Crónica de una dimisión anunciada. El presidente de la Federación Francesa de Fútbol (FFF), Noël Le Graet, anunció este martes que deja su cargo, tras haberse visto salpicado por una sucesión de escándalos. Era una renuncia que se daba por descontada. En enero, ya había sido apartado de la presidencia y la justicia inició el 16 de febrero una investigación preliminar por “acoso moral y sexual”. Primero, fueron las acusaciones de acoso laboral y sexual y al final la gota que colmó el vaso, unas declaraciones torticeras sobre Zinedine Zidane, leyenda intocable en el fútbol en Francia.

“Me importa un bledo”, declaró a principios de enero Le Graët, de 81 años, sobre el futuro como entrenador de Zidane, quien aspiraba al puesto de seleccionador francés, pero se quedó con la miel en los labios tras la renovación de Didier Deschamps hasta 2026. Curiosamente, esas palabras —criticadas por la ministra de Deportes y por Kylian Mbappé, otro intocable del fútbol galo— activaron definitivamente la guillotina política y mediática para el presidente de la FFF, quien hasta entonces confiaba en resistir a las acusaciones de acoso laboral y sexual.

Dimisión previsible

Le Graët anunció su renuncia esta mañana durante una reunión del comité ejecutivo de la FFF. Varios miembros de este órgano habían advertido que dejarían su puesto y forzarían su dimisión en el caso de que el presidente se agarrara a su sillón. A partir de ahora, se abre una nueva etapa en la Federación gala. Una asamblea general está prevista para junio y entonces el comité propondrá el nombre del nuevo presidente. El nombre de Philippe Diallo, de 59 años y que ocupa la presidencia interina desde enero, aparece en todas las quinielas. 

Con el fin de la era Le Graët, el fútbol francés confía en iniciar un nuevo capítulo, alejado de la sucesión de escándalos. Estos no solo salpicaron al presidente, sino también al funcionamiento de la dirección de la FFF y, más en concreto, a su directora general Florence Hardouin. La revista 'So Foot' publicó en septiembre un amplio reportaje en que desvelaba los testimonios de varios trabajadores de la Federación que denunciaban un ambiente laboral tóxico, además de acusaciones de acoso sexual contra Le Graët.

Reconversión fulgurante en la FIFA

Tras esas informaciones, la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castera, —enfrentada personalmente con Le Graët y que contó en esta batalla de poder con el apoyo del presidente Emmanuel Macron— pidió a un gabinete externo que iniciara una investigación. En este informe, publicado hace dos semanas, se acusaba al presidente de la FFF de un “ejercicio del poder demasiado centralizado”, de "consumo excesivo de alcohol”, de “patinazos mediáticos” y de un “comportamiento inapropiado con las mujeres”. 

Este final caótico mancha el legado del presidente de la FFF durante una última década dorada de la selección francesa, entrenada por Deschamps, el gran valedor de Le Graët en estos últimos meses de caída en desgracia. Los bleus no solo se proclamaron campeones del mundo en 2018, sino también llegaron a la final de la Eurocopa en 2016 y en el Mundial de Catar del pasado otoño. Al mismo tiempo, la Federación se modernizó y se dotó de músculo económico, aunque dejó de lado a los clubes amateurs, una pieza esencial en el impresionante vivero de talento futbolístico en que se ha convertido Francia, sobre todo sus 'banlieus'.

Le Graët, un exalcalde socialista de Guingamp (noroeste) y reputado por su instinto por moverse entre las bambalinas del poder, confiaba en que estos éxitos le servirían para imponerse a los escándalos y en su pulso con la ministra de Deportes y el Elíseo. Al final no ha sido el caso, aunque el “Napoleón de Guingamp” ha logrado una reconversión laboral tan fulgurante como dorada. La prensa francesa ha informado este martes que dirigirá la oficina de la FIFA en París, a pesar de las acusaciones de acoso y la investigación judicial en curso.