Somos muchos los que, sin saber por qué, durante estos días, nos sentimos mucho más sensibilizados con todo lo que pasa a nuestro alrededor, y es que parece que todo cambia durante unos pocos días al año… 

Si lo pensamos un poquito no tenemos más que ver que en nuestro entorno también se contribuye notablemente a que pase esto. En la televisión podemos ver cómo casi todos los anuncios que se emiten conectan directamente con muchas de nuestras emociones, de repente comenzamos a sentir la necesidad de hacer una mirada atrás, ver si hemos sido lo suficientemente buenos, como si en estas fechas hiciésemos repaso de todo, vamos, que nos tomamos muy en serio la llegada de sus Majestades de Oriente, como si portándonos bien durante estos últimos 15 días, compensen los 350 días anteriores.

Esto mismo también pasa en las empresas, el espíritu navideño nos embriaga a nivel empresarial, los trabajadores más afortunados reciben el ansiado aguinaldo, otras juegan conjuntamente a un número de la lotería encauzando todos sus pensamientos a creer que este año si les va a tocar algo, o se organiza la esperada cena de empresa, que la mayor parte de las veces toca a pagar entre los asistentes, pero vale la pena aunque sea una vez al año, encontrarse todos en un foro donde podamos conectar con las personas con la que trabajamos a diario pero que en muchas ocasiones ni tan si quiera nos decimos los buenos días.

Os confieso que yo también soy una de esas, en las que durante estas fechas se emociona fácilmente, una de esas que llora por casi todo... Lo pensaba el otro día mientras esperaba a mi hijo en el aeropuerto y veía cómo se producían esos maravillosos y emotivos encuentros entre padres e hijos, entre abuelos y nietos y entre parejas que hacía, probablemente demasiado tiempo que no se reencontraban… En fin, soy de lágrima fácil… Aunque me suele pasar lo mismo el resto del año.

Me gustaría por un momento que pensarais con cuantos seres queridos y no tan queridos os habéis escrito deseándoos unas Felices Fiestas durante la última semana o cuantos mensajes habéis recibido de personas que no sabéis nada de ella desde hace 364 días… Mi pequeña petición va justo por ahí.. Y es que deberíamos continuar con ese espíritu navideño el resto del año.

Preocuparse de las personas que forman parte de nuestra vida, o como a mi me gusta decir ocuparse no debería ser una tarea anual, cambiar las ausencias por las presencias, buscar momentos para conectarse a la gente que nos ocupa de forma más habitual debería ser un hábito y no una obligación, ni tan si quiera una responsabilidad. Mi deseo para el 2022 que comparto con todos vosotros es estar más conectados que nunca, así que le invito a dejar de leer este artículo y descolgar su teléfono, aunque este gesto ya no se haga, para recuperar a sus personas pendientes y que este hábito lo mantenga más allá del día 6 de enero.

Como decía Marcel Proust cuando nada cambia, si uno cambia, todo cambia.