Desde el propio Gobierno se trata de justificar el chasco subrayando que todos los factores que podían aguar el estreno de su medida para abaratar la factura de la luz han aparecido a la vez y, también, se reconoce que ha habido un problema de altas expectativas (infladas, por cierto, por el propio Ejecutivo durante semanas). El esperadísimo estreno el pasado martes del tope al gas -el plan estrella de España y Portugal para bajar la luz que ambos países pelearon en Bruselas durante semanas hasta conseguir el 'ok' definitivo- ha tenido resultados decepcionantes.

Se esperaba un arranque con rebajas sustanciales del precio de la luz gracias a la puesta en marcha de la denominada 'excepción ibérica', que implica que España y Portugal impondrán durante un año un precio máximo al gas que se usa para producir electricidad (de media unos 48 euros por megavatio hora, MWh) para, con ello, rebajar la cotización del conjunto del mercado mayorista eléctrico y evitar que el alto precio del gas contamine lo que se paga por la electricidad producida por el resto de tecnologías.

Pero durante toda la semana el precio final de la electricidad que han tenido que pagar los 10 millones de hogares con tarifa regulada de luz (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor, PVPC) y las industrias que compran energía directamente en el mercado eléctrico ha ido encadenando subidas. Justo lo contrario de lo esperado.

Desde el propio sector eléctrico se reconoce que el Gobierno, que había vendido a bombo y platillo el tope al gas, ha tenido mala suerte y que el estreno se ha visto arruinado por factores externos y coyunturales. “Todo lo que podía torcerse se ha torcido. De la ola de calor a Putin cortando el grifo del gas a Europa y haciendo que el precio vuelva a dispararse. Todo en la misma semana en que arrancaba el tope al gas”, apunta un director del sector.

Baja... pero no baja

Durante esta semana, la demanda de electricidad se ha disparado a golpe de aire acondicionado como consecuencia de la ola de calor que está golpeando España (también por la exportación disparada de electricidad a Francia) y la aportación de la generación de las plantas renovables ha caído: la falta de viento ha recortado la producción de la eólica y el efecto calima ha hecho que se resintiera la generación de las plantas fotovoltaicas y sobre todo de las termosolares por la menor insolación.

Con más consumo y menos renovables, la generación de las centrales de gas se ha disparado hasta máximos históricos para cubrir toda la producción eléctrica necesaria. Y ha sido justo cuando el precio del gas se ha disparado por el nuevo pulso de Vladimir Putin a Europa (esta semana el gigante ruso Gazprom está recortando el suministro de gas a grandes economías europeas como Alemania, Francia o Italia, con lo que ha avivado la escalada de precios hasta máximos) y cuando el sistema diseñado por los Gobiernos de España y de Portugal obliga a pagar una compensación a las plantas de gas para cubrir sus costes reales de producción. Todo lo que podía salir mal salió mal.

Durante esta semana la demanda de gas natural para producir electricidad ha marcado dos máximos históricos consecutivos (hasta los 770 gigavatios hora marcado este jueves) y pulverizando el anterior récord de junio de 2008, según los registros de Enagás, el operador del sistema gasista. De hecho, en varios días de esta semana los ciclos combinados, las centrales que usan gas para producir electricidad, han concentrado más del 40% de toda la generación eléctrica nacional, según datos de Red Eléctrica. Unas cifras de las que presume la patronal Sedigás para defender la importancia del gas natural para garantizar la seguridad de suministro de luz en momentos en que las renovables no producen suficiente.

Desde la puesta en marcha del tope al gas, el precio oficial del mercado mayorista eléctrico -en el que productores, comercializadoras y 'traders' compran y venden parte de la energía que se consumirá al día siguiente- realmente ha bajado. Antes de la puesta en marcha del nuevo mecanismo, el mercado mayorista marcaba un precio de 214 euros por megavatio hora (MWh). Con el estreno del tope al gas el precio oficial para la electricidad consumida en los días posteriores se ha movido desde el martes entre los 165 y los 177 euros por MWh (el precio para la energía que se consumirá este sábado, cuando la demanda es menor, ha descendido hasta los 146 euros por MWh).

El problema es que, aunque el precio del mercado mayorista eléctrico ha caído por el tope al gas, lo que pagarán finalmente millones de familias y de empresas con una tarifa ligada al mercado sigue creciendo al sumarle la compensación que hay que pagar a las centrales de gas con el nuevo mecanismo (más alta de lo esperado por la enorme producción de las plantas y por la escalada desorbitada del precio del gas en mercado internacional). Una compensación para las eléctricas con centrales de gas que ha oscilado estos días entre los 59 y los 88 euros por MWh, que se suman a la cotización marcada por el mercado mayorista y que es lo que ha impedido que bajara la luz.

La compensación a las centrales de gas -cuyo coste se calcula será de 6.300 millones durante un año- sólo la pagan los consumidores españoles que se benefician del mecanismo, ahora aproximadamente un tercio de todos los clientes domésticos e industriales (hogares con tarifa PVPC e industriales sin contratos de precio fijo que acuden al mercado), a los que se irán sumando los clientes con tarifas del mercado libre cuando se vayan revisando sus contratos durante el año. El ajuste no lo pagan en cambio los clientes franceses, a pesar de que se aprovechan de la caída del precio oficial del pool y han disparado las importaciones de electricidad hasta el máximo de la capacidad de interconexión entre ambos países desde que se estrenó el tope al gas.

