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Subida de precios

La inflación encarece los menús y vacía los restaurantes: “La gente se va a los bocatas”

Hosteleros lamentan las subidas y auguran nuevos incrementos para sufragar los costes pese al temor a perder más clientela | Establecimientos ya barajan ofrecer solo la carta

El gerente de Mama Elvira, Javier Barciela, posa junto al letrero de su restaurante en el que se exhibe su menú del día. Pablo Hernández

La inflación se ha comido al menú del día y buena prueba de ello son los testimonios de diferentes hosteleros que, consultados por FARO DE VIGO, del grupo Prensa Ibérica, presagiaban a mediados de verano cómo el aumento de costes iba a influir en el tradicional doble plato. Auguraban que los precios seguirían in crescendo, tras haber modificado su carta e incluso eliminado la fórmula del primero, segundo, postre, bebida y café. Por el importe al que estaban vendiendo este combo, instaurado desde hace décadas en la cultura española, les era todo menos rentable.

Hans Matías, de O Rincón, haciendo el cartel con su menú. Alba Villar

Varios meses después, desde el sector se mantienen en las mismas, pero con un nuevo fenómeno tan común como preocupante: el gasto que supone a su clientela habitual comer jornada tras jornada en sus locales ha derivado en que una parte haya renunciado a este “privilegio”, optando por abastecerse en otros establecimientos (como por ejemplo las panaderías, cuyos productos son más baratos) o directamente cocinando en sus hogares.

“Si el cliente venía antes los cinco días de la semana, a lo mejor ahora viene tres y el resto de días se trae algo de casa. O en vez de eso, coge unas empanadillas o un bocata”, dice Javier Barciela, gerente de Mama Elvira, quien no cree que el precio del menú del día sea exclusivamente lo que ha propiciado este descenso de consumidores. “Ahora te encuentras con que ir al supermercado o pagar la luz de tu casa ha subido mucho más, por lo tanto hay mucha gente que no se puede permitir estar de restaurante”, reconoce.

Él, en su caso, ya ha subido su doble plato en dos ocasiones: a finales de 2021 ofrecían primero, segundo, postre, bebida y café por 10 euros. En enero lo elevaron a 11 y ya en julio nuevamente a 12. En pleno otoño, a principios de noviembre y encarando la recta final de este 2022, no duda. “Supongo que si esto sigue así tendremos que plantear una nueva subida, lo que no sabemos es si el cliente va a asumir esa subida”, manifiesta.

Según indica, esa sería la única opción, pues habría otra pero por ella no están dispuestos a pasar: bajar de calidad. “Nuestra idea es siempre mantener el mismo estándar, pero nos está resultando francamente difícil”, expone, subrayando que no contemplan bajar las raciones, “porque no tiene sentido”, y tampoco escatimar en producto frente a su variedad actual. “No daremos todos los días pollo porque sea lo más barato”, comenta.

“Al cliente le cuesta. Cuando hemos hecho esta segunda subida en julio, hemos puesto unas cartas informativas en el bar para que la gente fuese más consciente. Realmente a mí se me cae la cara de vergüenza por tener que subir el precio dos veces al año, pero no nos queda más”, añade Javier, que resalta que esta situación que siente con fuerza –sus gastos eléctricos se han multiplicado por cuatro– va a llevar consigo “una reducción del personal”.

“No hay otra opción”

El monstruo de la inflación ha impactado especialmente a Galicia. Según los últimos datos del INE, es la segunda autonomía española –primera de la península– donde más han subido los precios en el ámbito de la restauración y hotelería (un 9,1% entre septiembre de 2021 y 2022). Solamente está por detrás de las Islas Baleares (11,9%) y supera de lleno a otras grandes CCAA como Andalucía y Valencia (8,2%), Madrid (7,7%) o Cataluña (7,2%).

También en Vigo, a escasos metros, se encuentra Cafetería Berdiales. A ojos de su dueño, Jesús González, la solución pasa por la que no opta el anterior establecimiento que regenta su compañero de oficio. “¿Qué haces?, En vez de poner un plato que era más grande pues tienes que recortar en la ración y en la cantidad de gramos (...) En vez de poner fruta en el postre, pones yogur, un flan o cosas que te puedan salir más baratas”, asevera.

Conforme explica, los costes se han disparado en todas sus dimensiones. “Todo lo que son verduras subió mucho, entre un 20% o 30%. Si un tomate el año pasado estaba a un euro y pico, este año está a dos euros y mucho. Las lechugas igual. Las cebollas igual. El pescado también”, refleja, criticando que todo ha subido menos los sueldos. “¿Qué tenemos que hacer? Ir capeando. En vez de poner un menú ponemos medio menú”, destaca.

En este sentido, evidencia que “la gente no está muy por la labor de tomar el menú” y “muchas veces se va a un bocadillo”. Pese a ello, y aunque no descarta eliminar el doble plato de su carta, confiesa que su precio ya lo ha incrementado en un euro y volverá a hacerlo pese a no ser su intención. “Habrá que subirlo, todo el mundo está planteando subirlo porque no hay otra opción. El que lo quiera bien y el que no que vaya a la carta. No sé cómo vamos a ajustar esto pero habrá que ajustarlo”, sentencia Jesús.

Las ventas caen a la mitad: “Pasamos de 50 a 20 diarios”

El impacto de la inflación en el sobrecoste que aguanta como puede la restauración gallega se proyecta en un precio que muchos clientes no están dispuestos a asumir. En el caso del menú del día no iba a ser menos y el ejemplo puede encontrarse en locales como el Mesón Churrasco-O Rincón, que desgraciadamente han visto como estos iban cayendo. Desde el establecimiento, situado en la calle Manuel Núñez (Vigo), han notado cómo inevitablemente la clientela que tenía se ha ido reduciendo a la par que aumentaban el importe del doble plato, al que apenas le sacan beneficio. “Hemos tenido que subirlo porque las cuentas no daban. Ha habido un bajón claramente, aunque hay clientes que siguen viniendo”, explica Hans Matías, socio del mencionado negocio. “Antes hacíamos unos 50 diarios y ahora son 20, bajó bastante”, detalla sobre la menor demanda de menús. Todo ello a sabiendas de que solo han aumentado un euro su precio, que ahora cuesta 11: “Supongo que, más adelante, se seguirá el precio, pero hay que tratar de no subirlo porque sino a la gente no le va a compensar”.

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