Días atrás leí desconcertado un artículo sobre la gran preocupación institucional y social que ha provocado la posible absorción del grupo alimentario Carrefour por la compañía Alcampo. Sinceramente, no alcancé a entender las causas de tanta congoja considerando el número y la distancia existente entre los distintos centros comerciales de ambas compañías.

Sin ser un experto en logística alimentaria si alcanzo a intuir que, tanto por razones normativas como por política interna empresarial, los emplazamientos de estos macrocomercios se seleccionan por su carácter perimetral y radial que garantizan, a cada unidad de negocio, una masa crítica mínima de clientes, de forma que su viabilidad económica queda prácticamente garantizada desde su propia gestación. Si esto es así, cabe entender que la productividad de cada negocio se consolida más por su ubicación estratégica que por su marca de bandera, lo que a priori nos permite concluir que cada uno de los mega supermercados debería continuar con su actividad habitual con independencia del nombre que lo corone.

Personalmente, considero mucho más desolador el panorama que presenta el pequeño comercio en los núcleos urbanos. Las PYMES y el comercio de proximidad han sufrido un auténtico tsunami consecuencia de la superlativa concentración bancaria, del COVID y el teletrabajo. Recuerdo, con suma nostalgia, que hace unos pocos años me resultaba absolutamente imposible avanzar con el carrito de mi hijo por las principales arterias comerciales de Palma debido a la masificación existente. Lamentablemente, hoy, las mismas calles y plazas se han transformado en auténticas autopistas para ciclistas y patinetes en ausencia de compradores viandantes.

Afortunadamente resido en una zona que todavía mantiene resquicios del carácter de lo que entendemos era un barrio tradicional: con sus tiendas, quioscos, cafeterías, economatos, papelerías, panaderías y otros pequeños comercios que mantienen vivas nuestras calles, y que hacen posible que los vecinos más allá de cohabitar nos relacionemos y convivamos en un espacio común y cercano.

Si Ud. tiene el interés de indagar en los foros económicos podrá saber rápidamente que la facturación conjunta prevista para el grupo Carrefour-Alcampo es de 118.796 millones de euros. Con estas cifras nuestras instituciones locales no deberían mostrarse preocupas sino estar vigilantes de que la nueva superempresa siga cumpliendo con sus compromisos sociales y laborales so pena de recibir cuantas sanciones le pudieran corresponder a causa de su potencial deslealtad con la sociedad que la acoge y enriquece, si es que realmente lo que algunos auguran llegara a suceder que, insisto, no veo por qué.

Por mi parte seguiré priorizando mi gasto ordinario en los pequeños comercios de mis vecinos porque ellos son los que dan forma a mi entorno más directo e íntimo y en modo alguno quisiera llegar a ver como cuelga ese triste letrero de “SE TRASPASA BARRIO”.