Uno de los valores que se cotiza al alza en las empresas es el grado de implicación de las personas que la forman, el cual es directamente proporcional al valor de la misma. A mayor implicación de sus equipos, mayor será el valor de la organización en la totalidad del conjunto de sus elementos, pero sobre todo en el aspecto más intangible, que son las personas que la integran y la constituyen. Y aunque uno de los principales objetivos de una organización es maximizar los beneficios, estos serán inalcanzables sin incorporar en toda la estructura un alto nivel de implicación.

Una de las preguntas que lanzo en algunos de los talleres formativos que llevamos a cabo, sobre todo cuando trabajamos cultura de empresa, es si es mejor equipos implicados o equipos comprometidos. La primera vez que oí hablar de Implicación o Compromiso dentro de una organización fue a través de la fábula del cerdo y la gallina:

Una gallina y un cerdo paseaban por la calle cuando de repente la gallina le dijo al cerdo: ¡oye cerdo!, ¿qué te parece sin nos asociamos y abrimos un restaurante? Me parece una buena idea, dijo el cerdo… ¿Y cómo lo llamaríamos?, la gallina pensó un poco y contestó, ¿por qué no lo llamamos “huevos con jamón”? El cerdo se detuvo, hizo una pausa y contestó: pensándolo mejor, creo que no voy a abrir un restaurante contigo”

Es obvio que nada es gratis, y si uno quiere conseguir algo, y que este algo sea, bueno y que perdure en el tiempo, en definitiva, sostenible, tiene que dar algo a cambio. Cuando hablamos de compromiso, hacemos referencia a un nivel máximo de implicación, es la diferencia entre la medalla de oro o la de plata. Cuando adquirimos este nivel de compromiso hacemos nuestro el objetivo y, por lo tanto, convertimos el alcanzarlo en un reto atractivo. Esta es la diferencia entre un equipo común, o un equipo de Alto Rendimiento… la diferencia entre lo común y el éxito.

Pero el compromiso dentro de una organización no surge de manera espontánea, sino que ese nivel de compromiso se adquiere y se contagia, pero para ello requiere de una sincera conversación del grupo a partir de un liderazgo que tenga en cuenta la necesidad del equipo, pero sobre todo de un líder que aúne y cohesione al equipo.

El compromiso debe ser el vínculo entre los profesionales y las organizaciones y debiera ser considerado de tres formas:

1-. Compromiso emocional: Crear y consolidar un apego afectivo que ayude a identificar a cada profesional con los valores y la cultura de la organización.

2-. Compromiso tangible: Que exista una percepción real del profesional en referencia a lo que recibe por parte de la organización basándonos en su productividad y la consecución de sus objetivos y viceversa.

3-. Compromiso ético y moral: Que es esa capacidad de actuar conscientemente con unos valores consecuentes entre lo que creemos y como actuamos.

¿Te has preguntado si estás comprometido o implicado en tu organización?