Para fomentar las relaciones sanas, la convivencia positiva e incluso relacionarnos de una forma efectiva con los demás que nos permita ser un poquito más felices, podríamos decir que “tratar a los demás como nos gustaría ser tratados” constituiría una buena base ética para nuestro comportamiento.

Muchos de nosotros hemos aprendido esta regla de oro, casi indispensable para relacionarnos con éxito, como si con ella nos encontrásemos ante el éxito garantizado en las relaciones y como si a los que utilizan esta máxima les abriese todas las puertas. Si vuelves a leer el título de hoy podrás comprobar que, yo justamente en el título, hablo de lo contrario a lo que acabo de decir. Y tú, ¿con cuál de las dos frases estás de acuerdo? ¿Cuál crees que sería más acertada para establecer con los demás una mejor relación más positiva y sostenible en el tiempo?

En realidad, nadie pone en duda la buena intención de las personas que tratan a los demás como les gustaría ser tratados, la gran mayoría de nosotros relacionamos esta frase con el buen trato y/o el trato correcto, ser más servicial y considerado hacia los demás, lo cual es una virtud que nos enriquece como personas. Pero, sin embargo, a mí esta regla de oro como tal se me queda un poco coja. La diferencia radica en que, lo que realmente es útil para mí lo sea también para el otro, en el caso contrario mi regla se convierte vacía e inútil.

Si yo utilizase esta máxima en todas mis relaciones, no estoy considerando ningún otro punto de vista diferente al mío, entendiendo que el trato que yo doy es el trato que, a mí, y solo a mí me gustaría recibir, pero estará de acuerdo conmigo que este tipo de relación es más limitante. Las personas y las situaciones son diferentes, querer tratar a los demás como les gustaría es poner el foco en el otro y no en nosotros mismos, que necesita, porque le ocurre esto, que puedo hacer yo para ser más efectivo, abandonar nuestras creencias, suposiciones e imposiciones en la vida del otro, habilita una nueva relación con la otra persona, ya que estoy viendo al otro desde lo que verdaderamente es y lo que necesita.

¿Cuál debe ser el planteamiento que debemos emplear para poner en práctica este principio? ¿Qué debemos tener en cuenta para ser más efectivo con el otro? Tratar a las personas cómo cada una de ellas necesita solo requiere:

  1. Conocerse a uno mismo. Cuáles son mis capacidades, mis sentimientos y mis emociones, que es lo que me hace sentir cómodo y donde no me siento cómodo. De esta forma me permitiré explorar otras áreas donde quizás no esté tan cómodo, pero me permita abrirme a relacionarme de forma más positiva con los demás.
  2. Conocer al otro. Observar e identificar cómo es la persona a la que tengo delante. Pensemos que cuando hablamos de comportamiento no estamos hablando de creencias y de valores, el comportamiento es más fácil de identificar y de observar, y si observamos de manera activa nos permitiremos ver cómo se mueve y se relaciona otros para identificar que es lo que necesita. Debemos ser hábiles en la observación.
  3. Adaptarse a lo que necesita. Esta es la clave para una relación efectiva, si ya Darwin afirmaba, no gana la fuerza ni la inteligencia, sino la capacidad de adaptarnos al medio y al entorno.
  4. Comunicarse de forma efectiva. Una vez que ya tengamos quienes son unos y otros, y teniendo claro que mi voluntad está en adaptarme al otro y a sus necesidades, ya podemos establecer un proceso de comunicación más efectiva para no tener que tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen.

Recuerde que, aunque los procesos de cambio en las relaciones no siempre son sencillos, nos abren una ventana a mejorar la calidad de las relaciones y la efectividad en las mismas. Las reglas no pueden ser las mismas cuando las personas son diferentes.