Las oficinas de Thomas Cook en su sede de Son Valentí en Palma viven días de zozobra por todas las vidas que hay detrás. Son economías familiares cuya supervivencia pende de un hilo. Los largos plazos que se avecinan para liquidar el reguero de desastre que ha provocado la caída de Thomas serán eternos para las familias cuya vida acaba de dar un vuelco de la noche a la mañana. De poco les sirve hoy el consuelo de que mañana "el mercado lo va a reubicar todo, solo hay que dar tiempo a otras aerolíneas y turoperadores", recuerdan fuentes del sector financiero.

Ya no hay vuelta atrás en la forma de viajar y organizar las vacaciones en un mundo digital. "Los Booking y Expedia tienen un nivel de compromiso cero", dice un hotelero. O sea, nada de "base de operaciones, aviones y empleados" como Thomas Cook o TUI en Mallorca."La solución no es firmar muchas camas, sino pocas y buenas", añade. Los ciudadanos que sufren la saturación turística agradecerían la llegada de menos turistas. También llama la atención por "la falta de previsión" de los hoteleros afectados por la quiebra.

A Toni Munar también le cuesta creer "que hubiera gente que no actuara viendo cómo le iba" al grupo británico bajo una dirección por lo menos irresponsable. "¿Si tienes la deuda que tienes cómo montas una central en el polígono?, reprocha a Thomas Cook.