Los 240 rastreadores con los que cuenta hasta ahora Balears recibirán la próxima semana el refuerzo de un centenar de militares, que desde ayer están recibiendo la formación específica para identificar a los contactos estrechos de los nuevos positivos de covid-19 y así evitar la propagación del virus. Se trata de la Misión Baluarte, que los soldados dicen afrontar “con mucha motivación” ya que se ponen al “servicio de la sociedad”.

En la sede logística de Angel 24, en Can Valero, donde se ha instalado la central de rastreadores, ocho soldados seguían ayer su cursillo para ser formadores de sus compañeros. Para esta misión, la Comandancia General de Balears aporta 88 efectivos del Ejército de Tierra, otros 11 del Ala 49 del Ejército del Aire y un marino de la Armada.

Cien militares comienzan su formación como rastreadores para el servicio de Salud B. Ramon

La próxima semana, organizados en tres grupos de 32 personas, los militares ya se dedicarán a rastrear a posibles nuevos positivos y Balears alcanzará la cifra de un rastreador por cada 3.000 habitantes, indicó ayer Eugenia Carandell, directora asistencial del Servei de Salut.

 “Su trabajo consistirá en entrevistar a la persona que tenga el SARS para que vaya recordando con quién estuvo, si estuvo un rato largo con alguien... y relatar las últimas horas con el fin de encontrar a esas personas”, comentó Carandell. El objetivo es “cortar las cadenas de transmisión”, añadió.

“Esta misión es relativamente nueva, pero desde que tenemos esta crisis sanitaria, en el Ejército, ya hemos estado haciendo estas labores de rastreo dentro de las unidades”, explicó el comandante Lorenzo Corellano.

Muy cerca de la sala de formación, que ayer resultó demasiado pequeña para acoger a todos los medios de comunicación convocados, se halla la central de rastreadores y de atención telefónica para dudas sobre la covid. Allí, en un espacio contiguo, ya se están instalando los ordenadores para los militares.

El Servei de Salut está comunicando los resultados de las PCR en un plazo de 24-48 horas, aunque Carandell admitió que podía haber algún caso en que la comunicación se hubiera retrasado. En todo caso, “lo más importante es el aislamiento y luego la PCR”, insistió.