Los trabajadores autónomos, al igual que los empleados y las empresas, tienen la obligación de presentar varios modelos fiscales y declaraciones a la Agencia Tributaria para rendir cuentas sobre su actividad. El propósito de este proceso fiscal es evitar errores en la tributación o en los pagos correspondientes.

A fin de evitar sanciones o contratiempos con las autoridades reguladoras, los trabajadores autónomos deben llevar un detallado registro de sus facturas: cada labor realizada por cuenta propia debe estar debidamente documentada con una factura correctamente redactada y que, asimismo, debe estar en consonancia con las cuentas de la entidad a la que se presta el servicio desde una perspectiva fiscal.

En cada factura, es fundamental que se reflejen claramente el número (según la contabilización del propio trabajador autónomo) y la fecha de emisión. Cada nueva factura debe ser sucesiva a la anterior, de manera que queden ordenadas cronológicamente por número y fecha de emisión. Además, se deben incluir los detalles de facturación del propio trabajador autónomo y los del cliente a quien se entrega la factura.

El documento imprescindible que deben presentar los autónomos

La factura también debe incluir una breve descripción de la actividad ejecutada, de modo que Hacienda pueda comprender el número de horas dedicadas al servicio, el tipo de trabajo llevado a cabo, las actividades desglosadas y, en general, los motivos por los cuales se está solicitando el pago de la factura.

Uno de los detalles más significativos que deben aparecer en la factura es el precio desglosado del servicio prestado. Al coste por horas del trabajo realizado por el autónomo se le debe agregar el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), que puede ser del 21% o del 10% según la actividad, y deducir el correspondiente IRPF. Por último, también se debe incluir la cuenta bancaria del trabajador autónomo, quien debe firmar el documento.