Cualquiera que haya paseado por las calles de Santa Maria del Camí habrá reparado en él. El antiguo convento de la Soledad que perteneció a los Mínimos, orden fundada en 1682, su inigualable claustro de estilo renacentista con arcadas, su galería con columnas y la belleza de sus jardines y sus fuentes brillaron ayer con luz propia para recibir a los cerca de doscientos invitados al cóctel benéfico de la Orden de Malta en Mallorca, una velada solidaria indispensable en la agenda de los mallorquines y que tras la pandemia se ha retomado con fuerza.
F. Oliver, Ga. Arrom, la Duquesa de Maura, C. Pascual, Patricia Conrado, Mercedes Quiroga y J.F. Conrado.
Vanessa Sánchez
Cualquiera que haya paseado por las calles de Santa Maria del Camí habrá reparado en él. El antiguo convento de la Soledad que perteneció a los Mínimos, orden fundada en 1682, su inigualable claustro de estilo renacentista con arcadas, su galería con columnas y la belleza de sus jardines y sus fuentes brillaron ayer con luz propia para recibir a los cerca de doscientos invitados al cóctel benéfico de la Orden de Malta en Mallorca, una velada solidaria indispensable en la agenda de los mallorquines y que tras la pandemia se ha retomado con fuerza.
Can Conrado, escenario de la cena benéfica.
Vanessa Sánchez
Cualquiera que haya paseado por las calles de Santa Maria del Camí habrá reparado en él. El antiguo convento de la Soledad que perteneció a los Mínimos, orden fundada en 1682, su inigualable claustro de estilo renacentista con arcadas, su galería con columnas y la belleza de sus jardines y sus fuentes brillaron ayer con luz propia para recibir a los cerca de doscientos invitados al cóctel benéfico de la Orden de Malta en Mallorca, una velada solidaria indispensable en la agenda de los mallorquines y que tras la pandemia se ha retomado con fuerza.
Miralles, Zaforteza, Padre Jesús, Vidal y Pascual.
Vanessa Sánchez
Cualquiera que haya paseado por las calles de Santa Maria del Camí habrá reparado en él. El antiguo convento de la Soledad que perteneció a los Mínimos, orden fundada en 1682, su inigualable claustro de estilo renacentista con arcadas, su galería con columnas y la belleza de sus jardines y sus fuentes brillaron ayer con luz propia para recibir a los cerca de doscientos invitados al cóctel benéfico de la Orden de Malta en Mallorca, una velada solidaria indispensable en la agenda de los mallorquines y que tras la pandemia se ha retomado con fuerza.
Los condes de Olocau, Joaquín y Teresa, junto a su hija, Rebeca Puigdorfila, A. Pérez-Maura y J.F. Villalonga.
Vanessa Sánchez
Cualquiera que haya paseado por las calles de Santa Maria del Camí habrá reparado en él. El antiguo convento de la Soledad que perteneció a los Mínimos, orden fundada en 1682, su inigualable claustro de estilo renacentista con arcadas, su galería con columnas y la belleza de sus jardines y sus fuentes brillaron ayer con luz propia para recibir a los cerca de doscientos invitados al cóctel benéfico de la Orden de Malta en Mallorca, una velada solidaria indispensable en la agenda de los mallorquines y que tras la pandemia se ha retomado con fuerza.
Adrián Salazar, Ángel Saiz, A. Alomar, Virginia Basañez, Antonia Galmés, Carlos Montaner y Ascensión Verd.
Vanessa Sánchez
Cualquiera que haya paseado por las calles de Santa Maria del Camí habrá reparado en él. El antiguo convento de la Soledad que perteneció a los Mínimos, orden fundada en 1682, su inigualable claustro de estilo renacentista con arcadas, su galería con columnas y la belleza de sus jardines y sus fuentes brillaron ayer con luz propia para recibir a los cerca de doscientos invitados al cóctel benéfico de la Orden de Malta en Mallorca, una velada solidaria indispensable en la agenda de los mallorquines y que tras la pandemia se ha retomado con fuerza.
Cualquiera que haya paseado por las calles de Santa Maria del Camí habrá reparado en él. El antiguo convento de la Soledad que perteneció a los Mínimos, orden fundada en 1682, su inigualable claustro de estilo renacentista con arcadas, su galería con columnas y la belleza de sus jardines y sus fuentes brillaron ayer con luz propia para recibir a los cerca de doscientos invitados al cóctel benéfico de la Orden de Malta en Mallorca, una velada solidaria indispensable en la agenda de los mallorquines y que tras la pandemia se ha retomado con fuerza.