España y Portugal pusieron en marcha el pasado 15 de junio la denominada 'excepción ibérica', el mecanismo que impone un límite al precio de gas que se utiliza para producir electricidad para bajar el precio final de la luz. El tope busca que el resto de tecnologías de producción de la electricidad no se contagien de las subidas del precio del gas, que ha registrado máximos históricos durante la crisis energética.

El mecanismo ibérico contempla el pago de una compensación a las centrales de gas y de carbón (y ahora también a parte de las de cogeneración) para que cobren por la electricidad en base al precio real del gas natural, sin el tope del resto de tecnologías de generación, para que no produzcan con pérdidas. Una compensación que desde que el tope al gas se puso en marcha han pagado casi íntegramente los clientes españoles y, muy en menor medida, se financia con las tasas que pagan las eléctricas por usar la interconexión para mandar electricidad a Francia (y que en último término acaban pagando los consumidores eléctricos galos).

Pero tras siete meses consecutivos en los que gran parte de los consumidores españoles han tenido que pagar un recargo en sus facturas para financiar ese ajuste, el mes pasado la 'excepción ibérica' les ha salido por primera vez a devolver y en el recibo de muchos clientes se han empezado a reflejar pequeñas rebajas por este motivo (para un consumidor medio, de apenas unos 34 céntimos de euro).

El descenso del precio del gas natural, un menor uso de las centrales térmicas en las últimas semanas y que las exportaciones de luz a Francia han seguido siendo intensas han provocado que a los clientes españoles se les haya devuelto una parte del coste, porque las tasas obtenidas por las ventas a Francia han sido superiores a toda la compensación que ha habido que pagar a las centrales de gas.

Rebaja en la factura de luz

En total, las centrales térmicas han percibido ya mediante estas compensaciones un total de 6.641 millones de euros entre junio del año pasado y febrero de éste, según los registros de OMIE, el operador del mercado mayorista de electricidad, conocido como 'pool'. Esa compensación sirve para que esas centrales funcionen cobrando por el precio real del gas, mientras se evita que el resto de tecnologías de producción (renovables, nucleares, hidroeléctricas…) que vendan electricidad en el mercado mayorista cobren ese mismo precio sin estar asumiendo los costes derivados de la subida del gas e impidiendo así posibles beneficios excepcionales.

De ese importe total percibido por las centrales de gas, los clientes españoles -todos los que tienen tarifa regulada PVPC y una parte de los que tiene contratos del mercado libre- pagaron a través de su recibo de luz 5.993 millones de euros entre junio y el pasado enero. Según los datos de OMIE, en febrero a los consumidores eléctricos españoles se les ha devuelto 20,6 millones de euros.

El resto del ajuste para remunerar a las centrales térmicas se paga con una parte de las rentas de congestión (las tasas que las eléctricas deben pagar por utilizar las interconexiones internacionales), con 667 millones de euros entre junio y febrero. Desde el año pasado la venta de electricidad a Francia se ha disparado y el saldo de las interconexiones siempre ha sido exportador para España, por lo que esas rentas de congestión han acabado siendo abonadas de manera indirecta por los consumidores franceses.

Lo que ha sucedido en febrero (y que, según fuentes del sector eléctrico, es bastante probable que siga sucediendo en marzo) es que el importe recaudado por las rentas de congestión ha sido superior a la compensación total recibida por las centrales de gas. Las plantas térmicas recibieron en febrero 25,3 millones a modo de compensación, y las rentas de congestión obtenidas por las exportaciones a Francia fueron de 49,3 millones. Es por eso que los clientes españoles (los de la tarifa regulada y los del mercado libre que han actualizado las condiciones de su contrato en el último año) han obtenido una devolución de 20,6 millones.

La tarifa más barata

Una parte cada vez mayor de los clientes eléctricos han estado asumiendo en sus facturas recargos para compensar a las centrales de gas por la excepción ibérica. (Desde el Gobierno se subraya que ese coste habría que haberlo pagado igualmente sin el mecanismo del tope al gas, y que los clientes han obtenido un ahorro neto de unos 5.000 millones por lo que no han pagado de más al resto de energías por haber bajado el precio del mercado mayorista de electricidad.)

Durante siete meses la 'excepción ibérica' ha salido a pagar. A los consumidores con tarifa regulada sus compañías les incluían un recargo directamente en la parte del término de energía de su factura, y a los clientes con tarifas del mercado libre las eléctricas les aplicaban un recargo reflejado de manera diferenciada en su recibo. Un recargo cuyo importe final dependía del consumo realizado por el cliente.

Para un usuario eléctrico medio, con 4,4 kilovatios (kW) de potencia contratada y 3.500 kilovatios hora (kWh) de consumo al año, en los meses en que el precio del gas estuvo más alto y más se utilizaron las centrales térmicas el recargo representaba un coste de entre los 38 euros del pasado agosto, los 28 euros de julio o los 23 euros de septiembre, según los datos que ofrece el comparador de tarifas de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC).

