Renato tiene trabajo, es fijo desde hace un mes en una empresa constructora. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura. La opción de compartir una vivienda está ahí, «pero también has de tener suerte, que te la quieran alquilar, que el resto de personas que haya en el piso sean buenas, no den problemas. Ya veremos. Tengo que empezar a ahorrar, pero con los precios que hay veo difícil conseguir un piso para mí y para mi madre», subraya. «No puedo pagar lo que piden y alquileres sociales apenas hay», lamenta.
Renato cubre su rostro frente a las barracas emplazadas en el parque de sa Riera.
B. Ramon
Renato tiene trabajo, es fijo desde hace un mes en una empresa constructora. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura. La opción de compartir una vivienda está ahí, «pero también has de tener suerte, que te la quieran alquilar, que el resto de personas que haya en el piso sean buenas, no den problemas. Ya veremos. Tengo que empezar a ahorrar, pero con los precios que hay veo difícil conseguir un piso para mí y para mi madre», subraya. «No puedo pagar lo que piden y alquileres sociales apenas hay», lamenta.
Interior de la barraca de Renato, con su cama y una pequeña cocina de butano.
B. Ramon
Renato tiene trabajo, es fijo desde hace un mes en una empresa constructora. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura. La opción de compartir una vivienda está ahí, «pero también has de tener suerte, que te la quieran alquilar, que el resto de personas que haya en el piso sean buenas, no den problemas. Ya veremos. Tengo que empezar a ahorrar, pero con los precios que hay veo difícil conseguir un piso para mí y para mi madre», subraya. «No puedo pagar lo que piden y alquileres sociales apenas hay», lamenta.
Exterior de su chabola.
B. Ramon
Renato tiene trabajo, es fijo desde hace un mes en una empresa constructora. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura. La opción de compartir una vivienda está ahí, «pero también has de tener suerte, que te la quieran alquilar, que el resto de personas que haya en el piso sean buenas, no den problemas. Ya veremos. Tengo que empezar a ahorrar, pero con los precios que hay veo difícil conseguir un piso para mí y para mi madre», subraya. «No puedo pagar lo que piden y alquileres sociales apenas hay», lamenta.
Zona para tender la ropa.
B. Ramon
Renato tiene trabajo, es fijo desde hace un mes en una empresa constructora. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura. La opción de compartir una vivienda está ahí, «pero también has de tener suerte, que te la quieran alquilar, que el resto de personas que haya en el piso sean buenas, no den problemas. Ya veremos. Tengo que empezar a ahorrar, pero con los precios que hay veo difícil conseguir un piso para mí y para mi madre», subraya. «No puedo pagar lo que piden y alquileres sociales apenas hay», lamenta.
Otra de las infraviviendas vecina a la de Renato.
B. Ramon
Renato tiene trabajo, es fijo desde hace un mes en una empresa constructora. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura. La opción de compartir una vivienda está ahí, «pero también has de tener suerte, que te la quieran alquilar, que el resto de personas que haya en el piso sean buenas, no den problemas. Ya veremos. Tengo que empezar a ahorrar, pero con los precios que hay veo difícil conseguir un piso para mí y para mi madre», subraya. «No puedo pagar lo que piden y alquileres sociales apenas hay», lamenta.
Cacharros de cocina secándose al sol.
B. Ramon
Renato tiene trabajo, es fijo desde hace un mes en una empresa constructora. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura. La opción de compartir una vivienda está ahí, «pero también has de tener suerte, que te la quieran alquilar, que el resto de personas que haya en el piso sean buenas, no den problemas. Ya veremos. Tengo que empezar a ahorrar, pero con los precios que hay veo difícil conseguir un piso para mí y para mi madre», subraya. «No puedo pagar lo que piden y alquileres sociales apenas hay», lamenta.
Mininevera y otros utensilios.
B. Ramon
Renato tiene trabajo, es fijo desde hace un mes en una empresa constructora. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura. La opción de compartir una vivienda está ahí, «pero también has de tener suerte, que te la quieran alquilar, que el resto de personas que haya en el piso sean buenas, no den problemas. Ya veremos. Tengo que empezar a ahorrar, pero con los precios que hay veo difícil conseguir un piso para mí y para mi madre», subraya. «No puedo pagar lo que piden y alquileres sociales apenas hay», lamenta.
Renato tiene trabajo, es fijo desde hace un mes en una empresa constructora. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura. La opción de compartir una vivienda está ahí, «pero también has de tener suerte, que te la quieran alquilar, que el resto de personas que haya en el piso sean buenas, no den problemas. Ya veremos. Tengo que empezar a ahorrar, pero con los precios que hay veo difícil conseguir un piso para mí y para mi madre», subraya. «No puedo pagar lo que piden y alquileres sociales apenas hay», lamenta.