Jonas Vingegaard no ha llegado al Dauphiné desde Dinamarca o desde la Costa del Sol donde se ha comprado una casa. Lo ha hecho desde otro planeta, en el que también vive Tadej Pogacar, en una galaxia lejana a la que habitan el resto de los mortales que se ganan la vida yendo en bicicleta. Quinta etapa de la carrera francesa, victoria en solitario, ‘maillot’ amarillo y mensajito enviado a su rival esloveno cuando tan solo quedan 23 días para que comience el Tour en Bilbao.

Lleva ya nueve victorias esta temporada por 12 de Pogacar. El ciclismo de 2023 se resume en seis nombres: Pogacar, Vingegaard, Roglic, Evenepoel, Van der Poel y Van Aert. El resto de las estrellas, por mucha fuerza y coraje que le pongan, se convierten en mirones, los que contemplan en uno u otro lugar, según como sea la carrera, por etapas o de un día, las exhibiciones del sexteto. Ellos maravillan y los demás se deben conformar en ser los rivales; al menos, este jueves y en el Dauphiné, con Enric Mas y Mikel Landa, entre los mejores, y Carlos Rodríguez que cede unos pocos segundos a su estela.

Vingegaard aprovechó un día de media montaña en el Dauphiné para responder a la ofensiva de Richard Carapaz, más voluntad que piernas, y sacar con ello tiempo al resto de figuras, quedarse solo delante y buscar la meta para ganar en solitario con 31 segundos de diferencia sobre Julian Alaphilippe, que en un principio se fugó con la pareja, y que luego marcó el tiempo para el resto de figuras entre las que estaban el corredor mallorquín, el alavés, Adam Yates, Jai Hindley y, sobre todo, un Egan Bernal que poco a poco se recupera de los huesos que se rompió hace un año al impactar contra un autobús en Colombia. Y también Juanpe López, el ciclista sevillano que en 2022 vistió la ‘maglia rosa’.

Al Dauphiné, dice la leyenda del ciclismo, se debe llegar en un punto de forma correcto, pero no el óptimo, porque el estado físico ideal tiene que aparecer en el Tour. Así han trabajado las grandes figuras a lo largo de décadas hasta que ha llegado esta generación con hambre voraz, con Vingegaard entre los elegidos, que se come a todos los rivales como si no hubiera un mañana, en el día en el que el ciclismo perdió a una de sus leyendas, Txomin Perurena.