Les diré que hoy me gustaría abrir un poco mi cajón de las emociones y hacerles llegar como me siento. Miro hacia atrás, todo lo que hemos vivido durante estos últimos 19 meses, y aun no me lo creo. Más de 570 días donde no sólo hemos vivido una pandemia sanitaria, sino que vemos y aun sufrimos cómo el Covid-19 ha impactado sobre nosotros cómo un dominó. Echando por tierra la economía, las empresas… pero sobre todo, la parte fundamental de lo que nos mueve que es a nosotros mismos, por eso muchas veces me arriesgo a decir que vivimos también en paralelo en una pandemia personal, emocional y de valores.

Uno de los aspectos que más comento con los responsables de Recursos Humanos con los que suelo reunirme, aunque a mi me gusta llamarles Humanos con Recursos, es que los equipos se han roto por necesidad y ahora cuesta un poco reconstruirlos. Durante mucho tiempo, muchos de nosotros hemos trabajado desde casa, y hemos incorporado nuevas formas de organizarnos, pero ahora nos toca ir normalizando poco a poco nuestra actividad previa a la pandemia y esto es lo que más está costando.

Los vínculos sociales, que todos generamos a nivel laboral, se han visto menguados y toca volver a reconstruirlos, y no siempre es fácil. El pasado día 10 de octubre celebrábamos el día Mundial de la Salud Mental, y me doy cuenta de nos queda mucho por trabajar en este sentido. Si nos duele una pierna vamos al traumatólogo, si nos duele el corazón vamos al cardiólogo, si nos duele la boca vamos al dentista… La desventaja es que si nos duele la cabeza tomamos un paracetamol, pero la mente a veces no duele y no siempre somos capaces de entender que es lo que nos pasa. La factura emocional ya se está pasando al cobro duplicando los casos de ansiedad y depresión en niños y adultos, incrementando los conflictos en los hogares y las empresas. En definitiva, “estamos a la que salta”.

A mí me apasiona trabajar en los equipos de manera preventiva… Poder ayudarlos a incorporar diferentes herramientas y que estas las puedan convertir en habilidades para reforzarlos a nivel individual y que ello repercuta en el equipo. Ayudar a cohesionarlos después de tanto tiempo trabajando separados, en definitiva, conseguir la excelencia en el trabajo y en el buen clima pasa por ayudarnos a aumentar el nivel de Inteligencia Emocional. Me gustaría compartir con vosotros lo que yo misma he incorporado y lo sigo haciendo, lo que a mi me ha ayudado y me gustaría compartir con todos los lectores:

  1. Recibir una emoción cómo un regalo… sea cual sea. Todas las emociones tienen una razón de ser, catalogarlas en buenas o malas sería un error, simplemente debemos tener presente que está ahí y saber a dónde nos lleva... que nos comunica esa emoción.
  2. Permítete sentir la emoción… y permite sentirla al otro. Cuantas veces hemos dicho a nuestros hijos algo así como “no llores por eso”, o “no tengas miedo”… o en nuestros equipos algo así como “a eso no le des tanta importancia”, … reprimir las emociones no es una manera de gestionarlas, simplemente la asfixia o aplaza su expresión, pero no la gestiona
  3. Acompaña a tu emoción o a la del otro…. Y la mejor forma de hacerlo es observando, observando y observando ¿Qué estoy o está sintiendo?, ¿Cómo me siento o cómo te sientes? Son preguntas que ayudan a poder identificar la emoción. ¿Por qué vamos a llamar a alguien histérico o histérica si a lo mejor lo que siente es IRA porque ha visto vulnerado sus derechos…?
  4. Relacionar lo que siento con lo que pienso y con lo que sucede… y es que son demasiadas las veces que nuestros pensamientos surgen de forma mecánica con lo cual la interpretación de lo que está pasando a puede tener relación o no con lo que esta pasando. Lo que pensamos no es lo que realmente sucede si no que es lo que filtramos de la realidad. Vamos que si entendemos que todos pensamos y sentimos de forma diferente ante una situación similar, lograremos entender que no hay verdades absolutas… lo que para mi es evidente, para otros puede ser que no lo sea tanto 

Aprender a gestionar las emociones de forma inteligente requiere estar despiertos y atentos hacia nuestro interior, puede ser que al principio cueste un poco... Pero les aseguro que los beneficios son tan grandes que vale la pena.

Socia Directora de EDUCATUR y DB Asesores

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