En esta época del año parece que todo nos recuerda el comienzo de una nueva etapa, con lo cual parece que el entorno nos invita o nos puede llevar a querer incorporar algunos cambios. La vuelta al cole de los niños y los jóvenes, el nuevo curso político para nuestros gobernantes y cómo no el regreso de las vacaciones para los que han disfrutado de ellas en estos dos meses por excelencia como son julio y agosto.

Si les soy sincera, durante las vacaciones procuro aprovechar para desconectar, disfrutar de los míos, del entorno, de los amigos, de acostarse más tarde y levantarse sin despertador. Esto sería perfecto, pero al final queda todo en un cúmulo de buenas intenciones que no siempre somos capaces de cumplir. De lo que si tuve tiempo estas vacaciones es de observar, y les confieso que es algo que me fascina, lo hago siempre cuando viajo en avión o en tren, en las salas de espera y es que me encanta observar las relaciones humanas y ver como interactúan las personas, cómo se comunican, que se dicen, e incluso me atrevo, osadamente, a pensar que diría yo o haría en su lugar... que siempre es mucho más fácil desde fuera cuando no nos vemos afectados emocionalmente por los hechos. Uno de los retos más grandes que tenemos en las organizaciones es poner en el centro y como eje fundamental del buen funcionamiento de la misma, a la comunicación, como la perfecta herramienta, que utilizada correctamente, nos permite conectarnos entre unos y otros, nos ayuda a conseguir la eficacia y coordinación tan necesaria en cualquier organización y que va ligada a la productividad y a la rentabilidad de la misma. Por un momento reflexionen cuanto tiempo pueden llegar a perder entre idas y venidas o cuantas veces tienen que repetir mensajes malentendidos.

Y es que, aunque escuchar parece fácil, no a todo el mundo se le da bien, escuchar a nuestros amigos, a nuestros hijos, a nuestros equipos, no resulta del todo fácil. A menudo las personas tendemos a pensar en lo que vamos a decir mientras la otra persona habla, en definitiva, no estamos escuchando, sino pensando en lo que vamos a contestar. Está claro que a todos nos gusta ser escuchados cuando hablamos y expresamos lo que sentimos, yo les invito a beneficiarse de saber escuchar a los demás porque:

  1. Escuchar más nos permite entender mejor lo que quiere decir la persona que tenemos delante, darle tiempo a la otra persona a que termine lo que está diciendo significa ponerse en la perspectiva de la otra persona, ponerse en su punto de vista.
  2. Escuchar más nos permite pensar en lo que está diciendo el otro y, por lo tanto, pensar antes de hablar, tan obvio, pero tan poco usado, no abrir nuestra boca sin ser consciente de lo que vamos a decir… no tiene más que respirar sin pensar en la urgencia de la respuesta o en la precipitación de lo que dice.
  3. Escuchar más nos permite hablar solo cuando es necesario, y decir lo que se tiene que decir. Limitarse a lo que realmente es importante y no tener una sobrecarga de información ayuda a la compresión y el buen entendimiento, ¿Te preguntas de vez en cuando si lo que vas a decir es realmente importante?
  4. Escuchar más nos permite no tomar decisiones precipitadamente. Párese y reflexione, e incluso le invito a que escriba lo que quiere decir. Escribir nos hace responsable de lo que queremos decir, además la palabra escrita nos permite escucharnos a nosotros mismos y nos ayudará a conocernos más y mejor.
  5. Escuchar más nos permite respetar a los otros y a sus pensamientos y opiniones, y es que, el don del lenguaje está para entendernos, ser capaces de expresar nuestros sentimientos y nuestras ideas a través de la palabra.
  6. Escuchar más nos permite conocer más a las personas que nos rodean y esto nos permite conectar con ellos. Y no solo hablar y escuchar nos permite conocer a los demás, hacer cosas juntos, un café, una comida…, que no todo es hablar, hay acciones beneficiosas que también contribuyen a una buena salud profesional.

Las personas cambian si y solo si entrenan sus pequeños cambios, como si del ir al gimnasio se tratase. Solo la práctica constante y consciente le permitirá fortalecer su capacidad atender y entender en esos momentos en que realmente lo necesite.