De un lado, el club que durante años, en competencia con Real Madrid y Barcelona, ha encabezado todos los rankings de valoración económica del mundo del fútbol. Del otro, el Estado que más dinero ha aportado a este deporte en las dos últimas décadas. En medio, una transacción en ciernes valorada en 6.000 millones de libras, cerca de 7.000 millones de euros al cambio. El Manchester United y Qatar conforman la alianza con el mayor potencial de la historia del fútbol... pero este tipo de historias no siempre salen bien.

Empecemos por el comienzo de esta historia. Se podría colocar en 2005, cuando el empresario estadounidense Malcolm Glazer, presente en la entidad desde dos años antes, adquirió la mayoría accionarial del club mancuniano, próximo rival del Sevilla en la Europa League, por unos 1.200 millones de euros. Una cantidad que Glazer financió mediante préstamos de alto riesgo en los que el propio club ejercía de aval. Es decir, la inyección de capital acabó saliendo del rendimiento económico que fue generando el Manchester United a lo largo de los años, no de su bolsillo.

El rechazo de la afición a Malcolm Glazer

Eso provocó, claro está, que los aficionados de los 'Red Devils' nunca terminaran de ver con buenos ojos a Malcolm Glazer ni a sus hijos, que tomaron el poder tras el fallecimiento de su padre en 2014. Su nacionalidad estadounidense ya era una dificultad de por sí para recibir la aceptación de los aficionados británicos, poco acostumbrados entonces a que sus clubes no estuvieran en manos de propietarios británicos. La forma de adquirir el club, claro está, no ayudó a mejorar esa percepción.

Joel, Avi y Bryan, hijos de Malcolm Glazer, en una imagen de 2005.

La jerarquía de Sir Alex Ferguson ayudó a que en Old Trafford reinara cierta paz. En los siete primeros años de propiedad Glazer, el Manchester United levantó cinco Premier Leagues y una Champions, una de las mejores épocas de toda su historia. Pero una vez retirado el mítico entrenador escocés, todo entró en barrena: esta temporada, salvo remontada milagrosa, será la décima consecutiva sin que los 'Red Devils' se coronen campeones ligueros. Una mala racha inédita en el club desde los años 80. Un mundo.

Pérdida de liderazgo frente a Madrid y Barça

El desgaste, en fin, ha ido in crescendo con el paso de las temporadas, aunque el rendimiento económico no haya cesado, al menos hasta la llegada de la pandemia a nuestras vidas. Cierto es que el liderazgo mundial que ostentó durante años, según listas acreditadas como las que elabora Forbes anualmente, le han colocado por detrás de Real Madrid y Barcelona en los últimos tiempos, pero la gallina seguía poniendo huevos de oro.

Sin embargo, el covid ha magullado las robustas cuentas de un club que se enfrenta además a la necesidad ya difícilmente postergable de remodelar el vetusto Old Trafford. Ese factor, unido a las ventas de clubes señeros en los últimos años, con Chelsea y Newcastle como ejemplos paradigmáticos, han animado a los Glazer a poner sus acciones en el escaparate, emprendiendo la mayor subasta de la historia del fútbol mundial.

Imagen de los exteriores de Old Trafford, el estadio del Manchester United.

Dos han sido los principales interesados hasta ahora en adquirir el Manchester United. Por un lado, Jim Ratcliffe, propietario de la multinacional química Ineos, que ya reventó el mercado del ciclismo hace unos años y que ha patrocinado retos como del récord del maratón con liebres de Elud Kipchoge. Su oferta, dicen, roza los 5.000 millones de libras.

La oferta de 6.000 millones de libras

Pero quien ostenta la pole ahora mismo es Qatar, dictadura que parece dispuesta a alcanzar los 6.000 millones de libras que los Glazer pretenden sacar de su negocio. Sheikh Jassim Bin Hamad Al Thani, presidente del banco qatarí QIB y miembro de la familia real del emirato, es quien encabeza la operación.

Si la operación llegara a concretarse, lo que está todavía por ver, estamos ante la que potencialmente puede ser la alianza económica más potente de la historia del fútbol. El club con mayor seguimiento en mercados emergentes como Norteamérica, China y el Sudeste asiático con la inyección económica de la dictadura que más está invirtiendo en el fútbol: ahí están el PSG y, sobre todo, el Mundial del año pasado como ejemplos más paradigmáticos.

La operación tiene unos condicionantes éticos y morales relativos al incumplimiento sistemático de los derechos humanos por parte de Qatar que han sido relatados hasta la saciedad. No merece la pena detenerse más en ellos, pues son por desgracia conocidos y, más por desgracia aún, ignorados por la industria del fútbol.

Lo interesante, por novedoso, de este escenario futuro es la convivencia en el marco del fútbol europeo que tendrían el PSG (en el que Qatar, según asegura frente a los crecientes rumores, no tiene pensado desinvertir) y el Manchester United. La normativa de la UEFA impide a dos equipos con el mismo propietario competir el uno contra el otro en un mismo torneo. En la Champions, para el caso que nos ocupa.

La convivencia de United y PSG

¿Sería un obstáculo para la adquisición del club de Manchester? No parece que vaya a ser así, por varios motivos. En primer lugar, el vehículo de compra que quiere utilizar Qatar (su banco nacional) es distinto del que ha invertido en el PSG (su fondo soberano) por lo que la propiedad, en puridad, sería distinta, aunque todo el dinero salga del mismo sitio.

Además, el caso del Leipzig y el Salzburgo, propiedad ambos del grupo Red Bull, demuestra que siempre hay una solución. En aquel caso, la propiedad del conjunto alemán fue adjudicada a un grupo de directivos de la matriz de la bebida energética.

Por último, la UEFA tiene previsto revisar su propia norma, según explicó su propio presidente Aleksander Ceferin, pues la tendencia a crear 'holdings' empresariales en el fútbol (el grupo del Manchester City es el mejor ejemplo junto al de Red Bull) es cada vez mayor y no se le pueden poner puertas al campo infinitamente.

Y tampoco hay que olvidar que, en el conflicto de la UEFA frente a la Superliga, Qatar se ha convertido en un aliado del organismo europeo, asumiendo el liderazgo de los clubes europeos que están en contra del proyecto de Florentino Pérez, que ahora se tambalea por el caso Negreira. Un caldo de cultivo ideal para que todas las piezas encajen de cara al desembarco de la dictadura árabe en el Manchester United. Ahora, la pelota está en el tejado de los Glazer.