Afrontamos la recta final del año con una cacofonía cada vez más retumbante de elementos como la inflación, tapering, variante delta plus, revisión a la baja de las perspectivas de crecimiento, “inminentes” subidas de tipos de interés, precios de la energía al alza, aumento de la tensión ente las dos principales economías del mundo, crisis del sector inmobiliario chino, cuellos de botellas en el comercio internacional, incremento del precio de los contenedores en las rutas comerciales, etc….

Como decía, esta cacofonía no solo existe, sino que va in crescendo, y con ella aumenta el nerviosismo de inversores y, lo más preocupante, una clara perdida de perspectiva general de la situación. Por ello, en el presente escrito intentaré volver a retomar la correcta perspectiva general de la situación y alejarme del ruido de los mercados. Una cartera de inversión estructurada y diseñada para un horizonte dilatado en el tiempo ciertamente debe seguir de cerca el ruido coyuntural del entorno económico, pero no puede dejarse llevar por impulsos precipitados.

Por motivo de espacio, y para no cansarlos, no entraré con detalle en cada uno de los ruidos de mercado actuales, me conformaré con un breve comentario genérico. Y el primer comentario general, y que ya destacaba en mi anterior columna en este mismo medio, es que la positiva situación es de un crecimiento mundial esperado de casi el 6% este año para moderarse ligeramente en 2022, pero llegando casi al 5%. Esta es la realidad, un crecimiento muy destacable después del aciago año 2020 de la pandemia. Es más, algunos países presentarán cifras de crecimiento muy destacables este año: ¡India un +9.5%, China un +8%, Reino Unido un +6.8% o Estados Unidos un +6%! Esta buenísima marcha de la economía real se ha visto premiada en los mercados financieros con subidas en la mayoría de índices de entre el +18% de Suiza y el +31% del tecnológico Nasdaq americano durante los últimos 12 meses. Caso aparte es el selectivo español que queda rezagado con un +8%.

Aclarado esto, veamos brevemente algunos de los elementos de la cacofonía que preocupan a los inversores. La inflación, superior a lo esperado pero que sigo pensando que no debería convertirse en estructural (esto sí sería preocupante) porque la actual presión inflacionista viene sobre todo por el alza de los precios de la energía y por un problema de oferta (bendito problema) que no consigue servir a toda la demanda. Para que esta inflación se convirtiera en duradera, implicaría que esta sobredemanda excepcional que estamos viviendo debería continuar por mucho tiempo y no creo que esto sea muy probable ya que la actual sobredemanda viene básicamente por la baja demanda autoimpuesta por la reducción de la actividad económica durante la pandemia en el año 2020. Además, por si fuera poco, este argumento viene a reforzarlo este otro: estamos lejos del pleno empleo, que es uno de los principales factores para sufrir una inflación estructural.

En el anterior párrafo queda también contestado que el problema de los cuellos de botella o del incremento del precio de los contenedores dejará de serlo cuando la actual sobredemanda vuelva a niveles razonables. Obviamente, lo difícil es saber si esta situación transitoria puede durar unos meses o más de un año.

Respecto a China, los problemas de su sector inmobiliario han puesto al descubierto las debilidades de su economía y dificultarán sin duda la posibilidad de conseguir la supremacía económica mundial que muchos, apresuradamente, dan por sentada. Sí que es preocupante en China la resolución del último comité central del partido comunista donde las posibilidades de un mandato de por vida de Xi Jinping salen reforzadas. Solo antes Mao Zedong y Deng Xiaoping habían conseguido este poder. Esto podría reforzar la deriva autoritaria china en un momento en que la tensión geopolítica (guerra comercial o Taiwán) con Estados Unidos no hace más que aumentar.

Y finalmente en cuanto al tapering y subidas de tipos de interés ya se van barajando muchas fechas donde los más “hawkish” abogan por empezar ya en 2021 y los más “dovish” en 2023. A pesar de la seguridad en cuanto a las fechas que muestran algunos analistas yo solo me atrevería a decir que si se cumple mi escenario de la transitoriedad del actual excepcional estado de cosas las fechas probablemente se acercaran más a finales del 2022 o ya incluso en 2023.

Se muy bien que hacer movimientos tácticos en función del ruido actual de los mercados es tan divertido como difícil, en consecuencia, sigo insistiendo en la necesidad de incrementar el mayor rendimiento de las carteras de inversión con una visión estratégica y estructural con un horizonte temporal dilatado.