desde Palma 252 llegadas de jets y 238 salidas. La caída rozó ese mes el 70 % en el contexto de una Europa que por fin abría fronteras. En agosto, cuando los países empezaron a dar marcha atrás desincentivando viajar con las cuarentenas, aun así Son Sant Joan sumó en total 1.802 vuelos privados. Alemania y destinos españoles siguieron experimentando alzas respecto a 2019.

Mientras en septiembre y octubre cayeron las operaciones , entre un 28% y un 20%, respectivamente –menos con España–. En noviembre volvió a subir la aviación ejecutiva, hasta un 21%, con 724 vuelos: con 159 movimientos a Alemania, 113 a destinos españoles, o 78 al Reino Unido.

Sobre cómo se comportará el sector en 2021 reina la incertidumbre. «No existe visibilidad ni sanitaria, ni política ni social», dice Gerardo Manzano.