Es imposible”. Así de contundente se muestra el técnico de la organización UPA David Erice ante la imposición de producir de forma rentable con una densidad máxima de 11 kg/m² que fija el dictamen de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) sobre pollos de engorde y gallinas ponedoras basado en un mandato ”particularmente limitado” de bienestar animal establecido por la Comisión Europea. Y es que algunas recomendaciones que están sobre el tablero europeo en relación al sector avícola generan inquietud y avivan el miedo a cierres, considerables subidas de precios para el consumidor o un freno a la competitividad respecto a países extracomunitarios. Una opinión científica con recomendaciones “sin precedentes” que, si se aplicaran en estos términos, “conducirían a la pérdida de la mayor parte del sector avícola europeo, tanto a la producción de carne como de huevos”, señala la organización Asaja.

La Comisión Europea ha solicitado estos dictámenes en el marco de su estrategia "De la granja a la mesa". Estos documentos proporcionan una base científica para apoyar la revisión en curso de la legislación de la UE sobre bienestar animal. Se espera que la Comisión presente una propuesta legislativa en el segundo semestre de 2023. En Galicia, según los últimos datos disponibles del Ministerio de Agricultura correspondientes a 2021, se contabilizan 874 explotaciones, mientras en España se rozan las 5.000. La comunidad produce 217.000 toneladas de carne de pollo al año sobre un total de 1,6 millones de toneladas a nivel estatal.

Rebajar tanto la cabaña “haría que no salgan las cuentas”

Entre las propuestas, la más impactante es la de reducir la densidad de población de pollos de engorde convencionales a un máximo de 11 kg/m², que según Asaja conllevaría que el número de aves en las granjas tendrá que recortarse en un 72%. “Todavía no hay nada fijo, pero cuando el río suena es que agua lleva”, recela el técnico de la organización Arturo Hernangómez. A mayores, en un momento en que los costes de producción están disparados, tener que rebajar tanto la cabaña “haría que no salgan las cuentas”.

Producir de forma rentable con una densidad máxima de 11 kg/m² “es imposible”, enfatiza David Erice, quien cuantifica una reducción de la cabaña de “un tercio”. “Si es así, el precio del pollo tendría que multplicarse por tres para compensar”, sostiene. Indica que para que una explotación sea “mínimamente rentable”, debe tener entre 30.000 y 35.000 aves – “nada que ver con una macrogranja”, puntualiza–, con lo que un recorte tan drástico sería demoledor en una actividad que ahora mismo “es deficitaria”. De hecho, cuantifica que producir un kilo de pollo, que en el punto de venta alcanza unos 3,5 euros, “cuesta entre 50 y 55 céntimos y los ganaderos apenas están percibiendo 0,40 €”.

"Vamos a depender de países como Brasil"

“No vamos a tener suficiente oferta ni para el comercio interior ni para el comercio exterior. Vamos a depender de países como Brasil, que es el principal productor y que no tiene que someterse a las reglas de juego que impone la UE”, analiza Hernangómez, en caso de que sus temores se confirmen. La opinión de la EFSA, hay que recalcar, no compara las prácticas de bienestar animal en las explotaciones en la UE con las de terceros países. Y dado que no existe un mecanismo para evitar las importaciones de aves de corral de territorios extracomunitarios con estándares más bajos, la consecuencia sería un mayor aumento de las importaciones de carne de aves de corral de Ucrania, Brasil y Tailandia; una tendencia ya existente.

"Los piensos ecológicos subieron un 40% por el incremento de los cereales, los envases de huevos se incrementaron un 30%, los combustibles se dispararon... lo cual en tan corto periodo de tiempo es una barbaridad"

La posible rebaja de espacios, se queja el representante de Asaja, se suma además a otras recomendaciones como la reducción de uso de antibióticos “que quieren ir metiendo poco a poco”. “Es un cúmulo de cosas que hacen imposible la producción”, se lamenta. En la producción de huevos la principal preocupación pasa por la eliminación de las jaulas, “pues aunque la mayoría de los sistemas de cría se hacen en suelo, la avicultura de puesta se hace en jaula”. A renglón seguido recuerda que para hacer frente al encarecimiento de la luz los ganaderos se embarcaron en importantes inversiones en placas solares a fin de ahorrar en la factura, de la electricidad, con lo que reducir sus márgenes sería la puntilla. “La gente está temblando” asegura.

Además de encarecer notablemente el precio del pollo para compensar la reducción de animales, la otra solución teórica para que las explotaciones no perdiesen rentabilidad pasaría por por ampliar la superficie de las granjas. Un remedio que no es sencillo en la práctica, porque como puntualiza Erice cualquier remodelación tendría que ser estructural. “Habría que derribar muros y no todos tienen espacio. A mayores también conllevaría importantes inversiones económicas en una actividad que ahora mismo trabaja a pérdidas”, indica. “Con las subida de costes –energía, piensos y un largo etcétera–producir un kilo de pollo cuesta entre 50 y 55 céntimos y nos lo están pagando a 40”, ejemplifica, mientras que “en el punto de venta se paga a 3 o 3,5 euros”, añade.

Ampliar la granja sería lo solución si te dejaran”, relata en la misma línea Arturo Hernangómez, “pero como hay un real decreto de ordenación que lo que hace es limitar la capacidad de producción tampoco se puede”, se queja. “Si quieres ampliar tu granja se necesitan más requisitos medioambientales, más certificados, más autorizaciones que dependen tanto del Gobierno como de las comunidades autónomas y al final eso se demora muchísimo y es muy complicado conseguirlas”.

La EFSA ya publicó un dictamen científico sobre el bienestar de los cerdos de granja, así como otros cinco sobre el bienestar de los animales durante el transporte. Sus científicos también realizan evaluaciones que abarcan el bienestar de los terneros de cría, las vacas lecheras y los patos, gansos y codornices.

"Los piensos subieron un 40% en el último año y los envases para huevos un 30%. Es un disparate"

Si la subida de costes y de producción, unida a las exigentes y cambiantes normativas amenazan la viabilidad de la industria avícola europea, mucho peor lo tienen aún los productores tradicionales, que como confiesa Xosé María García, miembro de la Ejecutiva del Sindicato Labrego Galego (SLG) y propietario de una pequeña granja en San Sadurniño, están obligados a compatibilizar este trabajo con algún otro porque por sí solo "no da para vivir, solo es un complemento".

En el último año, "los piensos ecológicos subieron un 40% por el incremento de los cereales, los envases de huevos se incrementaron un 30%, los combustibles se dispararon... lo cual en tan corto periodo de tiempo es una barbaridad". Los precios del producto subieron también, pero ni mucho menos en ese porcentaje. "Si el precio del pollo o del gallo aumentase un 30 o un 40% a quién se los vendes", se pregunta García. "No hay incremento de beneficios ni de ingresos ni de nada".

En la producción artesanal se maneja un volumen muy pequeño de producción, por lo que la cadena de comercialización es corta. "Tenemos que hacerlo casi todo nosotros", relata. De hecho, según detalla, en avicultura artesanal se puede tener un máximo de 50 gallinas reproductoras y 50 ponedoras mientras que para carne de pollo o gallo lo máximo que se permite son 400 animales al año. "Es una actividad que tienes que complementar con otra. No puedes vivir exclusivamente de la avicultura artesanal porque es muy limitada, con un mercado complicado. La rentabilidad es muy baja, no sacas un salario ni de broma, hay que complementarlo con otra actividad. No da para vivir. Desde el último año y medio la subida de costes fue un disparate", resume el propietario de la granja Quinta da Vacaloura en San Sadurniño.