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15 años del corredor ferroviario Barcelona-Madrid

"El AVE hizo que la gente con dinero se interesara por el tren"

Manel es maquinista del AVE desde el estreno de la ruta Barcelona-Madrid, cuando le sorprendió la estabilidad de estos trenes en comparación con el Euromed, amén de la sangría de bichos y aves que son arrollados en cada trayecto

Manel Barot, poco antes de emprender viaje con el AVE hacia Madrid, el sábado. Jordi Cotrina

Manel añora los tiempos del no saber. Cuando los maquinistas salían de casa con un bocadillo y un "ya volveré" que indicaba una intención pero no una concreción. "Se echa un poco de menos la aventura. Te tocaba un mercancías y tenías que recorrer medio país, sin tener muy claro cuándo volverías a casa". Manel Barot, a punto de cumplir 60 años, fue de los que estrenó el AVE entre Barcelona y Madrid en febrero de 2008. Ahí sigue 15 años después, uniendo ambas ciudades en el tren que cambió el panorama ferroviario de España. Lo de ahora es también una aventura, pero más previsible, es cierto. Y mucho más puntual.

Manel Barot, con el AVE que este sábado le tocaba comandar con destino a Madrid desde Sants. Jordi Cotrina

Lleva 41 años en Renfe y aunque podría jubilarse el año que viene, si va superando las revisiones médicas, su intención es seguir. Dice que lo suyo no fue vocacional, pero su abuelo era ferroviario, así que algo habrá en esa sangre. Curioso, el mundo del transporte, sucede lo mismo en el metro y en el taxi, con padres y tíos pasando el volante o la manivela a las nuevas generaciones.

Las sensaciones

Antes de la alta velocidad formaba parte de la tropa del Euromed, ese peculiar tren que siempre quiso ser un AVE. Del cambio le sorprendió la velocidad, pero no por el vértigo de circular a 300 km/h, sino por el "salto icónico que supuso llegar a lo más alto del ferrocarril en España". Le llamó la atención "lo bien hecha que está la infraestructura, las curvas largas, los grandes desmontes, la estabilidad". "Al tener un ángulo de visión tan amplio, no tienes la sensación de ir tan rápido". resume. Habla de trenes y de vías como el arquitecto que te desnuda su edificio, como el ingeniero que saliva contándote cómo funciona una tuneladora.

Trenes de alta velocidad de Ouigo, AVE y Iryo, comparten vías, en la estación de Sants, la semana pasada. Ferran Nadeu

Manel no es supersticioso ni tampoco sigue un ritual concreto cuando se pone a los mandos del AVE. No entra con un pie concreto, ni se santigua, y tampoco tiene una cantimplora fetiche. Sabe que tiene que llegar despachado de casa y que no podrá abandonar la cabina durante el trayecto. Como mucho se lleva unos frutos secos o una barrita para matar el hambre. "Algo que te permita ser autosuficiente".

Cuenta que el nivel de automatismo es muy elevado, pero el ojo humano es fundamental para que todo vaya bien a bordo. Pero ni tan siquiera la tecnología puede evitar el impacto de insectos y aves. La zona de Lleida o el sistema ibérico después de Zaragoza son los lugares con más proyectiles, y la primavera, sobre todo mayo y junio, cuenta el maquinista, es cuando más bichos espachurran sus sesos contra el morro aerodinámico del tren. También aves, como la que en una ocasión le rompió un faro, que se deprendió y golpeó y rajó el casco del convoy. O el jabalí que se llevó por delante el Guadalajara.

Atropellos

En cuanto a los trágicos atropellos de personas, en estos 15 años se han producido "muchos menos de lo que pensaba". Él, de hecho, no ha pasado por este mal trance a los mandos de un AVE o un AVLO, algo que sí es habitual en los servicios de cercanías, donde el 80% de los maquinistas han tenido que superar un suicidio ante sus ojos.

José Cascales es supervisor del servicio de alta velocidad del AVE. También lleva ahí desde el primer día, el 20 de febrero de 2008. Nadie mejor que él para calibrar cómo ha cambiado el perfil del viajero. "Al principio -relata- era gente que venía del puente aéreo, trabajadores de empresas, pero poco a poco se fue integrando nuevo público, hasta que hoy, sobre todo en fin de semana, también tenemos jóvenes y familias".

Manel, en la cabina de maquinista del AVE. Jordi Cotrina

Tras realizar un viaje con cada uno de los operadores que hoy cubren el trayecto Barcelona-Madrid, está claro que cada usuario tiene su tren ideal. En los vagones del AVE abundan los clientes de entre 35 y 55 años, ejecutivos que van por la mañana y vuelven por la tarde. En el AVLO y Ouigo es más habitual coincidir con gente joven, grupos y familias, aunque también se ven ordenadores en las bandejas de los asientos. Raramente encontrarán a bordo del AVE una despedida de soltero. Iryo es todavía un término medio por definir, pero con clara vocación de morderle la pata al papá AVE. De ahí que sus prestaciones, y sus opciones 'premium' sean tan parecidas al alto 'standing' de Renfe.

Prestigio

Manel aporta un dato interesante sobre los viajeros, como si el AVE hubiera prestigiado el ferrocarril, el transporte, de largo, más eficiente, ecológico y sostenible, amén de la bicicleta, poco recomendable para ir con cierta agilidad de Barcelona a Madrid y volver el mismo día. Cuenta que antes de la alta velocidad, ambas ciudades estaban conectadas con seis trenes (tres de día y tres de noche) que tardaban ocho horas en recorrer los cerca de 600 kilómetros de distancia. "Era gente que no se podía permitir el avión, pero con la llegada del AVE, personas con un poder adquisitivo superior empezaron a interesarse por el tren". Un salto cualitativo que, lamentablemente, todavía no ha podido dar la red de Rodalies. Por una mera cuestión de rapidez y eficacia que hace que el vehículo privado sea, para muchos, una opción más fiable

Tren del AVE estacionado en Sants, el pasado miércoles. Ferran Nadeu

Otra cosa de la que se ha dado cuenta José es la capacidad de adaptación de los clientes de la alta velocidad. "Se comportan distinto en función del tren en el que vayan, es curioso. Pero sucede un poco lo mismo con la vida social, te adaptas al lugar al que vas". Así es cómo en el AVE hay más silencio y en el AVLO (por citar la doble oferta de Renfe) el ambiente es más distendido. Dicen que los perros terminan pareciéndose a los humanos con los que conviven. Y viceversa. Pues lo mismo con los trenes.

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