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FC Barcelona

Sergi Albert: "Negreira es un comercial que lo vendía todo, lo bueno y lo malo"

El exárbitro catalán y comentarista televisivo retrata al exvicepresidente de los colegiados como alguien altivo, egocéntrico, mandón, que se vendía con poder "y alguien picó y le compró la idea"

El exárbitro catalán Sergi Albert, esta mañana en Catalunya Ràdio. CatRadio

Nadie dice que vaya de justiciero. Y menos él. Nadie dice que intente justificar lo injustificable ¡por Dios! y, tal vez, tal vez, ni siquiera pondría la mano en el fuego por los de su gremio. Pero es evidente que el exárbitro catalán Sergi Albert, exempleado de banca y popularísimo en las restransmisiones futbolísticas de TV-3, tiene ganas de contar algunas cosas y, sobre todo, por decirlo así, de sopetón, poner a Enríquez Negreira, exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitro (CTA), en su sitio.

En cuanto Laura Rosel, responsable de 'El Matí' de Catalunya Ràdio, le dice si el tema de rabiosa actualidad es una polémica arbitral, Albert asegura con contundencia: “Lo han convertido en una polémica arbitral, pero no lo es, no lo es”. Albert, de 74 años, es decir, tres años más joven que el ya popular Enríquez Negreira, asegura que el exvicepresidente de los colegiados del fútbol “extorsionó al Barça, no a los árbitros”. Una cosa tiene clara Albert, que tuvo más de un enfrentamiento con el exdirigente arbitral: “Negreira es, fundamentalmente, un comercial, que lo vendía todo, lo bueno y lo malo”.

Convencer a ingenuos

“Yo lo conocí y conviví con él cuando empecé a arbitrar, es decir, del 71 al 93, cuando él se fue al Comité Nacional o Territorial, como se le quiera llamar, y yo me fui a TV-3 para comentar los partidos”, explica Albert. “Y siempre, siempre, ha sido un gran comercial, lo ha vendido todo, lo bueno y lo malo, repito. Y, también, también, otro signo de su personalidad es que se hacía pasar como si fuera, que no lo era, o no de todos, el líder de todos los árbitros, haciendo ver que él los mandaba y dirigía. Vamos que los hacía formar”.

Y, claro, al cerrar este comentario, a Albert se le escapa una mueca, que no es sonrisa, no, ni mucho menos carcajada, para añadir: “Es muy posible, bueno, es seguro, que esa es la imagen que les vendía, que transmitía y que alguien se la compró, sí, a un precio escandaloso, cierto, pero se la compraron”.

Cuando hace unas semanas, salió publicado que Negreira aseguraba padecer alzheimer, Albert lo dudó mucho, mucho, pero últimamente, sobre todo recientemente al ver una fotografía suya, ha empezado a pensar que, posiblemente, es cierto. Una cosa sí tiene clara Albert y no lo oculta, Negreira siempre fue un ‘bont vivan’, de angulas y demás finezas. Ahora, al parecer, Negreira se ha ocultado en Villajoyosa (Costa Blanca, Alicante).

“Solo hay que leer esos burofaxes en los que amenaza al Barça para comprobar el talante de Negreira”, continúa explicando Albert. “Eso ¿verdad? suena a extorsión, a amenaza. Yo no sé de leyes, pero amenazar con contar algunas cosas que sabe que le pueden hacer daño al Barça, es una manera de extorsionar. Y, fíjate, que dice ‘cosas’, es decir, que pueden ser asuntos, secretos, no compras de partidos ni árbitros, que han aparecido, tal vez, quién sabe, en conversaciones desenfadadas, comidas, cenas, viajes, con dirigentes del Barça, pues él tuvo mucho trato con ellos y con gente del RCD Espanyol cuando su hijo fue juvenil en los dos clubs”.

Albert califica a Negreira como alguien muy altivo, prepotente, ser superior, que parecía tener a un montón de serviles bajo sus órdenes, cuando no era así y cuando muchos colegiados no le hacían ni caso. “No es la primera vez que lo cuento, claro, pero yo tuve un pequeño enfrentamiento con él. Un día me reunió con otros árbitros y me dijo: ‘Oye, pollo, ten cuidado con lo que dices en televisión. Tú ya me entiendes. Ándate con cuidado’. Yo no le hice ni caso, claro”.

"Muchos, por no decir todo el mundo, conocía los trapicheos de Negreira, que se lo fue creyendo hasta flotar y estrellarse"

Sergi Albert - Exárbitro catalán de fútbol

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Albert está muy dolido con la polémica que acaba de dispararse, entre otras razones porque está cuestionando la honestidad del gremio arbitral. “El tema ha llegado a la locura de que me paran por la calle y me dicen ‘tú, no hables tanto, que eres igual que todos y has cobrado’, lo que resulta increíble, muy doloroso. ¡Bueno hasta dicen que he cobrado por venir aquí, a la radio, a contar mi experiencia con Negreira! ¡Es tremendo!”.

