El Indice de Presión Humana, el indicador que mide la saturación, se desploma en Baleares como consecuencia de la crisis de la Covid-19, que por primera vez invierte completamente una tendencia marcada en los últimos veinte años por crecimientos desmesurados y cada vez más prolongados en el tiempo, a medida que las temporadas turísticas se extendían más allá de los meses de julio y agosto.

Según la información publicada por el Observatori Social de les Illes Balears, a partir del muestreo de Ibestat que recoge datos hasta abril (el Estado de Alarma por la crisis del coronavirus se decretó el 15 de marzo), el Indice de Presión Humana cayó hasta abril un 19%, al pasar de 1.512.128 personas en Baleares en abril de 2019 a 1.230.225 en abril de 2020.

El descenso de la carga demográfica que se produce al sumar la población real y flotante en las islas, lleva además al indicador a niveles de 1997, hace 23 años, después de un crecimiento de 45,7% en los últimos 20 años, lo que supuso un aumento de 641.210 personas en el Indice de Presión Humana.

Un valor global siempre creciente

Según el Observatori Social de les Illes Balears, el Índice de Presión Humana encontró su máximo en el 2017, pero en conjunto, su tendencia es creciente. Si bien es cierto que los años posteriores a 2017 registran unos máximos menores, hay que tener en cuenta que la actividad turística ya no se concentra únicamente en los meses de verano, y esto hace que aumente el valor global.

El valor máximo se reduce a partir de 2017, pero no su valor global, puesto que el número de turistas no llega a 1.500.000 el 2017 y supera esta cifra el 2019. De hecho, la diferencia entre la presión de julio y de agosto se hace cada vez más estrecha, lo que significa que las islas soportan un número de personas muy elevado, demasiado elevado, durante más tiempo.

A pesar de que los datos referentes a 2020 solo contabilizan hasta el mes de abril, la bajada de turistas es destacable. Y es que, generalmente, durante el meses de enero y febrero se dan los valores mínimos de presión humana, porque el turismo decae hasta que empieza la temporada otra vez, hacia abril. Además, día 11 de marzo, la OMS declaró el coronavirus como una pandemia y la posibilidad de viajar se complicó mucho, a tres días de la declaración del Estado de alarma en España.

El efecto más evidente de la presión humana es la saturación de espacios naturales, centros urbanos y rurales que tienen un papel importante en la consecución del bienestar de las personas que habitan el territorio, pero también en la cadena de valor de la industria turística.

La dirección general de Recursos Hídricos detectó que la presión humana de las islas va aparejada a la saturación y a vertidos de depuradoras que acaban contaminando las aguas de costa y los acuíferos.

Además, es destacable un aumento en el consumo de agua, pasando de 84.938 hectómetros cúbicos en 2000 a 101.605 hectómetros cúbicos el 2018.

Aun así, los efectos de la presión humana son lentos, pero se extienden por el territorio y afectan de manera principal a plantas, animales, ecosistemas, suelo y agua.