Y es que las consecuencias de unos nuevos valores humanistas serán en casi todo distintos a los hábitos cargados de excesos exhibicionistas y con muy poca carga de eficacia para asegurarnos el éxito, donde el estar atentos se sustituyó por el estar contentos y las causalidades por las casualidades, el esfuerzo del buen trabajo diario por las maniobras especulativas, siendo muchos los que se creían inmunes a sus despropósitos y que la lujuria era un regalo del cielo que les mantendría jóvenes y bellos(as), ricos(as) y ociosos(as) toda la vida sin tener que atenerse a las consecuencias. Muy pocos son realistas y objetivos cuando hablan de los tsunamis que se acercan y de sus consecuencias, concretando las decisiones entonces contracorriente y, por lo tanto, difíciles de comprender y aún más de tomar.  

Como que los descensos lentos en la abundancia no interesaba reconocerlos, nos fuimos creyendo que estamos instalados de forma permanente en el plácido y facilón mercado de demanda, sin querer aceptar que tenemos encima y desde hace tiempo una oferta galopante, excesiva, veloz y, en consecuencia, supercompetitiva y global oferta gracias a las nuevas tecnologías, donde los clientes pueden escoger y, por lo tanto, ser más exigentes, queriendo más por menos.

Para volver a satisfacer a los clientes debemos incorporarnos cuatro nuevos conceptos en nuestra forma de pensar, verbalizar y actuar: 

  1. La dirección repetitiva, casi fotocopia de un año sobre el anterior, debe sustituirse por el liderar de la nueva época, más humanista, más próximo, con más pedagogía, más austero, más riguroso, más selectivo, más eficiente y con la misión “de la felicidad rentable” 
  2. Del falso e hipócrita el sueldo lo paga la empresa a creerse y actuar en consecuencia de: "el sueldo lo pagan las ventas, por lo que si no hay ingresos, no hay sueldos". El líder público y privado tendrán, en esta nueva época más competitiva, que rodearse de profesionales competentes que compartan los valores de las buenas personas; cambiando con vigor los privilegios laborales que en ocasiones que han llegado a creerse que el puesto de trabajo es de su propiedad, cuando su patrimonio debería ser su formación constante, polivalente, emocional y actualizada para poder ser empleable, porque lo de ser empleado fijo para toda la vida se acabó si de verdad queremos reducir el paro. 
  3. Si a esta explosión de más exigencias por parte de los clientes, le sumamos el deseo de querer salir a premiarse porque ya no nos conformamos con “estar de vacaciones”, queriendo ahora “ser felices” en función de las circunstancias, distracciones y especialidades que conforman la felicidad personal.  
  4. Las nuevas tecnologías están convirtiendo el exhibicionismo de las quejas y satisfacciones de los clientes en mediático a tiempo real y global, lo que está convirtiendo, en cada acto, al empleado en un “actor mediático en cada reacción con los clientes” donde nos la estamos jugando todos porque la suma de apariciones mediáticas ayuda a conformar nuestra “marca” y sin una marca positiva solo se recogen "precios de subasta". Estos cambios, en forma de lentos tsunamis, no retrocederán. Todo lo contrario, el cliente querrá ser más exigente, más feliz y más protagonista mediático de sus satisfacciones y decepciones. 

Analizado “el que ha pasado y seguirá pasando”, nos toca proponer aquellas actuaciones que nos ayuden a “reinventar a todo y a todos” para volver a tener el deseo de:

  • Ser únicos
  • Ser distintos
  • Ser distraídos
  • Ser mediáticos
  • Ser superamables

Como siempre quedo a su disposición en dbiosca@educatur.com tanto en las coincidencias como en las discrepancias.