El supuesto es el siguiente: creo la página web de mi negocio, dando con ella acceso a mis productos o servicios, facilitando varias vías de contacto, las últimas noticias de mi día a día, la posibilidad de suscribirse a mi boletín de noticias o incluso la opción de comprar en línea.

Dado el buen trabajo realizado, la calidad de mis productos o servicios y el tiempo dedicado a ello, la misma va creciendo en popularidad y reputación, posicionándose cada vez mejor y generando mayor visibilidad, facturación y buen nombre.

El mercado en el que me muevo es activo y competitivo, así que hay rivales a tener en cuenta, pero la competencia en general es sana.

Hasta que un día, mientras buscaba causalmente en Internet o por haberlo comentado un conocido o cliente, descubro que alguien ha creado la misma web que tengo, copiado todo su contenido y la única diferencia está en el dominio, que es igual pero añadiendo una letra. Por ejemplo, una “S”.

En cuestión de semanas o meses esa copia comienza a ganar posicionamiento online, pierdo ventas, confunde a clientes actuales, me hace perder visitas y me llegan las primeras malas reseñas, ya que cuando escriben a la copia nadie responde, pero el usuario no sabe que está dirigiéndose al sitio equivocado. De hecho, quizá la copia busca hacer un mal uso de los datos que capta y eso puede acabar afectándome de rebote.

El supuesto comentado no es ficción, es real y por desgracia ocurre con más frecuencia de la que parece.

Cuando uno se encuentra ante algo así, ¿qué puede hacerse? Por suerte hay más vías de las que parece y algunas de ellas pueden ser muy rápidas para solucionar este problema.

La primera y más relevante es denunciar la URL de la página que nos copia mediante el siguiente formulario de Google. Es el formulario para denunciar una página de phishing. El mismo está pensado expresamente para casos de suplantación de identidad como el planteado.

Es decir, cuando se cree que una página web cuyo diseño se parece al de otra, pueda haber sido creada con el objetivo de engañar, confundir o robar información personal de los usuarios.

Normalmente, el uso de ese formulario debería ser suficiente para resolver el problema, si bien puede requerir algunas semanas. Ahora bien, puede que no funcione y haya que recurrir a otras alternativas.

Si por ejemplo nuestra marca está registrada, podríamos contactar con el proveedor del dominio o incluso con el del alojamiento, para intentar su retirada por infracción de la misma.

También podemos intentar contactar directamente con la web que nos copia, requiriendo su retirada (aunque lo normal es que no nos haga caso).

Finalmente, siempre podría plantearse la opción de acudir a tribunales, aunque normalmente será la más lenta y costosa.

Sea como sea, aunque la suplantación de páginas web ocurre más habitualmente de lo que parece y puede ocasionar serios dolores de cabeza, es importante saber que disponemos de recursos para intentar defendernos.