Sin tope, subiría más

Fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica, comandado por la vicepresidenta Teresa Ribera, han insistido durante toda la semana en que no hay que comparar el precio eléctrico actual con el que había el lunes, antes de arrancar la medida, sino con el precio mucho mayor que se habría registrado si no se hubiese activado el tope al gas.

Según los cálculos del Gobierno, cada uno de los días de esta semana el precio del mercado mayorista habría marcado precios aún mayores que los que finalmente ha registrado con el mecanismo del tope al gas (incluso sumándole el coste del ajuste para compensar a las centrales de gas). Los precios finales sin el tope al gas habrían oscilado entre los 240 y los 300 euros por MWh, según las estimaciones gubernamentales.

Un desfase a la baja que “pone de manifiesto la eficacia [del tope al gas] para reducir el precio de la electricidad, limitar los beneficios extraordinarios de las empresas eléctricas y funcionar como un cortafuegos ante los elevados precios del gas”, subrayan fuentes ministeriales. Además, desde el Gobierno se apunta que durante toda la semana los precios de los mercados eléctricos de las grandes economías europeas han marcado precios mucho mayores al español. “Con una coyuntura tan adversa como la actual, el mecanismo está demostrando su utilidad en situaciones extremas”, destacan desde el Gobierno.

Las grandes eléctricas subrayan que el encarecimiento del gas seguirá diluyendo los efectos de la medida activada por el Gobierno, pero admiten que la cotización del mercado mayorista sería aún mayor sin el tope al gas “En todo caso se trata de una situación coyuntural, por lo que se espera que los resultados de reducción de coste sean mayores una vez terminen estas circunstancias”, apuntan desde Aelec, la patronal que agrupa a Iberdrola, Endesa y EDP. “El problema sigue siendo la subida del precio del gas y no estaremos alejados del impacto del gas en los precios de electricidad hasta que no reduzcamos la dependencia del gas con más energías renovables”.

Una medida a largo plazo

“Para conocer la eficacia del mecanismo del tope al gas hay que darle más tiempo. No se puede hacer una valoración sólo con los resultados de los pocos días que lleva en marcha”, sostiene Francisco Valverde, consultor de Menta Energía. “La medida aún está en pañales. Aunque menos de lo esperado, lo cierto es que sí está impidiendo que suba más la luz”.

Pese a la decepción inicial, el Gobierno mantiene que el mecanismo ibérico servirá para rebajar entre un 15 y un 20% durante el próximo año -la vigencia del tope al gas está prevista hasta el 31 de mayo de 2023- la factura que pagan los 10 millones de hogares que tienen contratada la tarifa regulada y el 70% de compañías industriales que acuden directamente al mercado mayorista a comprar la energía que necesitan. El efecto de la medida, argumentan desde el Ejecutivo, se está viendo parcialmente diluido por factores coyunturales en los mercados internacionales y en la demanda de electricidad que no se mantendrán durante todo el periodo en que se aplicará.

"Los cálculos sugieren que el impacto inicial de la medida ha sido positivo pero modesto", sostiene la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), que apunta a que los objetivos de reducción de la factura eléctrica que se ha marcado el Gobierno pueden ser excesivos. "Cabe esperar que, aunque no se alcance la reducción inicialmente prevista del 15 o el 20% de la factura, el mecanismo sí genere reducciones mayores a las observadas inicialmente", una vez que se despejen alguno de los factores coyunturales que han afectado a la eficacia de la medida. No obstante, desde el 'think tank' también se advierte de que probablemente se ha infravalorado el impacto que tendrá en el coste de la medida el fuerte aumento de las exportaciones de electricidad a Francia sin asumir el pago de la compensación a los ciclos combinados.

Deslizar sospechas

En plena polémica por los resultados decepcionantes de la primera semana de aplicación de la medida, la vicepresidenta Teresa Ribera llegó a lanzar un aviso a las compañías eléctricas y advirtió de que se supervisará de manera pormenorizada la actuación de las eléctricas en el mercado mayorista. Desde el Ejecutivo se advierte de que la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) está en alerta y que está supervisando el funcionamiento del mercado.

Ribera advirtió a las compañías energéticas de que se realizará una “vigilancia exhaustiva” de las ofertas que presentan en el mercado mayorista, conocido como 'pool', para asegurarse de que no existen comportamientos que los grupos que “distorsionen” el correcto funcionamiento.

"Esto es algo que siempre vigila de cerca Competencia y le recordaremos que siga muy de cerca el comportamiento de ayer y de los próximos días", sentencio la vicepresidenta, que incluso ha llegado a subrayar durante la semana que “diez años después se ha imputado a una compañía eléctrica por malas prácticas en el mercado". Una alusión a la decisión de la Audiencia Nacional de procesar a Iberdrola por una presunta manipulación de precios en invierno de 2013 mediante las ofertas presentadas al mercado para la producción de varias centrales hidroeléctricas.