De momento no hay consenso en la Unión Europea en poner un tope al precio del gas procedente de Rusia, ni tampoco un tope al precio del gas natural importado de otros países. En cambio, sí hay a priori apetito por poner en marcha medidas para reducir la demanda de electricidad, como se ha hecho con el gas, apoyar a los operadores de energía afectados por la crisis con nuevas líneas de liquidez o topar los beneficios de las empresas que producen electricidad con tecnologías inframarginales -renovables y nuclear- a costes más bajos. Todas estas medidas estarán sobre la mesa de los ministros de Energía de la UE este viernes en una reunión de urgencia llamada a encontrar un “denominador común” para atajar la crisis.

“Al final de la reunión deberíamos tener una fotografía clara sobre lo que el Consejo espera, que envíe un mensaje claro a la Comisión Europea con lo que esperamos que proponga. Es muy importante mostrar unidad entre nosotros, mostrar una señal clara al mundo exterior de que estamos preparados y que tenemos un plan”, explican fuentes de la presidencia checa de la UE sobre un encuentro que tendrá dos vertientes: cómo mitigar los elevados precios de la energía y la situación de las reservas de gas de cara al invierno. Lo segundo no genera polémica. Los depósitos están al 83% de su capacidad, por encima del objetivo fijado para finales de octubre, y aunque un corte total del suministro del gas ruso alteraría la situación no hay excesiva preocupación, pese a la decisión de Moscú de paralizar indefinidamente el gasoducto North Stream 1. 

Más peliaguda será la discusión sobre las nuevas medidas para reducir los precios del gas y la electricidad, que se han disparado casi un 300%. La verdadera batalla no comenzará hasta que Bruselas presente sus propuestas legislativas -previsiblemente el próximo martes- pero la reunión de emergencia de este viernes servirá de termómetro para definir prioridades. Aunque la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha sugerido limitar el precio del gas ruso, más de la mitad de los Estados miembros no están de acuerdo, según fuentes diplomáticas. En cambio, hay otros que piden un límite global para todos los países terceros, una idea que Bruselas estudia pero que no ha planteado por ahora.

“Un tope al precio del gas ruso no bajará los precios. Estamos viendo que no hay mucho gas ruso que esté llegando a Europa así que no le veo el valor añadido a esto. Tenemos que arreglar la base, intervenir en el mercado mayorista con un precio fijo, un tope al precio del gas, de forma que tenga efecto en las energías y las industrias”, ha recordado la ministra de energía belga, Tinne van der Straete, sobre algo que defienden países como Italia PoloniaAustria es otro de los países que se opone a plan europeo de poner un techo al precio del gas ruso. Estamos dispuestos a examinarlo cuidadosamente” pero “no sería muy inteligente imponer un precio de forma unilateral” responden fuentes diplomáticas de otro país del norte de Europa que consideran más eficaz negociar un determinado precio con suministradores.

Sí genera simpatías reducir la demanda de electricidad, como se ha hecho con el gas, aunque está por ver si de forma obligatoria como sugiere Bruselas -con un recorte del 5% en las horas pico- o voluntaria. También suena bien entre los Veintisiete la idea de establecer un límite a los beneficios extraordinarios de las tecnologías inframarginales y derivar ese dinero a aliviar a los consumidores. “Es un elemento en el que ha habido buena atmósfera pero el diablo estará en los detalles pero es un elemento en el que ha habido buena atmósfera”, reconocen fuentes diplomáticas. Según fuentes de la Presidencia también avanzan hacia la convergencia en la posibilidad de desplegar nuevos instrumentos de liquidez de emergencia para apoyar a los operadores de energía o revisar el sistema de derechos de emisiones de CO2. Todo lo que se ponga en marcha a corto plazo tendrá que ser limitado en el tiempo, no poner en riesgo la seguridad de suministro y preservar el mercado interior.