Si hay un sector industrial que las ha pasado canutas desde el inicio de la pandemia ese es, sin lugar a dudas, el del calzado. El desplome del consumo de moda como consecuencia de la suspensión de todo tipo de eventos sociales tuvo una incidencia brutal sobre las ventas, a lo que se sumó después el incremento de los costes energéticos y de las materias primas y, por si fuera poco, la amenaza de aranceles procedente de Estados Unidos, que se tradujo en una más que notable cancelación de pedidos. La situación, sin embargo, ha empezado a cambiar, primero con una paulatina recuperación de la actividad comercial a medida que se han ido levantando las restricciones anticovid y, después, según se ha podido conocer ahora, con una reactivación de las exportaciones a EEUU, una vez ha quedado disipado el riesgo de nuevas cargas arancelarias. Las ventas al que es el primer destino extracomunitario, de hecho, se han incrementado este año un 25%, en una dinámica en la que también han tenido que ver las dificultades de tráfico marítimo que todavía persisten entre Asia y el país norteamericano.
El asunto no tenía nada que ver con el calzado, pero el caso es que acabó involucrado en una disputa a cuenta de la denominada Tasa Google, en el marco de la cual Washington planteó la imposición de un arancel del 25% a los artículos de este sector procedentes de España. Esta carga se hubiese sumado a la del 10% que ya se encontraba en vigor, lo que habría disparado el porcentaje hasta el 35%. Las consecuencias no se hicieron esperar, con la cancelación de hasta un 30% de los pedidos la pasada primavera, lo que amenazó incluso la continuidad de numerosas empresas, especialmente de la zona de Elda, que tienen en el país norteamericano su principal mercado.
Tras múltiples contactos y la presión ejercida desde el propio sector, finalmente, el pasado mes de octubre, se llegaba a un acuerdo por medio del cual España, Francia, Italia, Austria y Reino Unido podrán seguir cobrando la tasa que grava a las grandes multinacionales tecnológicas hasta 2023, momento en el que será sustituida por un tipo mínimo del Impuesto de Sociedades a nivel global que se ha pactado en el seno de la OCDE. Este entente propició que Estados Unidos suspendiese la subida de los aranceles, para alivio de las empresas del calzado.
¿Y cuáles han sido las consecuencias? La presidenta de la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal), Marián Cano, destaca que, durante el primer trimestre de este año, las exportaciones de la Comunidad al país norteamericano, la mayor parte correspondientes a la provincia de Alicante, ya se han incrementado un 25% con relación al mismo periodo del ejercicio anterior, lo cual ha permitido alcanzar los 34,3 millones de euros. "Las impresiones -señala- son positivas, y esperamos que se confirmen en los meses posteriores".
Otro factor que ha contribuido es que las comunicaciones vía marítima desde Asia, gran centro productor de calzado, continúan con problemas como consecuencia del covid, lo que ha propiciado que Estados Unidos recurra a otros proveedores. Cano, en cualquier caso, subraya la importancia de esta reactivación, sobre la base de que "hablamos de nuestro principal destino fuera de la Unión Europea, solo por detrás de Italia, Francia y Alemania".
Por su parte, Manuel Román, presidente de la Asociación Española de Componentes del Calzado (AEC), destaca que, "afortunadamente, no ha habido la debacle que se esperaba", y se ha podido retomar la actividad comercial. En parecidos términos se expresa Manuel Ruiz, gerente de Manufacturas Newman, de Elche, quien ratifica que, "desde que se alcanzó el acuerdo, el problema ha terminado". Mientras, desde la también ilicitana Pikolinos subrayan que la crisis no tuvo un impacto importante en esta firma debido a que disponen de una plataforma logística en tierras norteamericanas, al tiempo que enfatizan el fuerte repunte del consumo en este país.