El importe del recargo se ha ido moderando en los meses posteriores, hasta llegar al pasado enero con sólo 53 céntimos de euros para ese consumidor tipo. Pero ha sido en febrero cuando en lugar de un sobrecoste el ajuste incluido en el mecanismo del tope al gas ha supuesto una devolución: de 34 céntimos para el consumidor tipo.

Depende de cuánto baje el gas

El coste del ajuste a la demanda en febrero ha sido negativo (-1,42 euros por megavatio hora, MWh), esto es, implica una devolución al cliente, debido a que el aporte de las rentas de la congestión ha sido superior al coste de la compensación a pagar a las centrales térmica. Aunque el precio del gas ha bajado, sigue por encima del tope fijado por la excepción ibérico y por eso se sigue aplicando el mecanismo.

En caso de que el precio del gas se sitúe por debajo del límite fijado (lo que ha sucedido ya desde el pasado junio), el mecanismo ibérico se suspende de manera temporal y se deja de aplicar. Cuando esto sucede, la compensación a las centrales térmicas pasa a ser directamente cero y no se aplica ningún ajuste en las facturas de los clientes.

Así que se da la paradoja de que, si el precio del gas es bajo pero está por encima del tope fijado, los clientes se pueden beneficiar una devolución, como ha sucedido en febrero; pero si baja demasiado y se queda por debajo del límite, no habría devolución porque el mecanismo quedaría inactivo.  

Quién paga la 'excepción ibérica'

Las grandes eléctricas reconocen que el mecanismo ideado por el Gobierno ha servido para contener el precio de la luz en el mercado mayorista, pero reclaman cambios en su funcionamiento, fundamentalmente reformas sobre cómo se reparte quién paga el coste adicional que supone tener activado un tope al precio del gas y compensar las centrales térmicas. España y Portugal han pedido prolongar el mecanismo de la 'excepción ibérica', que expira el próximo 31 de mayo, y las eléctricas quieren que se aproveche esta prórroga para introducir estas reformas.

Desde el sector eléctrico se denuncia la distorsión que supone la 'excepción ibérica' para el funcionamiento del mercado minorista de luz, dado que el coste millonario de compensar a las centrales de gas lo están pagando también clientes que tenían contratada una tarifa que les daba derecho a un precio fijo y que ahora se ha convertido en variable por el sobrecoste que se les ha venido aplicando.

Es precisamente este traslado de un sobrecoste variable (dependiendo del precio del gas y de cuánto se utilicen las centrales de gas) a clientes con tarifas que tenían pactado un precio fijo lo que las grandes eléctricas consideran una distorsión comercial inasumible y presionan al Gobierno para eliminarlo.

Desde el sector eléctrico no se mojan abiertamente con una propuesta clara sobre quién debe asumir el sobrecoste de compensar a las centrales de gas si no lo hacen los consumidores que se benefician del descenso del precio del mercado, pero apuntan que en otros países europeos que se han planteado activar mecanismos similares se había apuntado como posibilidad trasladar el sobrecoste a los presupuestos estatales o al conjunto del sistema eléctrico.

Ahorro neto de 5.000 millones

Desde hace más de dos décadas los mercados mayoristas eléctricos en Europa funcionan con sistemas marginalistas, que hacen que la última oferta de producción en casar con la demanda es la que fija el precio para todas las demás. La última oferta es en muchos casos la que realizan las centrales de gas, que durante la crisis energética han soportando los precios internacionales disparados, y que empujan al alza el precio de toda la electricidad, también la de las renovables o las nucleares que no soportan esos costes extra por la subida del gas.

El mecanismo de la 'excepción ibérica' implica imponer un precio máximo al gas que se utiliza para producir electricidad (de 48,8 euros por MWh de media durante un año) para rebajar la cotización del conjunto del mercado eléctrico al conseguir que el precio del gas no contamine el del resto de tecnologías de producción. Pero la electricidad producida por las centrales se sigue pagando a su precio real para que no produzcan con pérdidas, así que perciben una suerte de compensación que pagan los clientes que se benefician de la bajada general del precio del mercado mayorista.

España y Portugal aplican un precio máximo sólo a las ofertas que pueden presentar en el mercado eléctrico las centrales de ciclo combinado (las que queman gas para producir electricidad). Con ello, el conjunto del mercado eléctrico contiene su precio al conseguir desacoplarse del precio del gas. Según los cálculos del Gobierno, los consumidores españoles se han beneficiado de un ahorro neto de 5.000 millones de euros por el menor precio marcado por el mercado gracias al tope al gas, incluyendo el impacto de los más de 6.600 millones transferidos a las centrales de gas y carbón a modo de compensación