Dos años después del estallido de la pandemia, la morosidad bancaria sigue sin aparecer, pero los "riesgos latentes" no paran de crecer. Al contrario que en otras crisis, los impagos de los créditos no están aumentando tras la llegada del covid gracias a las medidas de apoyo público a empresas y hogares implementadas, pero la prolongación de la crisis provoca que las entidades financieras acumulen problemas en su balance. Los bancos tenían al cierre de diciembre unos 94.000 millones de euros en vigilancia especial en España por su alto riesgo de impago, lo que equivale al 8,1% de la financiación que tenían concedida a empresas y hogares y supone un crecimiento del 1% desde junio y del 14% en doce meses, según ha revelado este jueves el Banco de España. Y ello antes del impacto de la invasión de Ucrania.

De dicha cantidad, 61.046 millones correspondían a compañías (el 12,4% de dicha cartera y un 25,7% más que al cierre de 2020), otros 31.408 millones estaban concedidos a familias (5,1% del total y, en este caso, un 1,7% menos que en diciembre de 2020) y el resto eran préstamos a sociedades financieras no bancarias. Para ponerlo en perspectiva, estos préstamos en vigilancia especial suponen un volumen notablemente superior a los que ya están efectivamente en mora: 49.000 millones, un 4,2% del total de créditos, de los que 27.000 millones correspondían a empresas (con una morosidad del 5,3%) y 22.000 millones a hogares (3,7% de impagos).

En cuanto a los créditos a empresas con aval público del ICO concedidos en 2020 por la pandemia, 17.900 millones están en vigilancia especial, el 20,2% del total, y 3.000 millones en morosidad, el 3,5%. El 30% de los préstamos de dicha cartera, en cualquier caso, se acogieron a la moratoria en el pago del principal que vencerá entre abril y septiembre, con lo que es de prever que las cifras empeoren. “La recomendación a los bancos es que extremen la prudencia y que no liberen las provisiones extraordinarias que realizaron en 2020 por la pandemia”, ha apuntado el director de estabilidad financiera del supervisor, Ángel Estrada, durante la presentación este miércoles del informe bianual de su departamento.

Impacto de la guerra

La estabilidad del sector financiero español, así, ha vuelto a deteriorarse en el último semestre por la guerra en Ucrania, tras la mejora que registró en el semestre anterior gracias a la recuperación de la actividad propiciada por la vacunación y a las medidas desplegadas por las autoridades. La economía española, señala el informe del supervisor, se estaba recuperando de forma "progresiva", aunque "incompleta y desigual por sectores", pero la invasión de Ucrania y las sanciones a Rusia "introducen una enorme incertidumbre" por su impacto en el crecimiento y la inflación.

"Las consecuencias de esta invasión son difíciles de predecir, pero se anticipan de naturaleza global y de gran profundidad, tanto en el orden geopolítico como en los ámbitos económico y financiero, e introducen nuevos riesgos para la estabilidad financiera", remata el documento, que también destaca que la capacidad de resistencia de la banca española para afrontar este escenario "se mantiene, con carácter general, elevada". 

Capital suficiente

El Banco de España, así, ha realizado una prueba de resistencia al sector para comprobar qué impactos sufriría de agravarse la crisis provocada por la guerra en Ucrania, con "eventos extremos alejados de las expectativas centrales" sobre lo que es más probable que suceda. En el escenario adverso, los bancos cerrarían 2023 con 1,8 puntos de capital menos de lo esperable, mientras que en el severo serían tres puntos menos. "La capacidad de resistencia agregada es adecuada", estima el supervisor. "Incluso para las entidades con mayor dilución de capital, los niveles de llegada no hacen que sea necesario tomar medidas de supervisión", ha abundado Estrada.

Con todo, el organismo también advierte a los bancos de que los "deterioros latentes" en sus carteras de crédito podrían materializarse en los próximos trimestres; de que podrían tener que elevar las provisiones para afrontar pérdidas (posibilidad que el sector niega); y de que su financiación podría encarecerse. "En este contexto, las entidades deberán mantener una elevada prudencia, con un reconocimiento adecuado y temprano de los riesgos asociados, a fin de preservar la confianza en el sector y de facilitar el mantenimiento del flujo de crédito a la economía", les ha reclamado.