"A corto plazo tengo esperanza en Alemania y en el Reino Unido - "a pesar de la política esquizofrénica de Boris Johnson-". Antoni Munar, convencido de que "no hay un destino sustituto de España", manifiesta confianza en que lo de Londres se arreglará por la presión del sector turístico británico. El gestor turístico, en el año que ni siquiera se pudo celebrar la feria ITB, apunta a que antes "en Berlín ya se sabía cómo iba a ir la temporada".

Eso era antes. Y también "hace veinte años que debatimos sobre cómo diversificar la estructura económica balear", observa Antoni Riera, a quien lo de hablar de "cambio de modelo" no le "gusta", prefiere "estructura". "Lo que nos ocurre no es por la especialización en turismo, es por la pandemia". "Ahora se ha puesto el dedo en todo lo que no funciona: residencias, calles de fiesta o hacinamiento en viviendas". La crisis sanitaria "lo está mostrando y acelerará esa transformación", augura el director técnico de la Fundació Impulsa.

Sobre lo que se llevará la pandemia por delante, Munar apunta a que solo "las empresas más preparadas, con fortaleza tecnológica, aguantarán".

La atomización del sector, "que nos resta competitividad", afirma por su parte el vicedecano de Turismo de la UIB, Tolo Deyà, va a conllevar concentración empresarial en hotelería y oferta complementaria. Tendencia que ya se ha visto este 2020 por "el agujero" de Thomas Cook con compras de hoteles y absorciones por parte de cadenas, fondos y socimis (sociedad anónima cotizada de inversión en el mercado inmobiliario). Las víctimas, hoteles independientes en los que se dificulta la gestión familiar y este año no pueden jugar a concentrar clientes.

Hay que modernizar la estructura económica balear sobre la base de la productividad, defiende Riera. "Que haya más o menos turismo o industria no es garantía de que un país prospere", añade. "Prospera porque lo hace muy bien y Balears está haciendo algo en cantidad no muy bien".

Sobre el debate perpetuo de la dependencia turística de la economía isleña -"al final todo sigue igual"-, el economista Aleix Calveras aduce que "en cualquier planteamiento en Balears el sector turístico tendrá un papel principal", lo cual considera "innegable y bueno" para aprovechar su ventaja comparativa frente a otras regiones.

Elevar la ecotasa

Claro, tenía que emerger otro "tema recurrente que es el tipo de turismo, por volumen o por mayor calidad", agrega Calveras. El docente de la UIB tiene clara su postura: "Ojalá hace veinte años se hubiera aprobado una ecotasa de verdad, con una cuantía significativa".

Un impuesto "mucho más elevado" -que también cumple dos décadas con críticas desde el sector fundamentadas en la merma de la competitividad-, "hubiera implicado que habríamos llegado hace un año a una situación con un modelo turístico de más calidad, mayor valor añadido, etc., y menos masificado que en 2019".

De cara al futuro, continúa Calveras, "es muy complicado hacer cambios cuando tienes una infraestructura muy grande y un volumen de trabajadores y población que se han incrementado muchísimo". El camino, reducir plazas por el exceso de capacidad a corto plazo.

Sin turismo tenemos mil hoteles casi vacíos en la isla y un desempleo en la comunidad del 15,9% en el segundo trimestre, por encima de la media estatal.

Falta sumar que el archipiélago es un destino de recursos "limitados en territorio, agua y energía", subraya Antoni Munar. "Si se puede hacer un Silicon Valley, chapó", añade.