—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: “¿Se puede desvelar el final de ‘Cataluña, año cero’?”

—Jajaja. Tras lo ocurrido, estamos comenzando una nueva etapa y tenemos que hacer el esfuerzo a partir de la cita de Jankélévitch, “el principio de todo es el coraje”.

—Deberá empezar por explicar el título.

—Roberto Rossellini dirige Germania, anno zero al final de la guerra, pensando en la reconstrucción. No es la misma situación pero, valga la perogrullada, también en Cataluña hay que empezar por el principio.

—¿Ha sido la “ensoñación” más cara de la historia?

—Los magistrados del Supremo califican lo ocurrido de “ensoñación”, “fingido liderazgo” o “quimera”. Son términos ofensivos para los dirigentes independentistas, les llaman farsantes.

—Ese lenguaje ha causado estupefacción.

—Según mis contactos, la fiscalía del Supremo considera que el Tribunal ha frivolizado con esas definiciones. Se ha apuntado a la versión de la consellera Clara Ponsatí, “estábamos jugando al póker, íbamos de farol”.

—¿Marchena solo trabaja para Marchena?

—Ha hecho del juicio un traje a su medida, se erige en protagonista central, dirige el tráfico con intervenciones excesivas inhabituales en un proceso. Cuando Marchena primero se cabrea con el letrado Benet Salellas, y después le apunta profesoral “correcto, mucho mejor”, el actor desborda al personaje que construyó.

—¿La Policía y la Guardia Civil están ideologizadas?

—Hay un prejuicio, y todas las actuaciones de inteligencia de la Guardia Civil y la Policía Nacional hablan de una insurrección en Cataluña desde la Diada de 2012. Debía eclosionar más pronto que tarde, pero ha sido más tarde porque pasan nada menos que cinco años hasta 2017.

—¿Los fiscales del Supremo son tan malos como parecen?

—No es un problema de calidad, sino de que estaban obnubilados, monopolizados por la determinación de plantear la rebelión contra viento y marea. Se escoran porque toda la instrucción exprés de Llarena en plan Reina Madre está absolutamente sesgada. Y estaban seguros de que con Marchena ganaban, no tenían ninguna duda al respecto.

—¿Puigdemont volverá esposado?

—Ufff, largo me lo fiáis. El último elemento en sumarse es el abogado general de la UE, al decidir que un eurodiputado es electo al ser votado, que no necesita confirmación ni su condición se anula por incumplir los trámites. También dice que la cuestión prejudicial planteada por el Supremo es una maniobra. Se creen que todos los demás son tontos.

—¿La sedición amenaza ahora a cualquier protesta?

—Tal como el Supremo la construye sobre las manifestaciones del 20 de septiembre y el 1-O, la sedición se ha cotidianizado. Ocurrió con la kale borroka, que pasó de un disturbio del orden público a terrorismo hasta que una sentencia dijo lo contrario. Ya tenemos una involución por la ley mordaza, y ahora hay quien persigue la vasquización de Cataluña, con la voluntad de abordar los cortes de carreteras como actos terroristas.

—En Madrid le consideran a usted un traidor.

—La polarización actual lleva a valorar dónde escribes y no lo que escribes, pero francamente no he tenido problemas por intervenir en medios catalanes. He seguido el juicio, mis contactos con las fuentes y magistrados son buenos. Tengo una reputación que no se destruye así como así, y además continúo sin hacer opinión, doy información.

—¿Los ERE son lo mismo que Gürtel?

—La malversación a Griñán es el peor escenario. El Supremo escribió negro sobre blanco que no hubo enriquecimiento personal, y esto lo diferencia de Gürtel. Ahora bien, es un caso muy relevante que interfiere en la creación del nuevo Gobierno.

—¿Por qué da más miedo el vicepresidente Iglesias que el vicepresidente Rato?

—Iglesias ha valorado ser pieza clave del Gobierno, así que va a moderar notablemente sus exigencias. Hay un setenta por ciento de probabilidades a favor de la coalición más una constelación de partidos.

—¿Y de lo contrario?

—No veo unas terceras elecciones, pero en esta montaña rusa no se puede descartar que el fracaso de la negociación lleve a un gobierno monocolor del PSOE, con la abstención del PP. Es surrealista pero, ¿hay algún antídoto contra el surrealismo en la España actual?

—Cataluña, año 2030.

—Quería titular el libro Cataluña, 2084, pero me pareció un horizonte lejano. Oriol Junqueras piensa en la Cataluña de 2030, con la esperanza de que la juventud actual acabará con una desafección mayor hacia España que su generación, y que todo será más fácil. El exministro Luis de Guindos encarecía a Junqueras porque “es independentista, es religioso, y me ha dicho a mí mismo que la independencia de Cataluña es imposible. Buscaba un status para los próximos 25 años”.