Llegó a Codorníu, la empresa familiar más antigua de España, en septiembre de 2020. Fueron a buscarlo a Chicago para llevárselo de The Kellogg's Company. Aterrizó en la cuna del cava de la mano del fondo de inversión norteamericano Carlyle, propietario del 68% de la sociedad con sede en Sant Sadurní d'Anoia (Alt Penedès) desde 2018. En estos dos años largos al frente de la compañía, Sergio Fuster (Gandía, 1974) ha conseguido incrementar la cuota de mercado y que la cuenta de resultados vuelva a los beneficios. Codorníu arrastraba números rojos prácticamente desde 2012, con excepción de algún ejercicio fiscal como el de 2017-2018. Ahora la hoja de ruta que ha dibujado el valenciano contempla competir de igual a igual con el champán y una apuesta decidida por el valor, que se traduce en potenciar referencias de gama alta.

Con este plan encima de la mesa, estudian posibles adquisiciones "que complementen" lo que tienen, ya sea en España o fuera de ella: "Como, por ejemplo, Rías Baixas, Jerez y alguna referencia que pueda reforzar nuestra presencia en Ribera". En una coyuntura económica que hace "que aparezcan oportunidades en el mercado", solo hay una premisa y es que estén alineadas "con la nueva apuesta por el valor". Tanto en vinos tranquilos como en espumosos, "deben completar el portafolio de la empresa". "Puede ser una DO que no tengamos, cuyo precio medio sea superior y pueda transformar nuestra ecuación de valor de manera significativa", añade.

Las mejores cifras en años

Y es que Fuster no pretende "vender botellas a cualquier precio" y defiende que hay que dejar de ver a otras compañías productoras de cava como una competencia. Su rival a batir es el champán francés. "La calidad del champán es absolutamente comparable a la nuestra porque el método de producción es el mismo. Eso sí, cada uno con sus particularidades de suelo, uva y clima. No existe ninguna justificación -insiste- para que haya una diferencia de valor tan grande entre unos y otros". "La burbuja prémium está de moda", sentencia.

Los números avalan su estrategia. El volumen de negocio de Codorníu se sitúa ya en niveles significativamente superiores a los que se registraban antes de que la pandemia de covid lo parara todo. La facturación en el año fiscal 2018-2019 se situó en 193 millones de euros, con pérdidas de cuatro millones. Con la crisis sanitaria, por el impacto que tuvo en la hostelería, las ventas bajaron hasta los 174 millones. Pero en el último año fiscal, el grupo ya vendió por valor de 219 millones y el beneficio se situó en 8,3 millones.

"La previsión para el ejercicio que finaliza el próximo mes de junio es un crecimiento significativo sobre estos números, de un dígito alto", augura Fuster. Son las mejores cifras de negocio de los últimos 10 años y "un nivel de ebitda de récord" desde que tienen datos al respecto.

Mitad cava, mitad vino

Las ventas se reparten al 50% entre cavas y vinos, y en ambos segmentos han conseguido ganar cuota de mercado. Además, la campaña de Navidad sigue representando un porcentaje muy amplio del volumen de negocio. Concretamente, el 30% de las ventas que se hacen de cava en un año se concentran en ese mes, lo que supone menos del 10% del tiempo anual. Y aunque este porcentaje disminuye cada año un poco, «el peso de la campaña navideña es muy importante y es improbable que cambie a corto plazo".

Aproximadamente el 65% del negocio de Codorníu se realiza en España, donde se incluye toda la parte digital, que ya contribuye con casi el 4% de las ventas desde el arranque de cero de hace dos años. El 35% restante de la facturación corresponde al negocio internacional, con Europa liderando el ranking. El Reino Unido es el país europeo de más crecimiento para Codorníu, pues supuso el 33% en el último ejercicio fiscal. "Hemos conseguido pasar de relativamente poca distribución a estar prácticamente en todas las grandes cadenas británicas", aclara. Le sigue Estados Unidos, donde el negocio experimentó un aumento del 25%, y Latinoamérica, que en los últimos 18 meses ha incorporado la presencia en México. En Asia han reforzado su distribución en Japón y China como principales zonas de crecimiento (el 22%).

