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Javier Fernández
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A mí me ha ocurrido en más de una ocasión lo que a doña Letizia este miércoles: coincidir en una fiesta con alguien que va vestida igual que tú; y también pensé eso de «tierra, trágame», lo mismo que le debió rondar por la cabeza a Inmaculada Vivas, la mujer que subió al escenario a recoger un galardón de manos de la reina y que se encontró con el mismo look. No suele pasar en la alfombra roja, pues los estilistas y las grandes marcas tienen línea directa y ya se aseguran de que no habrá repeticiones; incluso se sabe de vips que llevan dos mudas de ropa por si acaso. Me viene a la mente esa célebre frase del emperador Julio César: «La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo». En ese afán de Letizia de lucir ropa low-cost para dar protagonismo al acto y no a su presencia, se pierde parte de la esencia de la Institución y del papel que ella representa. Ni tanto, ni tan poco; ni tanta marca España, ni tanta internacional: todo en su justa medida.
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A mí me ha ocurrido en más de una ocasión lo que a doña Letizia este miércoles: coincidir en una fiesta con alguien que va vestida igual que tú; y también pensé eso de «tierra, trágame», lo mismo que le debió rondar por la cabeza a Inmaculada Vivas, la mujer que subió al escenario a recoger un galardón de manos de la reina y que se encontró con el mismo look. No suele pasar en la alfombra roja, pues los estilistas y las grandes marcas tienen línea directa y ya se aseguran de que no habrá repeticiones; incluso se sabe de vips que llevan dos mudas de ropa por si acaso. Me viene a la mente esa célebre frase del emperador Julio César: «La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo». En ese afán de Letizia de lucir ropa low-cost para dar protagonismo al acto y no a su presencia, se pierde parte de la esencia de la Institución y del papel que ella representa. Ni tanto, ni tan poco; ni tanta marca España, ni tanta internacional: todo en su justa medida.
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A mí me ha ocurrido en más de una ocasión lo que a doña Letizia este miércoles: coincidir en una fiesta con alguien que va vestida igual que tú; y también pensé eso de «tierra, trágame», lo mismo que le debió rondar por la cabeza a Inmaculada Vivas, la mujer que subió al escenario a recoger un galardón de manos de la reina y que se encontró con el mismo look. No suele pasar en la alfombra roja, pues los estilistas y las grandes marcas tienen línea directa y ya se aseguran de que no habrá repeticiones; incluso se sabe de vips que llevan dos mudas de ropa por si acaso. Me viene a la mente esa célebre frase del emperador Julio César: «La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo». En ese afán de Letizia de lucir ropa low-cost para dar protagonismo al acto y no a su presencia, se pierde parte de la esencia de la Institución y del papel que ella representa. Ni tanto, ni tan poco; ni tanta marca España, ni tanta internacional: todo en su justa medida.
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A mí me ha ocurrido en más de una ocasión lo que a doña Letizia este miércoles: coincidir en una fiesta con alguien que va vestida igual que tú; y también pensé eso de «tierra, trágame», lo mismo que le debió rondar por la cabeza a Inmaculada Vivas, la mujer que subió al escenario a recoger un galardón de manos de la reina y que se encontró con el mismo look. No suele pasar en la alfombra roja, pues los estilistas y las grandes marcas tienen línea directa y ya se aseguran de que no habrá repeticiones; incluso se sabe de vips que llevan dos mudas de ropa por si acaso. Me viene a la mente esa célebre frase del emperador Julio César: «La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo». En ese afán de Letizia de lucir ropa low-cost para dar protagonismo al acto y no a su presencia, se pierde parte de la esencia de la Institución y del papel que ella representa. Ni tanto, ni tan poco; ni tanta marca España, ni tanta internacional: todo en su justa medida.
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A mí me ha ocurrido en más de una ocasión lo que a doña Letizia este miércoles: coincidir en una fiesta con alguien que va vestida igual que tú; y también pensé eso de «tierra, trágame», lo mismo que le debió rondar por la cabeza a Inmaculada Vivas, la mujer que subió al escenario a recoger un galardón de manos de la reina y que se encontró con el mismo look. No suele pasar en la alfombra roja, pues los estilistas y las grandes marcas tienen línea directa y ya se aseguran de que no habrá repeticiones; incluso se sabe de vips que llevan dos mudas de ropa por si acaso. Me viene a la mente esa célebre frase del emperador Julio César: «La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo». En ese afán de Letizia de lucir ropa low-cost para dar protagonismo al acto y no a su presencia, se pierde parte de la esencia de la Institución y del papel que ella representa. Ni tanto, ni tan poco; ni tanta marca España, ni tanta internacional: todo en su justa medida.
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