Por primera vez en la historia, más del 1% de los adultos a nivel mundial son millonarios. Y, de ellos, más de un millón están en España por primera vez en la historia. Así se desprende del informe anual sobre riqueza global que ha publicado el banco Credit Suisse.

Además, el número de millonarios en España aumentará en un 57 % de aquí a 2025, pasando de 1,14 a 1,8 millones, de acuerdo al citado informe.

Según el informe, los casi 1,2 millones de españoles millonarios representan un 3% de los 38 millones de adultos en el país. El porcentaje se ha multiplicado por seis en dos décadas y ha dado un salto de 1,2 puntos entre 2015 y 2020. En comparación, en Suiza el porcentaje de millonarios ha aumentado cuatro veces, hasta el 14,9% de sus habitantes en 2020, y en Estados Unidos ha pasado de un 3,8% de los adultos en el año 2000 a un 8,8% en el último ejercicio.

Esta proyección guarda relación con el aumento estimado del 39 % de la riqueza global en los próximos cinco años, que alcanzará los 583 billones de dólares en cinco años, frente a los 418 billones de finales de 2020.

En esta línea, la densidad de millonarios (un millón de dólares a más) ya ha pasado del 0,5 % de la población adulta en el año 2000 al 3 % el año pasado, con altibajos que reflejan en particular el efecto que tuvo la crisis financiera de 2018 en España.

Si la densidad de millonarios ya se encontraba en el 2 % en 2005 y había llegado al 2,7 % en 2010, cinco años después hubo un fuerte retroceso que llevó este dato al 1,8 %.

Las previsiones para España se enmarcan en un tendencia continuada al alza en la riqueza global, que -salvo en el primer trimestre de 2020- no ha acusado el impacto de la pandemia, a diferencia de lo que ocurre en la economía real y en los mercados laborales de una buena parte del mundo.

Los datos son claros. La riqueza aumentó un considerable 7,4 % en 2020 y la de los individuos adultos rompió un nuevo récord al crecer un 6 % y alcanzar los 79.952 dólares de riqueza media per cápita.

La explicación se encuentra en que, a diferencia de lo ocurrido durante la crisis financiera de 2008, gobiernos y bancos centrales tomaron medidas rápidas y decididas para atenuar esta crisis.