Un eje de innovación y de crecimiento de negocio es la gama de los productos sin alcohol: ya hay un Codorníu cero

Parte de estos progresos se explican, según Fuster, porque decidieron repercutir al consumidor solo una parte del incremento de costes que ha supuesto la inflación en los últimos tiempos. Producir en Codorníu se ha encarecido entre el 8% y el 10%. En algunos casos, solo el vidrio se paga hasta el 30% más caro. No obstante, el precio de venta final que abonan los consumidores ha subido entre el 5% y el 7%. "Es una visión estratégica a medio plazo, que se basa en la creencia de que la situación va a cambiar. Hemos optado por promediar y no trasladar los picos de costes experimentados. Ante otras empresas que han incrementado más sus precios, esto ha hecho que nos escojan más".

La cuota de mercado por categorías de producto, en el último semestre, se sitúa en el 56,5% para el total de espumosos, con un incremento de 2,98 puntos. En cambio, según datos Nielsen, el champán disminuyó 1,24 puntos en el mismo periodo hasta el 14% del total. Por su parte, la cuota de mercado del prosecco sigue siendo pequeña en España, con apenas el 0,87% "y con el freno puesto desde hace dos años".

El consejero delegado de Codorníu atribuye estos movimientos de mercado a, por un lado, la apuesta por el aumentar el valor -"antes, competir con un cava de ocho años era casi imposible y ahora este tipo de espumosos se vende cada vez más"-, y por otro, "a que nos encontramos ante un momento de escasez de champán". "Por lo tanto -explica- se dan las condiciones idóneas para que el cava recupere terreno, rompa con la coyuntura complicada que ha tenido en la última década y resurja en los próximos cinco años".

Detrás de esta transformación de negocio también está "conseguir dar valor a la tierra» y redefinir el ADN del grupo Codorníu. Fuster lo llama "volver a los básicos", esto es, "inspirarse en el pasado para proyectar el futuro porque no podemos olvidar que en Codorníu fueron pioneros". "Es la casa que inventó el cava y tenemos la responsabilidad de liderar la salida hacia arriba de su valor", añade.

Reducir referencias

En estos momentos, el grupo cuenta con 1.200 referencias pero "es probable que, en un plazo de tiempo razonable, entre el 20% y el 30% de estas ya no existan en el portafolio". Unos porcentajes que supondrán reducir entre 240 y más de 300 referencias. Codorníu quiere enfocarse en hacer crecer la parte alta de la gama de productos y reducir la de menos valor. Una maniobra que se traslada de igual manera a los vinos tranquilos. "A nivel mundial, independientemente de nuestros números, en los mercados se observa una creciente tendencia de los consumidores hacia los vinos de más valor. El vino se está convirtiendo en un producto prémium, de disfrute". 

En esta línea, el grupo cavista focaliza su esfuerzo innovador en las gamas altas, como es el caso de Ars Collecta, su nueva colección de cavas de alto prestigio y "el lanzamiento más exitoso que ha habido en la casa en los últimos 20 años después del de Anna de Codorníu". Cada seis meses presentan rondas de innovación en todas sus bodegas, con producciones de viñedos muy singulares.

Ahora bien, para el consejero delegado del grupo, uno de los ejes de innovación y de crecimiento de negocio en los próximos años es "sin duda los sin alcohol". Ya comercializan un Codorníu cero "que está teniendo mucho éxito, sobre todo fuera de España".