Eso sí, Albert no niega que, cuando entró en el arbitraje en el 71, “había corrupción”. Es más, todo el mundo sabía quién era el que manejaba todo, pues estaba en la Federación Catalana de Fútbol, asegura. “No diré su nombres, pues no puedo probarlo e iría a la cárcel, pero todo el mundo conoce su nombre”.

La típica trampa

Y, entonces, Albert pasa a contar el modo más típico, tradicional, casi inocuo para ¿comprar?, bueno, arreglar, amañar, un resultado. “Es una trampa de tontos: soy amigo de fulano del equipo rival, me das tanto dinero y te lo soluciono. Yo, ni conozco ni tengo amigo alguno en el equipo rival, pero tú, que tienes necesidad de esos tres puntos de forma desesperada, de lo contrario no lo intentarías, lo aceptas. Se juega el partido y si el resultado es negativo, es decir, si el que te ha pagado pierde, tardas diez minutos en devolverle el dinero. ‘Lo siento, lo intenté, pero mi conocido no se dejó’. Si gana, queda marcado de por vida, pero feliz”.

Todo el mundo y cuando Albert habla de “todo el mundo” se refiere a “todo el mundo”, clubs, presidentes, dirigentes, directores generales, gerentes, directores deportivos, “ha sentido, algún día, en algún momento, esa tentación, la de controlar, amañar, arreglar un partido, un resultado”.

Albert, cuando habla, no pretende ofrecer exclusiva alguna, contar secretos únicos o jamás escuchados. No, no, ni hablar. Lo cuenta para confirmar que muchas leyendas urbanas son perfectamente ciertas. “Por ejemplo: la neutralidad de los árbitros. Mira, es increíble que yo, que soy catalán, no pueda arbitrar a Barça, Espanyol y/o Girona. Ahora bien, si me voy a vivir a Mallorca, entonces sí puedo dirigir partidos del Barça, Espanyol y/o Girona. ¿Eso es neutralidad? Si mi neutralidad, si el parámetro de neutralidad, es dónde vives, no va bien, no va bien”.

"¿Neutralidad arbitral? Yo soy catalán, vivo en Barcelona y no puedo arbitrar al Barça, Espanyol o Girona, pero si me voy a vivir a Mallorca, sí. ¿Eso es neutralidad?"

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Albert hay algo que define, en sus tiempos, claro, como “sistemas de cobro”. Cuando llegaba a un campo, alguien del club local le decía que le diese el recibo por su arbitraje y/o le preguntaba cuánto era. “Y tú le decías, son 25.000 pesetas. Él te entregaba un sobre cerrado, que tú abrías en el vestuario y veías, ya por el peso, que allí había más dinero. En efecto, había 250.000. Lo buscabas y le decías, de inmediato, ‘oiga, perdone, perdone, pero aquí sobran 225.000 pesetas, tal vez se haya equivocado usted con las dietas de los jugadores’. Y él, como si no fuese con él la cosa, te decía, ‘perdón, perdón’ y te cambiaba el sobre. Otra forma de disfrazarlo era enviándote al masajisa que, en su maletín, llevaba el sobre”.

Y, entonces, es cuando Albert te cuenta lo que en catalán se denominaría ‘tarannà’, una personalidad muy suya, egocéntrico, algo altivo, sí. “Cuando entra en el CTA, allá por el 93 o 94, crea unas empresas que facturaba objetos promocionales, ‘gadgets’, como pitos, insignias, llaveros…que casi, casi, obligaba a comprar a las federaciones territoriales y hasta a los colegios de árbitros locales. Y se los compraban, claro, porque era él, para estar bien con él. Pero….exacto, siempre hay un ‘pero’, yo compraba esos mismos ‘gadgets’ para Caixa Catalunya, por ejemplo, por un euro cuando él los vendía por cinco euros”.

Sueldo millonario

Albert asegura que todo el mundo conocía los “trapicheos” que manejaba Negreira y se lo permitían. Y, claro, con todo el mundo mirando, al parecer, hacia otro lado, “Negreira se lo fue creyendo y creció, creció, creció, hasta perder el oremus, flotar y estrellarse”.

Albert cree que aquí, en este asunto tan sucio, “alguien ha metido mano en la caja y si Fiscalía o los investigadores siguen el rastro de ese dinero, de esos 20.000 euro, que yo creo que son más, que mensualmente sacaba Negreira de la caja, de su cuenta, de donde fuese y averiguan dónde han ido a parar, sepamos algo más, pero yo no confío demasiado en esa vía aunque, sí, no hay nada como seguir el rastro del dinero y, en eso, Hacienda es muy lista”.

Alberto está convencido de que en el colectivo arbitral no hay corrupción. “Y menos ahora, pues nadie va a pensar en eso, a intentarlo, para perder un salario anual de 450.000 euros. Para comprar a alguien que gana 450.000 euros anuales debes emplear mucho más que 7 millones de euros en 17 años ¿no?”

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