Hay palabras que dan sentido a una lengua, insultos cuya sonoridad y capacidad de énfasis es muy superior en lengua vernácula y expresiones que definen mejor que nadie la pertenencia a un grupo determinado. Una de mis palabras favoritas en mallorquín es “ormetjos”, la utilizo indiscriminadamente para cualquier tipo de actividad e incluso la he “verbalizado” y la coloco a piñón en cualquier tipo de contexto con la fórmula “ormetgear” (algo así como preparar para). “¿Has ormetgeado la mochila?”. Siempre me ha apasionado la etimología, saber y conocer de dónde vienen las palabras y cómo se han ido conformando y evolucionando a lo largo de los siglos. Vocablos como cap de fava o uro (no el bóvido europeo extinguido de los crucigramas), sino la muy mallorquina y mucho mallorquina exclamación de sorpresa, nos definen más como grupo que cualquier otro rasgo físico o de RH.

Si tecleas en Google la palabra “ormetjo” te proporciona escasos resultados (lo que me llena de orgullo y satisfacción) aunque todos los nativos insulares sabemos que los ormetjos son los útiles y aparejos de pesca deportiva. Quién sabe si dentro de cientos y cientos de años el palabro “ormetjo” habrá evolucionado y tenga una acepción propia, como si ocurrió con la palabra “Belittle” (hacer pequeño, menospreciar o denigrar) acuñada por Thomas Jefferson (uno de los padres de la patria americana). Benjamín Franklin, por su parte, publicó en 1768 un artículo titulado A Scheme for a New Alphabet and a Reformed Mode of Spelling. En él, incluyó palabras como honor (honour), theater (theatre), plow (plough) y curb (kerb), dando origen a su nueva ortografía. Y no fue hasta 1806 cuando Noah Webster, un modesto profesor de escuela, publicó el American Speller (un preludio de su monumental obra American Dictionary of the Engish Languaje, 1828), dónde se sentaron las bases de lo que hoy es el idioma americano.

En respuesta a la pregunta que encabeza este artículo, EEUU no tiene idioma oficial. No está determinado ni en su constitución, ni en ningún documento oficial. Simplemente, es comúnmente aceptado basándonos en un derecho consuetudinario.

¿Y por qué he ormetgeado toda esta explicación lingüístico-etimológica?. Pues porque soy de la idea (compartida por poca gente, la verdad) de que no existirá una verdadera idea de unión europea (como muy bien entendieron Jefferson, Franklin y Webster en el caso americano) hasta que no puedas ir desde Cádiz hasta el Cabo Norte (el punto más septentrional de Europa) hablando una lengua común y pudiendo vivir y trabajar sin barreras idiomáticas (un esperanto del siglo XXI). Todos los que nos hemos criado en una comunidad bilingüe sabemos que no entraña especial dificultad expresarse en dos idiomas. Muchos de nuestros hijos lo hacen además y de manera fluida en tres idiomas y algunos (a los que odio en silencio) en cuatro o más. Eso sin contar a los que además saben música y dominan el lenguaje musical. Una lengua más.

Sin entrar en ventajas obvias en materia laboral, de ocio, de viajes… Desde el punto de vista de la ciencia, el bilingüismo se asocia con más y mejores habilidades cerebrales, mejora la capacidad para resolver problemas, incide directamente en la mejora de la memoria y el pensamiento, proporciona herramientas más eficaces de comprensión social, protege contra el Alzheimer y retrasa la aparición de enfermedades neurodegenerativas. Constituye un entrenamiento permanente para estimular y aumentar las conexiones neuronales. Según el Eurobarómetro, el 54% de los europeos son bilingües, por lo que trasladar esa idea a un idioma común no suena tan descabellada. La comunicación de los adolescentes mediante emojis ya es en sí misma un inicio incipiente hacia un nuevo modelo de comunicación.

La auténtica paradoja se dará cuando un belga de la zona flamenca se conforme con dominar el neerlandés y el ormetgense (llamemos así a la nueva lengua), un gallego se desplace a vivir a Madrid sin saber castellano, un francés dijó yeah yeah y un inglés dijó Oh La La!!!. Me siento flaco morena.

Me gustaría ver por un agujerito a los que ahora menosprecian las lenguas minoritarias si la aparición tsunámica del ormetgense arrinconara otras lenguas que en la actualidad parecen gozar de excelente salud. Haríamos unas risas. Seguro que los que dominaban el latín clásico pensaron que tenían idioma para los próximos mil años.

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