"Por mi experiencia laboral anterior en Danone -argumenta-, conozco el peso que pueden llegar a tener las bebidas fermentadas y su perspectiva saludable en el mundo. Un ejemplo es el auge de la kombucha. Si coges un buen vino o un buen cava y le quitas el alcohol, lo que te queda sigue teniendo muchas propiedades y a esto se le suma el bajo nivel de azúcar". De este modo, Fuster observa ciertas zonas de Estados Unidos y del norte de Europa, así como todos los países con religiones donde no permiten el consumo de alcohol, como "importantes mercados donde poder atacar con los productos cero".

En toda esta apuesta por el valor, otra de las líneas de actuación de la compañía cavista es la transformación a orgánico. Las previsiones que manejaba el grupo apuntaban a 2024, pero el plan de reconversión que se puso en marcha se ha adelantado un año y ya la vendimia de 2022, que es para el cava que se consumirá a partir de septiembre de 2023, es 100% orgánica. "Podemos decir que a partir de otoño el 100% del grupo Codorníu será ecológico, un gran logro desde el punto de vista del valor y la sostenibilidad", asegura Fuster.

Carlyle apuesta a medio plazo

Con todo, los resultados de los dos últimos años han reforzado la apuesta del fondo de capital riesgo por la compañía. Según Fuster, Carlyle Group es un socio estratégico "a medio y largo plazo" para Codorníu, lo que se traduce en un periodo de tiempo de entre tres y nueve años más. "No creo que estemos cerca de ningún momento desinversor", subraya el consejero delegado. 

Respecto a la posible salida a bolsa, responde: "Todas las salidas de futuro están encima de la mesa. Dado el tamaño de la compañía, no considero que sea lo más probable, pero nadie lo ha descartado formalmente. Si hay que dirigir una salida a bolsa, se hará, pero en mi opinión no sé si sería la decisión más inteligente en estos momentos".

El fondo de inversión, propietario del 68% del grupo, es un socio estratégico para los próximos años, según el consejero delegado

Además, insiste que aun y con la mayoría de Carlyle, la familia Raventós sigue estando muy presente en el grupo. "La relación con la familia es muy buena. Al margen de los tres representantes que hay en el consejo de administración, su huella sigue presente y me siento muy apoyado por ellos», subraya. Del mismo modo, recalca que muchos de sus miembros siguen siendo proveedores de la casa a través de las propiedades que tienen en hectáreas de viñedo. «Son un pilar imprescindible que me recuerdan cosas de hace mucho tiempo, son personas que me pueden hablar del legado", indica.

Y es que el directivo valenciano dirige un imperio fundado en 1551, cuando Anna, heredera de la masía Codorníu, propietaria de tierras y viñedos, se casó con Miquel Raventós, viticultor. Dos apellidos que han quedado vinculados a la alma mater del grupo. En 1872, Josep Raventós Fatjó dio un giro y, tras algunos experimentos y viajes a Champagne, elaboró lo que empezó calificando como vino blanco espumoso y que acabó siendo el cava. Murió 13 años después y su hijo, Manuel Raventós, heredó Can Codorníu. Convencido de que el cava tenía gran recorrido de negocio, decidió que la empresa se dedicaría a su producción casi en exclusiva.

Entonces llegó la filoxera y decidieron plantar injertos americanos inmunes a la plaga, momento en que también se construyeron las grandes bodegas de Sant Sadurní d’Anoia, todo un referente en el Penedès y obra de uno de los arquitectos modernistas de más renombre, Josep Puig i Cadafalch. El conjunto fue declarado monumento histórico-artístico nacional en 1976.

A posteriori, y con el objetivo de ir ampliando el negocio, se han ido adquiriendo diferentes bodegas en diferentes denominaciones de origen españolas como Rioja, Priorat y Ribera de Duero. También fuera del país, como Napa Valley en California y Mendoza en Argentina. Así, el grupo que durante 150 años fue manejado por 19 generaciones de la familia Raventós cuenta actualmente con 15 bodegas, 13 de ellas en España, a las que hay que sumar las de California y Argentina.

