1. Sin Morata, sin 'nueve'

Llegó el día de la suplencia de Álvaro Morata. Acompañada, también, de la de Gerard Moreno. Luis Enrique sentó a los dos nueves puros que tiene ante dos centrales de vieja escuela, Bonucci y Chiellini, a quienes complace tener el referente de un delantero. Aunque luego Morata, a quien conocen bien de la Juventus, les amargó en su magnífica aparición para equilibrar el marcador. También salió Gerard, anclado en la banda derecha, cuando había que equilibrar el gol de Chiesa.

Dani Olmo, el recambio de Morata, fue un tormento. Para los centrales y para toda Italia, porque apareció en todos los sectores del campo hasta acabar de extremo. Desde el inicio ejerció el futbolista catalán de falso delantero centro, derrochando mucha movilidad y ofreciendo constantes líneas de pase a los medios, ya que los centrales no salieron de su sitio y Jorginho estaba de espaldas. Olmo remató con peligro, desbordó con brillantez y dio la gran asistencia a Morata. Solo falló el penalti. Por lo demás, estuvo impecable.

Dani Olmo, en una acción del italia-España. EFE

2. Posesión con especialistas

España dobló a Italia en pases ya en el primer tiempo. Quiso el balón y lo tuvo. Italia midió mucho los momentos de presión para intentar algunos robos y prefirió ordenarse atrás, aunque mantuvo la defensa adelantada. El primer tiempo fue casi un monólogo español. Como el segundo. Como la prórroga.

Sobresalieron los jugadores más acostumbrados a jugar sin espacios: Busquets y Pedri encontraron pases dentro y también Èric Garcia, donde siempre podían detectar a Olmo, con lo que a España le falta aún tiempo para cuajar al equipo y más futbolistas capaces de jugar bajo presión. Pedri falló el primer pase en la prórroga. Thiago, en cambio, se obstinó en jugar largo y se perdió la conexión.

Verratti intenta arrebatar el balón a Pedri. EFE

3. Presión que no funciona

Luis Enrique emparejó a cada uno de sus jugadores con un rival cuando Italia quiso empezar desde atrás,. Tuvo que hacerlo, con cierto riesgo, Donnarumma. La presión de España no funcionó, sobre todo en el lado izquierdo: Oyarzabal estuvo con Chiellini y a Emerson le saltaba algo tarde Azpilicueta. con lo que Verratti (Koke) e Insigne (Èric) tenían espacio para recibir y controlar. Todo el peligro transalpino llegó por la banda izquierda. Hasta que desapareció Insigne, sustituido por Mancini.

Jordi Alba, con Chiesa en un momento del Italia-España. EFE