Dedicado en cuerpo y alma al mundo empresarial, una vez jubilado, el fundador de Ferrovial, Rafael del Pino, pasó largas temporadas en Puerto Portals, el lugar donde está amarrado el lujoso Alcor, una de las mejores embarcaciones de la flota nacional propiedad del empresario.

A bordo de este yate de cincuenta metros de eslora, tres cubiertas, grandes camarotes y autonomía para cruzar el Atlántico sin repostar, Del Pino se propuso cumplir su sueño: dar la vuelta al mundo. El Alcor navegó alrededor del globo terráqueo durante casi dos años, en los que también tuvo tiempo para el descanso. En diciembre del año 2001, después de trece meses de aventura, hacía escala en el puerto mallorquín la primera etapa de este viaje. En aquella ocasión se organizó en alta mar una multitudinaria fiesta a la que asistieron familiares y amigos, un comité de bienvenida para el que tuvo que fletarse hasta tres autobuses. "Estoy orgulloso de estar jubilado", manifestó Del Pino durante aquella celebración, en la que narró la lección de humildad más importante de su odisea: "Europa no es el ombligo del mundo". En total, este hotel flotante recorrió cerca de 37.000 millas marinas (50.000 kilómetros), que realizó junto a una tripulación formada por ocho miembros.

Al finalizar este periplo el Alcor se convirtió en su residencia habitual durante sus visitas a la isla, donde se reunía la familia cada verano. Desde este emplazamiento bajo el cielo mallorquín el empresario pasó largas veladas dedicado al estudio de las estrellas, su otra gran pasión.

En los últimos años, Del Pino apenas abandonó su amarre de Puerto Portals. Era asistido en el propio yate por una enfermera particular cuando empeoró su estado de salud. En la lujosa embarcación recibía a autoridades tan ilustres como el Rey o a Florentino Pérez, otro de los magnates de la construcción española, cuyo yate, el Pitina III, está amarrado proa contra proa con el Alcor.