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De safari

La campaña electoral llega a Son Banya: “Vivimos y dormimos entre porquería, no podemos más”

Juan Amaya abrió su casa a Vox: «Mis hijos tienen conjuntivitis de la porquería que sale del váter y los desagües, llevo dos años esperando un piso digno» - La CUP pintó una rayuela y jugó a la pelota en plena plaza Sant Francesc

Estampa, ayer, a la entrada del poblado de Son Banya. M.E.V.

La campaña electoral se ha metido hasta en el baño de la casa de Juan Amaya, vecino de Son Banya. La suya es una de las infraviviendas del poblado que Cort anunció que desmantelaría por completo en 2021, luego retrasó su ejecución a 2023. «Estamos hartos de promesas, con todos ha sido igual. Y aquí seguimos», lamenta. «Nos sale mierda por los desagües porque el sistema de las cloacas se atasca. No nos podemos duchar. Mis hijos pequeños han cogido conjuntivitis y el médico ha dicho que probablemente sea de esta porquería», comenta irritado este vecino frente a Fulgencio Coll, candidato a la alcaldía por Vox.

En la vivienda de Juan viven doce personas. Hay ropa por todas partes. Una joven duerme en una habitación con la puerta abierta. Está oscuro, las paredes ennegrecidas. La estampa bien podría ser una instantánea de Emilio Morenatti. Hay una cabra que mira la escena desde una silla en pleno salón. Las calles, sin asfaltar, están llenas de basura. No hay niños. Están en el colegio, «en eso sí nos han ayudado. Viene un bus que los recoge y los trae de vuelta».

El tiempo aquí corre distinto. El general del partido de ultraderecha confiesa que la primera vez que estuvo en Son Banya tuvo un déjà vu de sus años de servicio: recordó aquellos núcleos de barracas donde sobrevivía la gente en Irak. «Ahora hay unas ochenta familias que viven en unas condiciones que no son de un país europeo. Esto tendría que haberse desmantelado en tres años, se acordó en el pleno, pero nada. Garantizo que procuraremos el acceso a la vivienda a estas personas, calculamos que harán falta cincuenta, y pondremos fin al poblado», promete el político, acompañado por una comitiva donde destaca la exsenadora Gari Durán, preocupada por los pequeños y su futuro. «Los que no quieran marcharse de aquí deben hacerlo por los jóvenes, por su futuro, hay que convencerles», insiste a uno de los representantes del poblado, Juan Pedro Cortés, quien maneja a la perfección el catalán.

Representantes de Vox junto a los dirigentes del poblado. | M.E.V.

«Ni Hila ni Armengol han cumplido en estos cinco años. Con los mejores presupuestos de la historia han dado la espalda a estas personas. Con ellos no ha habido ni rastro de socialismo ni comunismo», declara Coll.

En el poblado no hay carteles electorales ni banderolas. Hay hombres frente a las casas entablando conversación. Un joven con un mechón de colores tiene a un gallo cogido por las patas. Los vehículos entran y salen a menudo. A veces son buenos coches. Las mujeres no abren boca. Un señor de 67 años enfermo, Antonio Amaya, también quiere un piso digno. La covid casi se lo lleva por delante. Quiere invitar a este periódico a visitar su casa, pero los dirigentes del poblado se niegan. «¿Quieres problemas? El paseo se hace con nosotros», espetan. Las palabras abandono y discriminación resuenan en algunas de las historias que cuentan sus habitantes. «Hasta les dan casas a los ucranianos que vienen huyendo de la guerra», dicen. «Y aún tenemos tejados de uralita», añaden. El presidente de la asociación de la comunidad gitana asegura que darán cobertura a los partidos que les han tendido la mano para ayudarles,» como por ejemplo Vox. Luego que la gente vote a quien quiera», dice Carlos Cortés Rado. Pese a ello, en el poblado se respira desapego por la política. Y rabia. Y frustración. Dos sentimientos que, guste o no, mueven electorado. Sobre todo si éste cae convencido por discursos populistas.

La CUP-Crida per Palma, ayer, en la plaza Sant Francesc. | M.E.V.

En otro orden de cosas, la campaña también se trasladó ayer al corazón de la gentrificación palmesana: la plaza Sant Francesc. En este caso la CUP-Crida per Palma pintó una rayuela en el suelo y algunos de sus integrantes jugaron con un balón de fútbol. El motivo: apropiarse de la plaza. «El espacio público ha caído en manos privadas en Palma con tantas terrazas», considera su candidata Jero Bonnín. «Proponemos peatonalizar todo el centro, pero ello debe ir acompañado de un plan de gestión, como la regulación de los precios de la vivienda, para evitar que los especuladores se aprovechen», dice. El acto de la CUP tuvo un problema: escasos potenciales electores con derecho a voto atraviesan el casco histórico, completamente tomado y diseñado para los nunca olvidados ni abandonados turistas.

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