El Atlético ya no juega por títulos, busca asegurar la cuarta plaza de Champions, pero sobre todo sale al campo por su afición. Es el gran objetivo declarado por Simeone, que, a pesar del año y medio de contrato que le resta, ha adoptado un tono de despedida. También pidió Griezmann el apoyo del Metropolitano, que acabó contrariado ante el GetafeUnal aguó la celebración del gol en diferido de Correa con un penalti perfectamente ejecutado que cometió Saúl.

El punto puede amnistiar a Quique Sánchez Flores, que llegaba a este encuentro "señalado, acusado y amenazado" por su club, según él mismo admitió en la previa. Para El Cholo es la interrupción de la racha victoriosa en la única competición donde el Atlético sigue vivo. Realmente, el feudo rojiblanco solo vería reparado el desacato de esta temporada con un pleno de triunfos de un equipo donde se pasa de héroe a villano rápidamente. Como le sucedió a Saúl, clave en el triunfo ante Osasuna y en el tropiezo contra el Getafe, al cometer el penalti decisivo.

Con un solo partido por semana, El Cholo confía lo que resta de temporada a su guardia pretoriana, repartida en el 4-3-3 que se transforma en un 4-4-2. Los protagonistas asentados no transformaron en gol la presión tras pérdida del Getafe en la primera mitad. Por su parte, el cuadro dirigido por Quique Sánchez Flores mutó la angustia en solidaridad.

Penaltis reclamados

A pesar de jugar en el alambre, el cuadro getafense movió bien la línea defensiva para dejar en fuera de juego a Griezmann o Morata, dos de los principales argumentos ofensivos rojiblancos. El internacional español anotó en posición ilegal después de un gran pase de Rodrigo De Paul.

Superado el cuarto de hora reclamo un penalti tras un agarre de Djené, que pasó de estar lesionado en el calentamiento a cargarse con una amarilla en prácticamente la acción de juego. Mateu Lahoz no consideró las protestas y el Atlético sigue siendo el único equipo de LaLiga sin penas máximas a su favor. El Getafe también demandaría su penalti por manos de Savic. Otra petición ignorada.

El Atlético no encontraba el modo de cortar las ramas del bosque azulón, que repelía, a veces con más fuerza que orden, las acometidas de una escuadra que percutía con todos los efectivos a su disposición. La ineficiencia de los de Simeone terminó por dar alas al Getafe, que pasó de bombear esféricos imposibles para Unal y Borja Mayoral a hilvanar jugadas. Con la aguja descosió al rival, que pidió el descanso después de que ambos delanteros protagonizaran sendas ocasiones de peligro. Como ya viene siendo habitual, el Atlético dejaba los deberes para la segunda parte.

VAR y manos

No hay duda de que la temporada 'colchonera' está siendo diferente en muchos aspectos. Pero hay síntomas de identidad que se mantienen, como el efecto de las 'cholinas' tras el descanso. Aunque hasta estas lecciones actitudinales han perdido intensidad. El Atlético mejoró tras la pausa. Añadió el punto de velocidad que necesitaba para descorchar al fin el encuentro.

Correa fue el protagonista de la acción que puso en ventaja al Atlético. Vio puerta tras aprovechar un rechace de un latigazo de Lemar. Pero no fue consciente de ello hasta después de ser sustituido. Cuando ya se lamentaba en el banquillo por la malograda ocasión empezó a vibrar el 'pinganillo' de Mateu Lahoz para legalizar un tanto que parecía de triunfo.

Pero el equipo rojiblanco fue incapaz de cerrar su zona de seguridad. Saúl, que contra Osasuna desatascó el partido con una gran definición, cortó con las manos un remate de Mayoral. La acción no admitió discusión como el resto de jugadas similares debatidas. La moción de censura contra el triunfo del Atlético la certificó Unal. Lo hizo del único modo posible, con un impecable decreto-ley cuya trayectoria adivinó Oblak. Se podría haber tirado para el otro lado porque era imparable.

Carrasco intentó levantar súbitamente a las tropas a través de una galopada similar con la que iluminaba su banda en los mejores tiempos. No pudo definir ante David Soria, que, dentro de su corrección habitual se esmeró por ordenar a su zaga, que se exprimió para ganar el primer punto del año. Un pequeño bálsamo para su herida que para el Atlético, herido en su psicología, supone otro tiro en el pie. A veces parece que a este Atlético no le queda nada y solo busca terminar la temporada olvidándose de ella cuanto antes.