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Mar Ferragut Rámiz
Ver galería >Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
C. C.
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
M. F.
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
M. F.
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
M. F.
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
M. F.
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
M. F.
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
M. F.
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
M. F.
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
M. F.
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
Familia Cirera
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
Familia Cirera
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
Familia Cirera
Es un edificio que durante más de 30 años ha estado cerrado y ha pasado desapercibido. Aparece de frente justo al subir las escaleras de la Costa de la Seu, pero ni residentes ni turistas le dedicaban ni media mirada. Algún vecino de toda la vida sí comentaba al pasar «ésta es la casa más antigua de Palma»; algún visitante observador quizás se fijaba en la ornamentación de las dos ventanas principales. Pero poco más. Y mientras, dentro, en medio del silencio y la oscuridad, el austero patio, los arcos góticos y los detalles renacentistas aguardaban su momento para volver a mostrar su esplendor. Y ese momento ha llegado. Este mes de abril, después de un cuidadoso proceso de rehabilitación, este casal del siglo XV ha empezado su enésima vida al reabrir sus puertas como hotel boutique: Can Cirera. El propietario Miquel Cirera i Puig y su hijo Joan Cirera i Planas decidieron poner en marcha este proyecto de hotel familiar (tiene 19 habitaciones) para salvar el edificio de la ruina y garantizar su conservación. El objetivo era ambicioso y el proceso ha sido largo.
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