En este mundo tan complejo, las opiniones son del color del cristal con el que cada uno vive la gestión de sus emociones y contradicciones.

Un equipo eficiente necesita que cada miembro se relacione, practicando la serenidad, para facilitar el entendimiento suficiente, asegurándose de haber entendido la información aceptando los compromisos y los roles de cada miembro.

Para conseguirlo, deben buscarse las formas más eficientes que inviten a todos a adquirir este hábito. Tres ejemplos: “Por favor, repite”, “Quiero asegurarme que me he explicado bien”, “Concretemos nuestro compromiso”.

Le invito a chequearse detectando si practica las conductas que construyen “la serenidad”:

  • Buscar soluciones siempre evitando problemas, porque la crisis nace cuando se llega tarde
  • Mostrar empatía cercándose a las personas, fomentando la colaboración y las discrepancias amables
  • Valorar los resultados positivos incrementando el deseo de mejora continua, para ir caminando hacia la excelencia
  • Escuchar sin interrumpir, pero dando la posibilidad de aportar breves sugerencias para centrar el tema
  • Con naturalidad, fomentar la sencillez, qué crea vínculos de confianza
  • Con inteligencia, creando soluciones compartidas, construidas con humildad sin prepotencias o verdades absolutas
  • Evitar las dudas negativas sobre las soluciones, para invitar a nuevas aportaciones
  • Transmitir alegrías en lugar de quejas y pesimismo y reproches… ¡siempre positivos!
  • Siempre con discursos positivos, evitando la negatividad las expresiones taxativas, tonos impertinentes y los desprecios