A la tercera llegó el gol de Haaland. A la tercera ocasión, penalti fallado incluido, acertó en Múnich el 'nueve' que se ha traído Pep Guardiola al City para darle una nueva dimensión a su juego. Para marcar goles que no existían antes. Goles de un catálogo desconocido porque nació de un patadón de Stones –más juego directo no puede ser– para llevar al equipo inglés a las semifinales. Le aguarda a Guardiola el campeón de Europa. Le aguarda, además, viejos demonios vividos la pasada temporada. Le aguarda, en realidad, el duelo más decisivo de la temporada para acercarse a la Champions, el trofeo que le falta para completar un círculo perfecto en Inglaterra.

Fue un partido extraño. Extraño porque el City parecía no querer la pelota. Extraño porque el Bayern tardó en hallar el tesoro para hacerle daño a la férrea defensa inglesa. Aunque no tuviera mucho de férrea en Múnich. Y el tesoro, como lo detectó primero Coman y después Sané, se encontraba a la espalda de Aké, quien perdió el control.

No tenía el control porque el Bayern ordenó bien la presión e intensificó la agresividad. No era el equipo dócil y sumiso que se asustó en la ida, sobre todo en la primera mitad. Nada más iniciarse la vuelta, Tuchel ya dio señales de que era otro estilo. Parecía que el técnico alemán también jugaba el partido. Ni 10 minutos y tres entradas (De Ligt, Goretzka y Cancelo) como síntoma al City de que el escenario era muy distinto. Y lo fue. 

Apenas intimidaba el equipo de Guardiola, quien perdió, y no por voluntad propia, a la posesión. Terminado el primer acto en Múnich, tercero y penúltimo de la eliminatoria, los ordenadores emitían el veredicto: 57% de posesión para el Bayern; 33% para el City. Sané, además, se transformó en la pieza más peligrosa, aunque no estuvo nada preciso en el remate.

Y hasta Haaland, tipo casi perfecto, inmaculado, cuya relación con el gol es sobrenatural, casi irreal, exhibió su lado más humano. Ese lado que tiene tan oculto que da la sensación que no lo posee. Pues, sí. Sí es terrenal. No, no es una máquina. Ni tampoco un androide. Un disparo de Gündogan desde fuera del área se cruzó en el imprudente brazo de Upamecano, quien no se sabe por qué extraña razón decidió sacarlo de su espalda. Era penalti.

El escenario perfecto para el noruego. El momento adecuado para que el City liquidara al Bayern. Pero Haaland quiso ajustarse tanto su disparo que se fue por encima del larguero de un sorprendido Sommer, que se había vencido ya claramente a la derecha. Guardiola, desesperado en el banquillo, se tapó la cara. Quedaban 10 minutos para el descanso y el equipo inglés desperdició un penalti. El Bayern, pese al 3-0 encajado en la ida, aún sentía que le llegaba el oxígeno. Tuchel, también. Y Pep, entretanto, masticaba como reactivar a su equipo en el vestuario porque era el City. Pero no era su City. O no lo sentía así su entrenador. 

La mejora 'citizen' en la segunda mitad

Arrancó algo mejor en la segunda mitad. Tampoco era difícil porque venía de no disparar ni una sola vez a puerta. Ni siquiera en el penalti fallado. Y entonces, tras un error previo de Haaland, aún con la capa humana, apareció el gol, que era entonces el 0-4 en el global de la eliminatoria.

Un gol nada City. Un gol que no existía en el catálogo de Guardiola. Un gol que nace de un ataque del Bayern, donde Coman desgarra a la defensa inglesa pero topa con el cuerpo de Ederson, preámbulo del 0-1. Un patadón de Stones de 50 metros permitió a Haaland demostrar la trascendencia de su fichaje. Primero le ganó la batalla aérea a De Ligt, un gigante minimizado.

Después, comenzó a cabalgar a la espera de que Kevin De Bruyne, su socio favorito, le sirviera la pelota. Y entonces, el noruego impuso su miedo escénico, provocando un desastroso resbalón de Upamecano – ha salido en todas las fotos del desastre del Bayern, cuyo gol de Kimmich, de penalti, no le valió de nada y terminó con Tuchel expulsado – para facilitar el tanto del City, que le lleva, de nuevo, a medirse con el Madrid en las semifinales de la Champions. 

Ficha técnica:

1 - Bayern: Sommer; Pavard (Stasinic, m.77), Upamecano, De Ligt, Cancelo (Davies, m.63); Kimmich, Goretzka; Sané (Mané, m.63), Musiala (Müller, m.71), Coman; Choupo-Moting (Tel, m.71).

1 - Manchester City: Ederson; Akanji, Stones, Ruben Dias, Aké (Laporte, m.66); Rodrigo, De Bruyne (Walker, m.88), Gündogan; Bernardo Silva, Haaland (Álvarez, m.84), Grealish.

Goles: 0-1, m.57: Haaland. 1-1, m.83: Kimmich, de penalti.

Árbitro: Clément Turping (Francia). Amonestó a Cancelo (m.11), Upamecano (m.35), Kimmich (m.47+), Pavard (m.60) y Stanisic (m.88), por parte del Bayern; y a Ederson (m.44), Gündogan (m.47+), Ake (m.54) y Laporte (m.86), por parte del Manchester City. Expulsó por doble amonestación al entrenador del Bayern, Thomas Tuchel (m. 17 y 87).

Incidencias: Partido de vuelta de cuartos de final de la Liga de Campeones disputado en la Allianz Arena de Múnich.