Ahora, y después de una transformación de equipos que mantiene una plantilla de cerca de 600 personas y de un giro en la cultura empresarial hacia el valor, la sostenibilidad y la flexibilidad, son "una compañía más moderna y con mucha ambición, lo que hace que obtener resultados sea más fácil".

Fuster asegura que en Codorníu son grandes defensores de la denominación de origen (DO) cava. Alaba todo el trabajo que se ha hecho en los últimos años para ayudar al consumidor a entender los diferentes segmentos y propiedades del producto. Ahora bien, considera un error estratégico intentar construir subdenominaciones de origen u otras paralelas porque "ya es muy difícil construir una gran denominación de origen e impulsarla". "No olvidemos -continúa- que el cava es muy conocido en Catalunya, pero en otras zonas aún existe mucha confusión entre cava, champán y prosecco". "La unión hace la fuerza y nuestra apuesta es siempre por el valor y la calidad", concluye el CEO valenciano.

Cepsa, Altadia y Jeanologia

Carlyle Group, uno de los decanos de la industria de capital riesgo en España, se hizo con el dominio de Codorníu en 2018 por 390 millones de euros. Su posición de control le sirvió, en febrero de 2022, para aprobar un dividendo de 12,4 millones, de los que le tocaron 8,1. Un primer paso para comenzar a rentabilizar una adquisición que valoró la empresa en 300 millones y le obligó a hacerse con otros 90 millones de euros de deuda. Además de Codorníu, cuenta con Accolade Wines en Australia administrado por otro de sus fondos, lo que significa que no existe ninguna conexión estratégica ni de gestión. La cartera de participadas en España está formada por CepsaAltadia y Jeanologia. El grupo Carlyle es una de las firmas más grandes del mundo del 'private equity' y la gestión de activos alternativos, y está especializado en cuatro áreas de negocio: corporate  'private equity' , activos reales, estrategias globales de mercados y soluciones de inversión. La multinacional estadounidense nació en Washington en 1987 y recibe su nombre de un hotel de lujo de Nueva York donde dos de sus fundadores, Stephen L. Norris y David M. Rubenstein, solían reunirse para valorar sus inversiones. Actualmente gestiona más de 543 vehículos de inversión con presencia en 10 grandes industrias, que administran 373.000 millones de dólares. Dispone de 29 oficinas distribuidas por todo el mundo y cuenta con más de 2.100 profesionales en 90 países.

Un grupo alemán familiar en Freixenet

Codorníu y Freixenet son los dos grandes grupos de un sector que desde 2009 no deja de reducir el número de empresas elaboradoras de cava. En Freixenet, donde comparten titularidad al 50% los Ferrer y el grupo familiar alemán Henkell, propiedad de Dr. Oetker, han cerrado 2022 con el 10% más de ingresos respecto a los 1.320 millones de euros del año anterior. En total, más de 110 millones de botellas vendidas. A diferencia de Codorníu, el 85% de su producción se comercializa en el extranjero, en un ranking encabezado por Alemania y seguido por el Reino Unido, Estados Unidos y Francia. Y es que la entrada del grupo alemán hace cinco años supuso para Freixenet un importante impulso en mercados como el alemán y el del este de Europa. Por lo que respecta al conjunto del sector, 2022 fue un año de cifras récord y no hay nada que haga pensar que el mercado se va a enfriar en 2023. En total, la denominación de origen (DO) cava vendió 249 millones de botellas el año pasado, un volumen ligeramente superior a lo que se preveía gracias a una campaña de Navidad mejor de lo esperado, en gran parte por el mercado nacional, que compró el 13% más de cava. Las ventas en el extranjero avanzaron un tímido 1%, esencialmente porque hay países en que la actividad no ha crecido o incluso se ha resentido. Alemania, Estados Unidos, Bélgica y el Reino Unido lideran el ranking, con Suecia por primera vez en quinto lugar gracias a un acelerón de las ventas del 35%.