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Opinión

Minuto 91. Quince millones más de Sarver y Kohlberg en el Mallorca, y van 65

A la propiedad norteamericana se le podrá poner más de un pero, sin embargo su compromiso con el Mallorca desde su aterrizaje en 2016 está fuera de toda duda

Kohlberg mira el móvil durante la rueda de prensa de Díaz y Ortells para explicar el mercado de fichajes. DM

En este loco y absurdo mundo del fútbol se habla de millones como si se manejara calderilla. A lo mejor ha pasado desapercibido para el gran público, pero esta semana se ha hecho oficial una nueva ampliación de capital de la propiedad norteamericana del Mallorca, que asciende a casi quince millones de euros. Una cantidad imprescindible para completar el coste de las obras de remodelación del Mallorca Estadi Son Moix, que asciende a 27 millones y que llega procedente del fondo británico CVC. Con esta nueva inversión son ya unos 65 millones -millón arriba, millón abajo, no vamos a discutir por menudencias- los que han puesto de su bolsillo Sarver, Kohlberg y compañía, que se dice rápido. Cuando llegaron en enero de 2016, poniendo veinte millones de euros sobre la mesa, el Mallorca estaba en una situación de inestabilidad permanente, en una época en que la institución era más noticia, y no solo en la isla, por lo que sucedía en los despachos que en el terreno de juego. Sin olvidar el traumático descenso a Segunda B -uno de los reproches que se le puede y debe hacer a los actuales propietarios-, se supo reaccionar rápido para ascender, primero a Segunda, y al año siguiente a Primera. Salir de Segunda B o de Segunda no es tan fácil. Que se lo pregunten al Deportivo o al Zaragoza, que no levantan cabeza desde que abandonaron la máxima categoría.

Siete años después tienen al club sin deudas, sin pista de atletismo y el tema de los copropietarios solucionado

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En el haber de Sarver y Kolhberg

hay que añadir que han sacado al club del concurso de acreedores y han conseguido estabilizarlo económica y deportivamente. Sin hacer ruido, de hecho, prácticamente en silencio. Sarver hace más de un año que no pisa la isla, sobre todo desde que fue condenado por la NBA por sus reprobables actitudes racistas que le ha costado desprenderse de su juguete favorito, los Phoenix Suns. Kohlberg, que viene cada tres o cuatro meses, tampoco abre la boca, hasta el punto de que, en una imagen que rozó el esperpento, el extenista estuvo sentado como un periodista más en la comparecencia de Alfonso Díaz y Pablo Ortells para explicar los fichajes del último mercado de invierno. Anécdotas, o no tanto, que explican su forma de ser y de trabajar. Nadie podrá negarles que han cumplido con su promesa. Dijeron que estarían un mínimo de cinco años, y ya suman siete. Han conseguido lo que parecía imposible, llegar a un acuerdo con Cort para suprimir las pistas de atletismo; se ha alcanzado un pacto con los copropietarios del Lluís Sitjar tras dos décadas de conflicto; y han revalorizado la plantilla con jugadores como Kang, Muriqi o Rajkovic por los que suspiran más de un club de postín. Al César lo que es del César. El Mallorca, por fin, goza de buena salud. Que dure. 

Todo lo que ha sucedido después

de la supuesta agresión de Valverde a Baena en el aparcamiento del Santiago Bernabéu tras el reciente Real Madrid-Villarreal roza el absurdo. Se supone que el perjudicado en toda esta historia es el jugador del club ‘groguet’, que por cierto ha puesto una denuncia contra el uruguayo. En lugar de reprobar la actitud de su jugador, la afición y el técnico del Real Madrid le trataron como si fuera la víctima, siendo recibido como un héroe. El colmo fue cuando se le preguntó cómo se encontraba anímicamente. Al agresor, no al agredido, como correspondería. De locos. 

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