Después de un 2020 marcado por el impacto sanitario, económico y social de la pandemia por COVID-19, 2021 está llamado a ser el año en que comience la recuperación. Es el consenso que expresan los principales organismos económicos tanto nacionales como internacionales. No obstante, también anticipan que el crecimiento que experimentarán algunos mercados este año, entre ellos España, no será suficiente para compensar la caída sufrida en el ejercicio anterior.

Es el caso del Gobierno que confía en que el PIB nacional crezca un 9,8% a lo largo de 2021 tras la caída del 11% sufrida en 2020. Así pues, la mejora que traerán los próximos meses será progresiva y dependerá en gran medida de que sepamos poner el foco en las palancas adecuadas para superar el corto plazo con la menor pérdida de tejido productivo y empleo posible, a la par que sentamos las bases del modelo de crecimiento futuro.

Entre las preocupaciones más inmediatas, en 2021 tendremos que prestar atención a las cifras de empleo, especialmente las que puedan derivarse del fin de los ERTE, así como a la debilidad de la demanda.

Si bien la incertidumbre acerca de la evolución de la pandemia y de la crisis económica ha tenido un claro impacto negativo en el consumo, también cabe esperar que conforme la situación epidemiológica se estabilice, esta confianza comience también a recobrar el ritmo y se traduzca en un nuevo impulso a los sectores más golpeados por las medidas sanitarias como el turismo, el ocio o la restauración.

En este sentido, 2021 todavía arrastrará secuelas del que ha sido el peor año en términos de PIB desde la Guerra Civil pero conforme pasen los meses, esperamos también ir recobrando una cierta normalidad tanto en el ámbito empresarial como en el privado. La facturación se irá recuperando y las tensiones financieras y operativas se aliviarán paulatinamente.

El reto entonces será ponerse manos a la obra para impulsar todas aquellas iniciativas y reformas pendientes que posicionen a la economía española para ser más competitiva y resiliente ante un futuro que sin lugar a dudas traerá nuevas complejidades. Los fondos del Plan de Recuperación Europeo desempeñarán un papel crucial en esta transformación de nuestro tejido productivo que debe traducirse, sobre todo, en un mercado laboral más dinámico, inclusivo y con mayores oportunidades, especialmente para las nuevas generaciones que necesitan recuperar la confianza en su futuro.

La digitalización y la sostenibilidad son las dos palabras clave en este ejercicio que ha puesto en marcha la UE. El reto es tan inmenso como la oportunidad. El sector público y el privado tienen ahora la responsabilidad y la obligación de colaborar como nunca para materializar esa transformación tan necesaria para nuestro país. Si lo hacemos bien, podemos convertirnos en esa economía del bienestar, madura e innovadora a la que estoy convencido de que todos aspiramos, en el marco de una Europa fuerte. Por ello, si bien 2021 será todavía complicado, será un año determinante para marcar el camino de la recuperación.